Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Reina Neferata por Daarken

"Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. Y detrás de esas grandes mujeres estoy yo."

Neferata, Reina del Clan Lahmia.

Las leyendas hablan de una antigua Reina Vampiro que reside en lo alto de las Montañas del Fin del Mundo. Muchos creen que no es más que un cuento de viejas. Sin embargo, algunos estudiosos saben la verdad. La Vampiresa Reina de los Misterios realmente existe, y aquellos que la conocen la llaman Neferata, que significa "la que es bella en la muerte" en el idioma de la antigua Nehekhara, la Tierra de los Muertos.

Se sabe que es la misma Reina Vampiro decadente que huyó del saqueo de la ciudad de Lahmia, lo que la hace realmente anciana, pues el gran Río Mortis ha fluido durante más de tres mil años desde que tuvieron lugar estos eventos. Fue ella la que creó la Hermandad Vampírica Lahmia para servirla, y que es la responsable de que todas estas vampiresas hayan sido corrompidas por su sangre.

Aspecto[]

Físicamente, Neferata posee una belleza divina. Sus negras trenzas flotan alrededor de su hermosa cara, tan bella ahora como en su juventud, a pesar de que su piel es blanca como el alabastro, y que sus largos años haciendo el mal han borrado cualquier rastro de piedad y compasión de su cara. Tiene el aspecto de una doncella joven, y tan solo en sus ojos amarillos pueden hallarse trazos de su corrupta e inmortal sabiduría y crueldad. Sus recuerdos se remontan a miles de años atrás, a una era antigua cuando Lahmia, Khemri, Zandri y Numas eran todavía grandes metrópolis de los vivos y los habitantes del Gran Río aún construían pirámides.

Neferata by stefan-kopinski

De lejos parece inocente, casi frágil, la imagen misma de una damisela que necesita protector, una visión de belleza divina que debe ser preservada de los peligros del mundo. De cerca la ilusión se disipa: largos años de crueldad han borrado todo trazo de piedad y compasión de su rostro, y sus ojos oscuros son ventanas a un alma retorcida. Solo aquellos hechizados podrían confundirla con la inocente que pretende ser. Por desgracia, quienes se le acercan tanto ya son prisioneros de su famoso encanto y quedan encadenados a su voluntad por un deseo más fuerte que las cadenas de gromril.

Historia[]

Orígenes[]

Neferata, anteriormente conocida como Neferatem, era la hija del rey Lahmizzash de Nehekhara, y ya de joven expresó su deseo de unirse al Culto Mortuorio. Su padre se rió de ella y le explicó que las mujeres no podían formar parte del clero ni, de hecho, estudiar magia. No, ella estaba destinada a gobernar la ciudad de Lahmia al cumplir la mayoría de edad.

Bajo la perversa influencia del sumo sacerdote W'soran, uno de los espías de Nagash, se sirvió de su posición para salvar de la hoguera algunas de las obras del gran nigromante y estudiarlas por su cuenta. Con estos conocimientos y la ayuda de W'soran destiló el Elixir de la Vida, y así fue como se convirtieron en los primeros vampiros. Expulsaron a los sacerdotes de Lahmia y los sustituyeron por su propio culto, consagrado a Nagash y con sede en el Templo de la Sangre. Pero no todos los habitantes de Lahmia se mostraron dispuestos a tolerarlo. Después de todo, la ciudad de Lahmia fue la primera en rebelarse contra Nagash. Cuando el pueblo se sublevó contra Neferatem, ésta apareció al frente de su corte de vampiros y aniquiló a todos y cada uno de los rebeldes.

La Primera Vampiresa[]

Tras los cambios del Culto Mortuorio de Lahmia y la creación del Templo de Sangre, Neferatem invitó a su prima Khalida Neferher, la reina guerrera de Lybaras, a convertirse a su culto. Khalida rechazó su oferta, pues recelaba de los cambios que estaba teniendo lugar en Lahmia y se había consagrado a la diosa áspid Asaph. Preocupada por la posibilidad de que su prima hubiera descubierto su secreto, Negeratem la acusó de traición e intentó asesinarla durante un banquete, retándola a un duelo ante todos los nobles de la corte de Lahmia. Neferatem salió victoriosa del combate gracias a su fuerza vampírica, mientras Khalida yacía moribunda, la vampiresa se mordió su propia lengua y besó a su prima, transmitiéndole su maldición. La devota Khalida rezó mientras moría, y su oración fue escuchada: Asaph le extrajo la corrupción de la sangre y la sustituyo con veneno, concediendo a Khalida una muerte piadosa. Se dice que, aunque fue una muerte en santidad, no fue del todo completa, y que Khalida continuó viviendo como guardiana eterna del templo de Asaph. Habiendo sido frustrado su intento de conseguir una poderosa aliada, Neferatem expulsó de Lahmia a todos los sacerdotes de las demás religiones.

Durante aquel periodo de cambios, Neferatem había estado alienándose en secreto de los habitantes de su ciudad, hasta que levantó las sospechas de Abhorash, su enamorado capitán de la guardia. Abhorash se horrorizó al descubrir la verdadera naturaleza de su amada, pero no pudo resistir sus órdenes durante mucho tiempo. Bebió del Elixir de la Vida por orden de su reina, y al cambiar su naturaleza cambiaron también sus reproches. Neferatem y W'soran propagaron su maldición de esta forma a muchos de los miembros de la corte de Lahmia, incluido el ministro de justicia Maatmeses y el visir de la corte, Harakhte. Y este fue el origen de su Corte Inmortal, los Primogénitos que se convertirían en los maestros de los vampiros inferiores que crearon posteriormente.

Pero la bondad que Abhorash tuvo en vida aún le hacía sentir remordimientos, y creó una serie de normas que los Primogénitos debían acatar para no ser descubiertos, como alimentarse de criminales y esclavos, además de ser prohibidas las rencillas entre ellos. Asó que cuando Ushoran, el hermano de Neferatem, descubrió la existencia del Elixir de la Vida y lo robo, la reina no pudo castigarle, y en su lugar permitió que Ushoran, el vil Señor de las Máscaras, se uniera a su Corte Inmortal.

Bajo el reinado de su inmortal monarca, Lahmia se hizo célebre por su intolerancia religiosa y la severidad de sus leyes. Los agentes de otras ciudades comenzaron a instigar la rebelón, horrorizados por la forma en que se extendía la Secta de Sangre y su veneración por Nagash. Cuando se produjo la insurrección, Negeratem la aplastó con mucha más brutalidad que la vez anterior, lo que le granjeó el sobrenombre de Neferata, que en su idioma significa "Bella Muerte". Aunque la rebelión fracasó, las demás ciudades de Nehekhara seguían deseando la destrucción de Lahmia.

La Caída de Lahmia[]

Neferata gobernó Lahmia sola durante muchas décadas, hasta que un pariente suyo llamado Vashanesh, también de la sangre de Nagash, le comunicó que el general Setep había excluido a su familia de la sucesión al trono de Khemri y sobre sus planes contra ellos. Vashanesh había sido uno de los comandantes del ejército de Setep y era muy ducho en tácticas militares; Neferata le permitió beber del Elixir de la Vida y le hizo su rey, para consternación del celoso Abhorash. Juntos conspiraron para mantener las demás ciudades de Nehekhara distanciadas entre si, creando una red de espionaje que dividió la nación durante siglos, interrumpiendo todo intento por unificar al pueblo contra ellos.

Tras varios siglos de gobierno sin ninguna oposición, el rey Alcadizaar logró movilizar a los ejércitos y cercó la ciudad. Las tropas de Neferata aunque inferiores en número, tenían refuerzos constantes, ya que los muertos era reanimados por W'soran. Pero ni siquiera junto a Vashanesh logró Lahmia resistir a los ejércitos de Nehekhara cuando llegó a ella la guerra santa. El Templo de la Sangre ardió, y Neferata y su corte huyeron a Nagashizzar.

Nagash tomó a los vampiros como soldados bajo el mando de Vashanesh. Las tornas habían cambiado, y entonces fue Neferata quien sintió celos de él. Aquella era la recompensa que recibía a cambio de tantos años de veneración. Nagash la nombró vasalla y le ordenó que atacase a sus enemigos como un perro rabioso. Volvió a resurgir la furia que sintió en su juventud hacia los hombres, quienes le prohibieron ejercer de sacerdotisa. Cuando Vashanesh cayó y Nagash perdió el control sobre los vampiros, huyó al norte, decidida a no volver a aceptar órdenes de un hombre.

La Sombra de Bel-Aliad[]

Neferata, tras la caída de su apreciada ciudad de Lahmia, tornó su atención hacia las tierras cercanas, deseosa de rehacer su poder y reinstaurar su influencia. Para ello, marchó hacia la nación humana más poderosa del lugar, Arabia. Utilizando su ladina influencia, logró ganarse el favor de multitud de tribus nómadas del Gran Desierto de Arabia, para posteriormente lanzar una gran ofensiva sobre la capital árabe, Bel-Aliad, y hacerse con el poder. Conocida como la "Serpiente de Arena", o la "Madre Noche", por los árabes, ganó gran poder entre las tribus árabes gracias a la fascinación que producía en ellos, y su renovado ejército marchó en el año -1152 C.I sobre la capital árabe. Si bien el ejército de Neferata era inmenso y temible, compuesto por guerreros de salvaje furia, nada pudo hacer frente a los Kontois árabes. Este cuerpo estaba comandado y entrenado por el mismísimo Abhorash, que había llegado hacia poco a la ciudad. Con sus pesadas armaduras y centelleantes lanzas, destruyeron a los nómadas de Neferata, y la misma vampiresa fue destrozada por una lanza de caballería. Sus restos fueron metidos en un gran sarcófago, y llevados como trofeo ante el Gran Sultán Muntasir.

Pero lejos estaba del final la Reina Lahmia. Neferata aguardó pacientemente en su nueva prisión, y con susurros y promesas, logró cautivar a uno de los hijos del Gran Sultán, Khaled al Muntasir. Poco después, la hermana del mismo, Anmar bin Muntasir, fue fascinada por la vampiresa, y ambos hermanos se convirtieron en servidores de Neferata. Tras liberarla de su sarcófago, ambos fueron recompensados con el Beso de Sangre. La influencia de Neferata poco a poco comenzó a cimentarse en Bel-Aliad, ganándose a muchas familias nobles a su causa. Además, comenzó a expandir una nueva religión por la capital árabe, el Culto a Mordig, el Dios Necrófago. En poco tiempo, la ciudad se dividió en dos bandos, donde algunas familias nobles apoyaban a Neferata y al nuevo culto impío, mientras que otros se mantenían fieles al Gran Sultán, dirigidos por el comandante de los Kontois, Al-Khattab. La situación en la ciudad se tornaba cada vez más peligrosa, y los enfrentamientos entre un bando y otro eran cada vez más comunes, hasta que un nuevo mal irrumpió desde el este. En el año -1151 C.I, ocurre el Gran Ritual, donde Nagash fracasa en su intento de levantar un grandioso ejército de No Muertos, y el propio Gran Nigromante es asesinado por el Rey Alcadizaar. Es en momento cuando, enloquecido por la pérdida de su amo, Arkhan el Negro marcha para arrasar Arabia, y conduce un gran ejército de No Muertos hacia Bel-Aliad. La ciudad fue azotada por plagas y tormentas, y finalmente un inmenso ejército impío asaltó sus murallas. La ciudad, tomada por el caos, poco pudo hacer para defenderse. Neferata y su corte huyeron, abandonado la capital árabe a su suerte. Las Guerras de la Muerte habían comenzado.

Neferata se instaló entonces en Lashiek, la Ciudad de los Corsarios. La ciudad árabe se encontraba lejos de la creciente guerra, y allí Neferata se ganó el apoyo de la Viuda Concubina, madre del sultán de la ciudad. El joven sultán había muerto hace poco, y su madre deseaba mantener el poder y evitar un conflicto por la sucesión. Por ello Neferata la instruyó, y la anciana mujer acabó por convertirse en una habilidosa nigromante, manejando a su difunto hijo como un títere. Cuando Neferata se enteró de mano de la anciana que W'soran se ocultaba en la ciudad, cayó sobre él en un intento de asesinarle, y en las calles de Lashiek, los guerreros árabes de la Viuda Concubina, junto con los vampiros de Neferata, combatieron a las monstruosidades del vampiro. Finalmente fue expulsado, y huyó hacia el norte. Neferata por su parte estaba deseosa de marcharse del lugar. La Guerra de la Muerte había convertido a Arabia en un lugar tumultuoso y caótico, no apto para la sutileza de sus intrigas. Bel-Aliad era una ruina humeante, y los enemigos afloraban desde cada rincón. Pero su influencia en aquellas tierras estaba asegurada, y aunque marchó al norte, nunca perdió la atención sobre lo acontecido en el sur del mundo.

Pináculo de Plata[]

Entre los hombres primitivos de las incipientes naciones del Viejo Mundo, Neferata colocó a sus espías, su red de hermanas tenebrosas que llevaban ejerciendo su influencia sobre los humanos desde el albor de los tiempos. Tras crear un ejército de muertos vivientes arrebató el Pináculo de Plata a los Enanos en una sola noche, afrenta que le granjeó el título de Reina del Mal en el Libro de los Agravios. Situado en lo más alto de las Montañas del Fin del Mundo, la Reina de los Misterios se deleita en su desolación y abre las ventanas de las cámaras superiores para que se inunden con la luz de las estrellas. Desde allí lleva una no-vida de hedonismo y confabulaciones, controla a sus sirvientes No Muertos y realiza expediciones de caza en busca de sangre.

Bajo los ojos inmaculados de Neferata, su hogar ha sido construido siguiendo el estilo de Lahmia, su esplendor se ha recreado en sus habitaciones y está abarrotado de objetos que logró salvar antes de su destrucción, un esplendor que comparte con muy pocos. También dispone de una nueva corte compuesta por no muertos, necios mortales que han caído bajo su hechizo, y por supuesto sus gatos. Ninguno de ellos puede alcanzar el Pináculo de Plata sin el consentimiento de Neferata, pues los niveles inferiores está formado por multitud de corredores, pasadizos, túneles y salas que se entrecruzan, formando un laberinto gigantesco, lleno de trampas y guardias para atrapar a los intrusos; y por si fuera poco, una horda de criaturas no muertas convierte a este lugar en uno de los más peligrosos del mundo conocido. Aquellos que perecen en el laberinto se unen a sus habitantes fantasmales, aunque sus gemidos torturados no suelen llegar a las cámaras superiores, donde abunda la alegría.

Neferata (1)

En estas cámaras superiores, en el corazón del laberinto del Pináculo de Plata, están situadas las habitaciones de Neferata. Estas opulentas salas son un eco del esplendor de su palacio real en Lahmia. En ellas, máscaras de oro y gemas extrañas brillan en la oscuridad, iluminadas por la tenue luz de las estrellas que se refleja en las calaveras bañadas en plata que adornan los muros sirviendo de lámparas. Aquí también se acumulan tesoros antiguos rescatados de la caída de Lahmia. Son todo lo que queda de la época en que Neferata fue alta sacerdotisa de la muerte de Lahmia.

Rodeada por los recuerdos de antaño, la vampira yace en un diván de seda, bebiendo sangre de bellas doncellas y jóvenes atractivos servida en copas doradas, mientras cortesanas cautivadas tocan arpas, flautas y laudes para hacerle más llevadera la carga de la inmortalidad. Rara vez se puede encontrar a hombres en estas habitaciones. Aunque Neferata se deleita seduciendo a los hombres mortales de corazón puro y ser la artífice de su caída. Neferata es especialmente aficionada a los caballeros de Bretonia, cuyos códigos de caballería son fácilmente explotables. Rara vez se entretiene demasiado con esas almas condenadas. Neferata conserva a alguna de sus víctimas como amantes, mientras que otras simplemente son usadas para saciar un apetito muy distinto al que esperaban, y sus cuerpos desangrados son lanzados al laberinto bajo el pico. A los que concede sus favores los convierte en sirvientes no muertos, aunque pocos le divierten el tiempo suficiente para que llegue a plantearse la posibilidad de concederles el Beso de Sangre, e incluso aquellos que lo logran deben ir con cuidado, no sea que sus ojos vaguen demasiado en las cercanías de alguna de las doncellas de la corte.

Art-neferata 5ª edición

Las doncellas de Neferata provienen de todos los reinos humanos, pasados y presentes. Las reclutas potenciales son identificadas por la gran red de espías de Neferata que cubre todas las grandes ciudades del mundo. Las elegidas viajan en secreto (habiendo consentido o no) vía lujosos carruajes que ningún guardia fronterizo se atrevería a detener. Neferata no ofrece su bendición oscura con facilidad. Se requiere belleza, inteligencia y astucia, pero incontables doncellas que poseían esas tres cualidades han sido rechazadas, y su sangre ha servido como un tentempié a los visitantes de paladares poco sofisticados. Lo que Neferata no es capaz de admitir, ni siquiera a sí misma, es que algunas de las doncellas rechazadas son tal vez más hermosas, inteligentes o astutas que la propia Reina de los Misterios.

La red de espías de Neferata no es únicamente una herramienta para expandir su hermandad, sino que se trata de la verdadera fuente de poder de la Reina de los Misterios. La influencia del Pináculo de Plata no deriva de sus ejércitos o hechicería; aunque Neferata tiene suficientes de ambos, sino de los secretos que otros preferirían que siguieran escondidos. Hay pocos conocimientos que no lleguen al trono de Neferata, ya que sus espías están en todas partes, no únicamente en los reinos humanos sino también en las Fortalezas Enanas. Incluso Ulthuan se halla dentro de su alcance. Escándalos, conflictos sucesorios, acuerdos comerciales, despliegues de tropas... todo ello y mucho más alcanza los oídos de Neferata.

Algunos informes son triviales, útiles únicamente como diversión, pero otros pueden servir para alterar el destino de un rival, una ciudad o incluso una nación. Esas son las historias que capturan la atención de Neferata y la llevan a enviar mensajeros en la noche. Ni la propia Reina de los Misterios es capaz de recordar cuantos grandes líderes han caído debido a su red de intrigas, cuantos reinos se han humillado ante ella. Esto supone un mero juego para ella, una forma de pasar el tiempo, pero en los siglos subsiguientes a la destrucción de Lahmia fue la moneda con la que compró su supervivencia. Neferata tenía muchos enemigos en esa época, Nagash entre ellos, y el conocimiento fue su escudo. Actualmente es capaz de saber incluso quién será el próximo Emperador antes de que el actual haya fallecido.

Art-neferata

En ocasiones, en períodos de especial aburrimiento, Neferata busca ejercitarse y utiliza su red de espías para revelar su existencia a algún grupo de guerreros valientes a fin de tentarlos a que asalten su fortaleza. Estos "voluntarios" son seleccionados cuidadosamente, ya que la Reina de los Misterios no desea perder su tiempo luchando contra plebeyos o buscadores de gloria; únicamente le sirven hombres cabales como Cazadores de Brujas o caballeros de Bretonia, capaces de reunir algunas tropas para tratar de purificar el Pináculo de Plata. Cuando llegan los ejércitos asaltantes a sus puertas, Neferata sonríe y abandona su indolencia hedonista para dar órdenes terribles a sus lacayos no muertos. En estas ocasiones puede llegar a reunir un ejército de miles de zombis, tumularios, espectros y otras criaturas siniestras y malignas que son traídas a su presencia. Nadie que haya atacado el Pináculo de Plata ha regresado para contarlo, excepto como sirviente no muerto de Neferata. Si se siente generosa, la propia Reina de los Misterios tomará parte en la lucha, cortando gargantas con una gracia felina que haría palidecer incluso a un elfo. Neferata encuentra pocos rivales dignos de ella en combate, pues es la antigua Reina de los Misterios y su furia es terrible. Neferata conserva la mayor parte de los conocimientos mágicos perdidos para el mundo desde la destrucción de Lahmia, rituales ancestrales y misterios que solo ella conoce.

Pese a su lánguida existencia, Neferata sigue manteniendo el sueño de reclamar aquello que perdió hace milenios. Las vampiresas de la Hermandad de Lahmia son sus ojos y sus oídos en el mundo exterior. A partir de sus informes traza sus planes y teje la telaraña de intrigas, pues el sueño de la reina es esclavizar a todos los vampiros del mundo conocido. Con ello planea regresar a Lahmia al frente de su ejército No Muerto, reclamar su derecho de nacimiento al trono y devolver los palacios y templos a su antigua existencia de mármol, arenisca pulida y oro reluciente (en especial, quiere reconstruir el Gran Templo de la Sangre). Una cosa es ser una reina en la oscuridad de las montañas y otra muy diferente gobernar en las gloriosas tierras del sur.

El Fin de los Tiempos[]

Fin trans
El trasfondo de esta sección o artículo se basa en la campaña de El Fin de los Tiempos, que ha sustituido la línea argumental de La Tormenta del Caos.

La Batalla del Abismo del Cráneo[]

Neferata era la reina de la antigua Lahmia, primera de los vampiros, y gobernante del Pináculo de Plata. Ella era una maestra de todo tipo de encantos, seducción y manipulación - artes que utilizaba para difundir su influencia a modo de telaraña a través de las naciones humanas.

Aunque ella se veía a sí misma por encima de la guerra, prefiriendo dejarla para sus doncellas o subordinados, no dejaba de ser una poderosa vampira, rápida como el mercurio y bien versada en el saber de la magia.

Objetos Mágicos[]

  • Daga de Azabache.
  • Rubí de Lahmia: El símbolo del dominio de Neferata sobre la Ciudad de los Vampiros es una diadema de oro en forma de serpiente con un gran rubí en su boca, que reposa sobre su cruel y hermosa cabeza. Esta joya única late con el poder de la vida eterna, y nutre a Neferata con su casi ilimitada energía.
  • Bastet: Bastet es el familiar de Neferata, un escurridizo gato negro de Khemri que fue enterrado con su amada Reina. Ahora no es más que una sombra felina que sigue a Neferata y la protege de cualquier peligro. En el Viejo Mundo se dice que los gatos negros presagian la mala suerte, y posiblemente en este caso sea verdad...

Miniaturas[]

Imágenes[]

Fuentes[]

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