Estas monstruosidades viven solas en nidos enterrados en las profundidades de las montañas, y su único propósito es el de consumir seres vivos. Estos horrores han sido distorsionados por el Caos y se han hinchado hasta doblar en tamaño a las Arañas Gigantes, y a menudo apenas son capaces de apretujarse por un corredor. Sus inmensos corpachones grises se funden con las paredes de las cuevas, por lo que resulta difícil verlas, y a pesar de su tamaño se mueven velozmente gracias a sus poderosas patas. Son mucho más inteligentes que sus primas pequeñas, y prefieren tender trampas a sus presas para jugar con ellas. Tejen telarañas de pegajosas hebras que también son muy difíciles de romper.
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