"¿Dolor? ¿Qué dolor? No hay dolor, sólo penitencia"
- —Anacoreta anónimo
Algunas personas sienten que solo pueden seguir sus propias guías místicas en soledad, lejos de las distracciones de la civilización, las conversaciones y el jabón. Estos individuos se convierten en Anacoretas, retirándose a cuevas, o a la parte superior de una pila de piedras, en cualquier lugar de los Reinos Fronterizos. Tienen pocas o ninguna posesión, así que los bandidos raramente se fijan en ellos. Los pielesverdes y otros monstruos disfrutan igualmente matándolos si los capturas cogerlos, así que los anacoretas aprenden a esconderse y huir.
Un día en su vida
La vida de un anacoreta es una vida de contemplación y meditación enfocada con la soledad y la auto-privación. Por lo general encuentra una cueva, agujero, o caverna donde refugiarse, cosas que las tierras baldías de los Reinos Fronterizos tienen en abundancia. A partir de esta modesta vivienda, comenzará su viaje hacia la iluminación. Pasará días, semanas y meses en la inmundicia y hambriento viendo el movimiento del sol, las estrellas y de las dos lunas, mientras contempla su insignificancia. Ocasionalmente, cuando el hambre o la sed saque lo mejor de él, se aventurará en los yermos para buscar insectos del suelo y lamer el rocío de las rocas. Incluso cuando busca alimentos, el anacoreta tiene cuidado de no pasar demasiado tiempo saciando sus débiles necesidades corporales, para no perder preciosos momentos de contemplación y poner en peligro su oportunidad del verdadero despertar.
Las únicas otras cosas que pueden perturbar este ciclo de mera subsistencia y meditación sin fin son los otros habitantes de los yermos, ya sean predadores como lobos o felinos grandes, u orcos sedientos de sangre. Cuando se produce un encuentro así, el anacoreta trata de esconderse o, si esto no es posible, huir, aunque los más devotos (o locos) permanecen dentro del retiro, convencidos de que su visitante no deseado ha sido enviado para probar su fe. Afortunadamente para la mayoría de los anacoretas, su hedor y la delgadez de su cuerpo hacen que no sean una comida apetecible, y todos, excepto los depredadores más desesperados, les dejan en paz.
El camino de la iluminación
El camino de un Anacoreta hacia la iluminación no es fácil. Deben estar dispuestos a sacrificar todo lo que son para ser más de lo que eran. Mientras que el viaje de cada anacoreta es diferente, aquellos que recorren este camino deben seguir tres reglas simples.
- Contemplar el interior e ignorar el exterior: La meditación y la contemplación se convierten en la única prioridad de un anacoreta, ya que cree que es sólo a través de una vida de introspección puede alcanzar la iluminación. Con este fin, un anacoreta no presta atención a las débiles sombras del mundo, haciendo caso omiso de lo que él considera la ilusión de la materia para centrarse mejor en el funcionamiento de la mente.
- Romper los grilletes de la carne: Debido a que un anacoreta ve su cuerpo como una débil ancla carnosa fijándolo a este plano de existencia, considera sus necesidades y males como insignificantes. El hambre, las enfermedades y las heridas son preocupaciones menores, y permitirá que su cuerpo sea devastado por furúnculos, piojos y lesiones mientras dedica su vida a la meditación. .
- Liberarse del lastre de la sociedad: El camino del anacoreta es un camino solitario. La sociedad es un veneno para el buscador de la auto-realización, siendo sus rígidas normas, expectativas y vacuas distracciones una trampa para atraer a los débiles de mente.
Fuentes
- Warhammer Fantasy JdR: Career Compendium (2ª Ed. Rol).