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Egrimm van Horstmann por Des Hanley

Egrimm van Horstmann es el más infame, y tal vez el más peligroso, de los pocos traidores conocidos de los Colegios de la Magia Imperiales, y es también la mayor vergüenza de la Orden Blanca. Hubo un tiempo en el que Horstmann se contaba entre los magísteres más brillantes y con más talento de la orden. Fue el último en ocupar el trono del patriarca en la Orden de la Luz antes que Verspasian Kant.

Historia[]

En su día, Egrimm van Horstmann fue aclamado como el magíster más joven y dotado que jamás hubiera presidido uno de los Colegios Imperiales de la Magia. Mientras se arrodillaba para jurar lealtad al Patriarca Supremo, al Emperador y a la causa de la orden, nadie podía adivinar que su fidelidad y su alma ya habían sido entregadas a un amo mucho más lejano y siniestro.

El Pozo de Serpientes[]

Cuando Egrimm van Horstmann era poco más que un niño, él y su hermana Lizbeta fueron abandonados por su familia. Durante una buena temporada tuvieron que vivir en la más absoluta de las miserias, buscando lo que pudieran para poder comer, y luchando cada día por sobrevivir. Pese a todo, ambos hermanos eran inseparables. Egrimm le había prometido a su hermana que siempre la salvaría y ella había prometido lo mismo, aunque al ser más joven y más débil, siempre había confiado en la mente rápida de su hermano Egrimm para estar a salvo.

Un día, mientras caminaban hambrientos y sucios por un camino de tierra, un carruaje se detuvo frente a ellos y en su interior había una mujer hermosa llamada Albreda, quien se ofreció a llevarlos. Dado que la noche anterior había sido tormentosa y peligrosa, con Hombres Bestia merodeando por la zona, no querían pasar otra noche a la intemperie así que aceptaron la oferta de la mujer, se subieron al carruaje y pronto sucumbieron a su fatiga, quedándose dormidos.

Cuando ambos despertaron, descubrieron con horror que estaban en un pozo de serpientes, con el peso de cientos de ofidios amenazando con asfixiarlos vivos. Van Horstman se quitó a los reptiles de encima y agarró la mano de su hermana para sacarla de allí. Sin embargo, era solo un niño sin la suficiente fuerza como para ponerlos a ambos a salvo. La mano de Lizbeta se le soltó y se hundió aún más en el pozo, hasta que ya no pudo escuchar sus sollozos ahogados.

Con gran esfuerzo, Egrimm consiguió salir de aquel agujero, encontrándose en una cueva. Su mente estaba sumida en la confusión y la angustia, sin saber que estaba pasando. Entonces vio a la mujer que los había invitado a subirse a su carruaje, acompañado de un hombre. Eran Albreda y su marido Alric, ambos hechiceros novatos del Hysh, y habían llevado a cabo con Egrimm y su hermana un demente experimento.

La serpiente es un símbolo de la Orden de la Luz, siendo considerado un icono de pureza. La mujer había teorizado una manera de poder definir la moralidad inherente del alma. Para ello, habían arrojado a Egrimm y a Lizbeta al pozo de serpientes para comprobar si los reptiles separan a los corruptos de los puros. El hecho de que Egrimm van Horstmann sobreviviera y su hermana no, era porque él era puro, por lo que demostraba que su teoría era correcta.

Pocos se podrían imaginar en aquel momento aquella pareja el mal que habían despertado, y el daño que su irreflexivo acto causaría a la Orden de la Luz. Egrimm van Horstmann juró que se vengaría de aquella pareja, les haría sufrir por el asesinato de su hermana, y para alcanzar este objetivo no dudaría en recurrir a los oscuros poderes del Caos, concretamente a Tzeentch.

Acólito en el Colegio de la Luz[]

Egrimm van Horstmann creció y fue desarrollando habilidades mágicas con el paso de los años. Su primer paso para la venganza la tuvo en el Campo de Kriegsmutter, donde los ejércitos de Nordland derrotaron a las fuerzas del Pretendiente Conde Scharndorff de Ostermark. En una tienda de campaña se encontraba el magister Obadiah Vek, hechicero de batalla en el ejército de Nordland y miembro de la Orden de la Luz. El hechicero había resultado gravemente herido. Haciéndose pasar por un enviado de Morr, Egrimm le hizo algunas preguntas sobre el Colegio Luminoso, y cuando tuvo suficiente información, acabó con su vida.

Muerto el mago, Egrimm se llevó consigo una pequeña caja hecha de madera. La había visto antes, ilustrada en las páginas de libros que según todas las leyes del país ni él ni nadie debería leer. Aquella hermosa caja era un complejo rompecabezas mágico, quizás de origen élfico, en cuyo interior había un panel de cristal pulido. Aquello era un artefacto mágico diseñado para mantener los objetos seguros y protegidos de los ojos externos. Van Horstmann estuvo durante mucho tiempo tratando de abrir la caja, pasando suficientes noches largas en el camino de Ostermark a Reikland manipulando sus diversos paneles y tallas, hasta que pudo escrudiñar todos sus secretos.

Egrimm viajó a Altdorf para ingresar en el Colegio de la Luz, y gracias a la información que pudo sonsacar de Vek, llegó hasta su entrada oculta entre edificios ordinarios de la ciudad. Van Horstmann consiguió superar el laberinto de curvas y esquinas imposibles en un pliegue oculto de la realidad, diseñado para ocultar mágicamente el Colegio y que solo aquellos sensibles a la magia puede atravesar. Egrimm van Horstmann llegó hasta las puertas delanteras de la Pirámide de la Luz y fue aceptado como aprendiz después de que se comprobara que era poseedor de grandes capacidades mágicas.

Egrimm inició oficialmente sus primeros pasos en el Hysh empezando como acólito, encargado junto a otros aspirantes de salmodiar los cánticos mágicos que mantenían la magia de la pirámide estable, todos ellos bajo la tutela del Maestro Salmodiador Alric, gran mentor de los aprendices de la Orden de la Luz y líder del coro mágico de cantores. Alric no reconoció al joven Egrimm como al niño superviviente del pozo de serpientes, pero Egrimm sabía perfectamente quien era él. Con todo, aún era demasiado pronto para cobrarse su tan ansiada venganza, y esperó pacientemente durante años a que llegara el momento.

Como aprendiz de Salmodiador del Octavo Círculo de la orden, Horstmann sirvió al respetado Alric, quien le enseñó muchos de los antiguos secretos de la orden. Pero durante todo el tiempo que sirvió en la Orden Blanca, Horstmann rezó a los dioses del Caos para que le concedieran poder y conocimiento con los que sobrepasar a sus iguales, lo cual explica su rápida ascensión por la jerarquía. De día estudiaba la magia pura del Hysh, y por la noche se inclinaba sobre los antiguos manuscritos dedicados a los saberes corruptos de la hechicería que los hierofantes guardaban a buen recaudo en sus bibliotecas. Sin duda, los demonios de Tzeentch susurraban sus secretos atemporales a la mente dormida de Horstmann, y los malignos poderes de Egrimm fueron fortaleciéndose.

El Hierofante[]

Unos cuatro años mas tarde, Egrimm y otros cinco acólitos de gran talento fueron elegidos por el Maestro Salmodiador Alric para que lo acompañaran a él y a Elrisse, magister patriarca de la Orden de la Luz, para llevar a cabo un exorcismo en el más absoluto de los secretos en el propio Palacio Imperial: Un familiar directo del Emperador reinante (su hija, la princesa Astrid) había sido poseído por un demonio, y no podían permitirse que este azaroso incidente saliera a la luz, pues debilitaría la imagen del emperador y, por lo tanto, la del propio Imperio.

Los hechiceros luminosos y sus aprendices fueron llevados a una de las habitaciones más recónditas y olvidadas que hay en el subsuelo del palacio, donde les esperaban su “paciente”. Llevaron a cabo el ritual de exorcismo pero no salió como esperaban. Lograron expulsar al demonio del cuerpo del familiar del emperador, sin embargo, no lograron desterrarlo de vuelta al Reino del Caos. Enfurecido, el demonio les atacó ferozmente con su propia magia demoníaca. Estalló un pandemónium en la sala y algunos de los acólitos resultaron muertos mientras que otros se dejaron llevar por el pánico, incluso Alric resultó herido.

El demonio trató de escapar por las olvidadas mazmorras, siendo perseguido por Egrimm y varios de los supervivientes. Egrimm estuvo a punto de morir en aquel lugar, y durante el enfrentamiento, cayó a un pozo lleno de huesos junto a Rudiger Vort, uno de sus compañeros acólitos. Cuando el demonio se les aproximaba, Egrimm no dudó un segundo en sacrificar la vida de Vort para potenciar su propia magia, y usando el poder del Hysh, atrapó al demonio en un cilindro resplandeciente de luz blanca antes de disolver su cuerpo y expulsarlo de aquel lugar.

El hecho de que hubiese vencido al demonio fue un hecho extraordinario, aunque Egrimm no se jactó de ello. Días mas tarde fue llamado por Elrisse a su despacho en la pirámide para darle una importante nueva. Previamente, el magister patriarca había consultado con el Maestro Salmodiador Alric sobre Egrimm, quien no tenía si no elogios para el muchacho por sus avances en sus estudios de la magia y los rituales del Hysh. Esto, junto a su proeza en la derrota del demonio hizo que Egrimm van Horstmann ascendiera en las filas de la Orden de la Luz, dejando de ser un acolito y alcanzando el rango de hechicero de la Luz.

Con su nuevo rango, Egrimm tenía derecho a su propia habitación separada y muy privada en la Pirámide de la Luz. Irónicamente, la habitación que van Horstmann recibió la que fuera la habitación del fallecido Obadiah Vek. Una vez estuvo a solas en su nueva habitación y tras asegurarse de que lo que estaba a punto de hacer no pudiera ser detectado mágicamente, Egrimm se sacó la caja rompecabezas de Vek que durante tanto tiempo había mantenido oculta y sacó de allí al demonio del Palacio Imperial. Lo que había parecido un hechizo de destierro a ojos de los demás hechiceros y aprendices, en realidad había sido un hechizo que le permitió capturar al demonio y mantenerlo encerrado dentro de la caja puzle.

El demonio estaba enfurecido con Horstmann, pero el hechicero le recordó que al no haberlo destruido ahora era de su propiedad, y le exigió saber su nombre, amenazándolo con magia de la Luz, anatema para los de su clase. Con gran frustración, el demonio le respondió que se llamaba Hiskernaath, y que era un servidor de Tzeentch. Aunque ahora era su dueño, Egrimm sabía perfectamente que Hiskernaath buscaría la manera de poder escapar de su control, a poder ser destruyéndolo en el proceso. Gracias a sus estudios sobre demonología y la naturaleza del Caos, Egrimm estaba bien versado en los trucos de Tzeentch, y había hecho los preparativos adecuados para que eso no ocurriera.

Se quitó la túnica y le mostró a Hiskernaath líneas de texto escritas en la Lengua Oscura tatuadas en su cuerpo. Aquello era un contrato, y obligó al demonio a dejar su firma, confirmando su sometimiento a él. Aunque los acuerdos con entidades como Hiskernaath no son infalibles, ya que un demonio podía escabullirse de cualquier obligación, el contrato que Egrimm escribió en su cuerpo estaba tan bien redactado que una vez firmado, incluso a Hiskernaath le llevaría siglos encontrar algún defecto que le permitiera escapar de la servidumbre.

Aquello era tiempo más que suficiente para que Egrimm van Horstmann hiciera lo que había venido a hacer al Colegio de la Luz.

Pactos con Tzeentch[]

Ahora que había alcanzado la posición de hechicero de la Luz, van Horstmann tenia acceso a áreas del Colegio de la Luz que antes le habían sido restringidas. Una de ellas eran las cámaras subterráneas debajo de la pirámide. Fue el propio Elrisse quien condujo al recién nombrado magister a las cámaras acorazadas para presenciar lo que un acólito tenia restringido. Aquí es donde la orden guardaba numerosos objetos de naturaleza mágica y arcana. Algunos fueron creados por los propios miembros de la Orden de la Luz, otros eran artefactos que había reunido desde su fundación.

Egrimm van Horstmann por Sam Manley

Entre toda aquella gran colección se encontraba el objeto que van Horstmann necesitaba para sus planes: el Cráneo de Katam. Los custodios de las cámaras acorazadas desconocían mucho sobre el cráneo, pero Egrimm sabía que Katam había sido un demonólogo que en tiempos pretéritos hizo tratos con Tzeentch, aprendiendo numerosos secretos sobre los Dioses Oscuros, y que compartía con quien poseyese su cráneo. Uno de estos secretos era tener una audiencia directa con el propio Tzeentch. Y una audiencia con el voluble dios del Caos es lo que Egrimm van Horstman pretendía conseguir.

Cuando fue a tomar el cráneo de su pedestal, uno de los Hechiceros de la Luz de rango superior encargado de custodiar aquel lugar le advirtió que solo los hechiceros autorizados podían sacar objetos de la cámara, y que podía ser castigado por su transgresión. Sin embargo, en el momento en que la mano de van Horstmann tocó el Cráneo de Katam, este habló y declaró que tras tres siglos callado, por fin había aparecido alguien lo suficientemente digno para llevarlo, e impartirle sus conocimientos, además de que ya no quería permanecer por más tiempo en aquel lugar. Ergrimm van Horstmann tomó el cráneo y lo llevó a su habitación privada, sin que ninguno de los estupefactos hechiceros custodios hiciera nada para impedirlo.

Con aquel artefacto en su poder, Ergrimm continuó con sus malévolos planes. Durante una visita al Colegio Dorado acompañado del Magister Patriarca Elrisse, tuvo ciertas discrepancias dialécticas con un hechicero Dorado llamado Daegal, generando ciertos roces entre ambos colegios. Más adelante, pidió permiso a Elrisse para tener acceso al Codex Aethyrica, un valioso grimorio, casi sagrado, para el Colegio de la Luz. Por ese tiempo, Ergrimm estaba tratando de descifrar el código secreto de “Las Ceremonias Perdidas de Egelbert Vries”, un importante tratado sobre rituales mágicos, pero que necesitaba el Codex para resolverlo. Elrisse accedió a su petición a cambio de presidir los rituales perdidos de Egelbert Vries.

En realidad, ya hacía tiempo que Ergrimm había logrado descifrar el código de Vries, pero necesitaba el Codex Aethyrica para propósitos mas siniestros. Gracias a los secretos que el Cráneo de Katam le había revelado, sabía como contactar con Tzeentch. Necesitaba llevar a cabo un sacrificio, pero no el de una vida. El tipo de sacrificio que más agradaba al Dios del Caos de la magia era el sacrificio de conocimientos.

Una vez a salvo en su habitación privada, Ergrimm quemó las hojas del Codex Aethyrica, destruyendo invaluables secretos que ya nunca serían revelados al mundo. Luego, talló el símbolo de Tzeentch en una mesa cercana, imbuyéndolo con una mezcla de la sangre del demonio Hiskernaath y las cenizas del grimorio destruido. Completado el proceso, Ergrimm imploró a Tzeentch que viera su sacrificio y escuchara sus palabras. En respuesta a sus invocaciones, en la habitación se abrió un oscuro portal que se fue expandiendo más y más hasta tragarse por completo a van Horstmann.

Egrimm fue trasladado al Reino del Caos, un lugar de locura donde la realidad no tiene cabida pero donde todas las cosas podían volverse reales con el mero pensamiento. Van Horstmann logró mantener el control de su mente para evitar que le fuera despojada de ella, y empezó a subir por una escalera inhumana y parecía llevar hasta el infinito. Finalmente llegó hasta un salón del trono, cuyo trono era una montaña interminable de libros ardiendo, y sobre el que se sentaba la colosal y amorfa figura del Príncipe de las Mentiras.

Van Horstmann sabía que el dios no tenía una forma concreta, y lo que estaba frente a él no era el auténtico Tzeentch, solo un aspecto de este. El Príncipe de las Mentiras vio en Egrimm algo diferente a los hechiceros corruptos que lo habían convocado antes, y le preguntó si estaba preparado para ver a Tzeentch. Tragándose su miedo, Egrimm lo afirmó, y la realidad a su alrededor se disolvió en un enorme pozo retorcido, y el hechicero renegado se zambulló en él.

Se encontró de nuevo en el pozo de serpientes al que fue arrojado cuando era niño, y donde perdió a su hermana Lizbeta, volviendo a rememorar el miedo y el dolor de aquel día. Cuando despertó, Tzeentch apareció ante él adoptando el aspecto de una gigantesca y luminosa serpiente encapuchada.

El Dios del Caos ya sabía lo que Egrimm deseaba, y van Horstmann se ofreció a entregarle la Orden de la Luz, sus hechiceros, sus conocimientos, etc. a cambio de la información que necesitaba para su venganza. Tzeentch le respondió que lo que quería era su alma, y que como dios todas esas cosas podía tomarlas cuando quisiera, pero van Horstmann se negó a ello, recordándole que la única cosa que no podía tomar es la obediencia voluntaria, siendo algo que debe darse libremente. Él se ofreció a entregarle cualquier cosa que quisiera salvo su alma, a cambio del conocimiento que necesita para conseguir lo que quería.

Tras deliberarlo durante un tiempo, Tzeentch aceptó el trato, aunque solo porque le convenía que obtuviera su venganza, e impartió con él sus conocimientos durante un tiempo indeterminado. Cuando terminó, la serpiente gigante desapareció, la oscuridad se hizo añicos y Egrimm se despertó tirado en el suelo de su habitación.

Sintió un dolor ardiente en el dorso de la mano derecha, que le llegaba hasta la muñeca y el antebrazo, y al arremangarse la túnica vio las palabras en el idioma del Aethyr ardiendo en su piel. A diferencia del contrato en su torso, este estaba quemado de adentro hacia afuera, chamuscado en el interior de su piel por zarcillos de poder mágico. La última línea tenía la marca de Tzeentch, mientras que otra tenía la firma del propio van Horstmann. El contrato terminado cubría el dorso de su mano y se enrollaba hasta la mitad del codo.

El trato se había cerrado. Tzeentch le había proporcionado los medios para cumplir su venganza, a cambio de cualquier cosa que Egrimm van Horstmann pudiera arrancarle a la Orden de la Luz.

Debilitamiento de la Orden de la Luz[]

Y así, Egrimm van Horstmann continuó asaltando en secreto las cámaras acorazadas de la Orden de la Luz, sacrificando numerosos artefactos inconmensurables tanto en valor mágico como intelectual, ganando cada vez mayores favores de Tzeentch. Su dominio de la magia también fue en aumento al experimentar con la más sucia e infame magia prohibida. Esto le permitió tejer tramas extremadamente intrincadas y prolijas que terminarían causando el caos dentro del mundo naturalmente ordenado de la Orden de la Luz.

Había llegado el momento de debilitar la Orden de la Luz, y para ello se aprovecharía de su intensa rivalidad con la Orden Dorada, haciendo forjar un relámpago dorado que usaría para atacar la Pirámide.

No quería usar a ningún herrero de Altdorf para que le forjara el relámpago, por si las autoridades conseguían tirar del hilo y dar con la persona que los contrató. Por ello, usó una serie de intermediarios para contratar herreros de Nuln, Talabheim y Marienburgo para que le forjaran distintas secciones del mismo. Luego reuniría las distintas piezas, y las forjaría él mismo en secreto para formar el rayo de oro. Fue un trabajo tedioso y de gran esfuerzo físico, que requirió de varias largas noches, pero en comparación con aprender los principios de la Magia Oscura entre sus estudios de la Orden de la Luz, había sido sencillo aprender por sí mismo la herrería básica necesaria.

La parte mágica de su gran plan fue más fácil para van Horstmann. Sin que nadie se percatara, usando la magia de la luz colocó el rayo en el cielo, y llegado el momento, empleó la Magia Oscura para lanzarlo a toda velocidad contra el Colegio de la Luz. Esto causó un fuerte temblor que perturbó la atmósfera normalmente serena y tranquila dentro de la Pirámide. Todos los hechiceros residentes salieron a ver qué había causado tal sacudida, quedando conmocionados y horrorizados al ver que un rayo de oro macizo de quince metros de largo que había impactado y atravesado un costado de la Pirámide.

Elrisse ordenó a van Horstmann que fuera uno de los magister encargados de investigar el origen del ataque, y este aprovechó la oportunidad para acusar directamente a la Orden Dorada, sabiendo que la mayoría de los magister habían llegado a esa conclusión por su propia cuenta, al ser la Orden Dorada los maestros del Viento Metálico del Chamon, y su conocida animosidad hacia la Orden de la Luz.

Pronto se produjo un cruce de acusaciones entre ambas órdenes y las hostilidades se fueron volvieron cada vez más intensas. Queriendo evitar que aquello se convirtiera en una guerra abierta, los Magister Patriarcas de ambas órdenes actuaron para evitar tal eventualidad con un gran gesto diplomático. Un gesto en el que ambos tendrían que participar, junto con un buen número representativo de sus hechiceros. Todos esos magos tendrían que estar en la misma habitación al mismo tiempo, con la guardia baja, porque esa era la única manera de llegar a una solución diplomática. La reunión tuvo lugar en un terreno neutral para ambos colegios, un templo de Shallya en el norte de Altdorf.

Van Horstmann formó parte de la delegación de la Orden de la Luz, encontrándose con la Dorada que defendía ferozmente su inocencia. Aquel encuentro también formaba parte del malévolo complot de Egrimm, pues se había traído consigo oculto en su túnica de mago la caja puzle con Hiskernaath en su interior. Su intención era que el demonio poseyera a uno de los Hechiceros Dorados y atacara a la Orden de la Luz, iniciando una batalla mágica entre ambos. Egrimm vio que entre los representantes dorados estaba Daegal, el magister con el que había tenido discrepancias tiempo atrás.

Egrimm van Horstmann había elegido a Daegal para ser su marioneta involuntaria por varias razones. La posesión era más potente cuando amplificaba las tendencias naturales del sujeto, y la agresión y la rapidez con la que Daegal se enfadaba servirían bien a van Horstmann. Dado su carácter, sería un culpable lógico para desencadenar lo que vendría. Y luego estaba el hecho de que a van Horstmann simplemente nunca le había gustado aquel hechicero Dorado.

Con júbilo, el demonio menor de Tzeentch se deslizó en secreto fuera de su prisión y se escabulló sin ser visto. Invisible, Hiskernaath se metió a la fuerza en el cuerpo de Daegal sin que este se percatara. Antes de que nadie pudiera reaccionar, el hechicero poseído atacó a la delegación de la Luz, matando a uno de sus magos con metal fundido. Los otros Hechiceros de la Luz rápidamente tomaron represalias y el templo de Shallya se convirtió en un campo de batalla de hechizos.

Egrimm van Horstmann logró acorralar a Daegal poseído, quien desafortunadamente tenía suficiente fuerza de voluntad para expulsar a Hiskernaath de su mente justo después de que comenzara la pelea. El hechicero comprendió lo que Egrimm había hecho, así que este lo mató de una manera particularmente espantosa con Magia Oscura, estallando en una sangrienta lluvia de sangre y trozos rojos deformes que no dejaron un cuerpo claramente identificable. Pero lo más importante, ahora no habían testigos que pudieran identificar a van Horstmann como el individuo que había desatado una magia tan nefasta.

Las delegaciones de ambos bandos se retiraron después de que varios hechiceros murieran. Egrimm van Horstmann regresó con los supervivientes de su Orden a la Pirámide de la Luz. Hiskernaath regresó a regañadientes junto a van Horstmann tres días después. Quería volver a la disformidad, lejos de su servidumbre, pero el contrato grabado en la piel de van Horstmann se mantuvo y el demonio se vio obligado a regresar a su prisión en el rompecabezas.

Como había esperado Egrimm, el incidente en el Templo de Shallya causó gran consternación entre los restantes Colegios de la Magia, pues comprometía su situación con respecto a la sociedad imperial, la cual había muchos que aun seguían sin ver bien su existencia. Para solucionar aquel conflicto de una vez por todas, el Patriarca Supremo Maximilian van der Kalibos ordenó al Magister Patriarca Elrisse de la Orden de la Luz y el Magister Patriarca Zhaal de la Orden Dorada se batieran en un duelo a muerte. El vencedor y su colegio serían declarados ganadores de la disputa, pero el colegio del perdedor quedaría en una posición peligrosa al perder a su líder.

El duelo tuvo lugar en un lugar apartado, lejos de los ojos curiosos y de la posibilidad de causar daños ajenos, con representantes de los ocho colegios como testigos. Egrimm van Horstmann formó parte del de la Orden de la Luz y, con poca emoción, observó cómo su viejo mentor Elrisse luchaba con saña contra su oponente, pero al final fue Zhaal quien se alzó con la victoria. El líder del Colegio de la Luz yacía muerto en medio de la arena, a la vista de todos los magos que observaban.

A Egrimm van Horstmann no le sorprendió aquel desenlace, ya que no hubo resultado en la compleja trama de maquinaciones y conspiraciones que estaba trazando que no hubiese anticipado. Al quedarse sin líder, la Orden de la Luz quedó perjudicada, y hasta que no se eligiera a un sucesor se debilitaría significativamente.

La Putrefacción de los Dioses[]

Con la muerte de Elrisse, el Colegio de la Luz quedó en una situación muy comprometida. Sin dirección, la orden tuvo muchas dificultades para administrar y organizar sus funciones diarias debido a la naturaleza demasiado meticulosa de sus hechiceros. La elección de un nuevo Magister Patriarca tomaría demasiado tiempo, años incluso, pues el proceso era lento y meticuloso. Sin embargo, fueron presionados por funcionarios imperiales para acelerar el proceso de nominar a un nuevo líder, dándoles solo cinco meses de plazo. Varios hierofantes fueron considerados para el puesto, incluido Egrimm van Horstmann, quien contaba con el apoyo del propio Maestro Salmodiador Alric.

Aparte de escoger a un nuevo Magister Patriarca, la Orden Blanca también tenía que cumplir con sus obligaciones para con el Imperio, como apoyar a sus ejércitos en la guerra. En la que sería conocida como la batalla de Drufenhaag, Egrimm van Horstmann acompañó al ejército Imperial contra una horda invasora de Skavens. Egrimm tuvo un papel destacado en la victoria de aquel día al derrotar personalmente al Vidente Gris que comandaba aquella fuerza de alimañas. Al saquear su cadáver, le quitó un extraño grimorio.

Cuando volvió a su habitación, le presentó aquel libro al Cráneo de Katam, quien lo identificó como una copia del Liber Pestilentius, un grimorio que contiene una lista detallada de repugnantes enfermedades y pestes mágicas. Estaba escrito en Chillonés, un idioma que ni van Horstmann ni Katam entendían, además de que requería un ser bastante versado en el funcionamiento de las enfermedades para hacer uso de la magia contenida en el tomo Skaven. Aún así, Egrimm van Horstmann vio que le podría de ser de utilidad, así que guardó el infecto libro en una cámara secreta de su habitación.

El dominio de la magia de Egrimm van Horstmann había llegado a tales alturas que pudo crear, sin que nadie se percatara, una cámara secreta dentro de su habitación privada, un espacio escondido dentro de los pliegues de la realidad. Esta sala fue creada por Egrimm para un propósito específico, pero por el momento, la usaba como un lugar seguro para el estudio de la Magia Oscura y almacenar artefactos profanos, libre del riesgo de ser descubierto y sufrir graves repercusiones.

La oportunidad de hacer uso del Liber Pestilentius no tardaría en llegar. Van Horstmann fue requerido por el Cazador de Brujas Argenos, miembro de la Orden del Martillo Plateado, para acabar con La Mano Cerúlea, una secta de Nurgle que invocaba a demonios del Señor de la Plaga para que poseyeran a los miembros del culto.

No sería el único Hierofante que participaría. También estaba Verspasian Kant, quien era compañero de Egrimm desde que ambos ingresaron en el Colegio de la Luz. Aunque no estaba al nivel de van Horstmann, Kant seguía siendo un hechicero altamente consumado, encaminando sus estudios para un maestro exorcista. Para esta misión, Kant utilizaría un ritual de exorcismo que Van Horstmann había presentado a los exorcistas de la Orden de la Luz tras sus transcripción de la mayor obra de Egelbert Vries.

Con el apoyo de ambos magos, los agentes del Martillo Plateado asaltaron el lugar donde la Mano Cerúlea se reunía para celebrar sus repugnantes rituales, y como esperaban, se enfrentaron a cultistas que estaban poseídos por Demonios de Nurgle. Con sus poderes Van Horstmann y Kant expulsaron a las entidades demoníacas de sus anfitriones humanos y luego, usando el ritual de su compañero, Kant desterró a los demonios de vuelta al Reino del Caos.

Sin embargo, sin que lo supiera, los demonios fueron transportados en secreto y atados al rompecabezas mágico de Egrimm van Horstmann. Cuando este regresó a su santuario secreto de su habitación, liberó a uno de los demonios, un demonio-gusano llamado Morkulae, el Copero de Nurgle. El demonio de la plaga estaba furioso por su encarcelamiento, pero van Horstmann le mostró que todo su cuerpo estaba adornado con contrato tras contrato que hizo con innumerables entidades demoníacas, incluidos representantes de todos los principales Dioses del Caos, incluido Nurgle.

Esto significaba que Morkulae estaba sometido a Van Horstmann, y por tanto debía cumplir su voluntad. Para su fortuna, su primera orden fue de gran agrado. Egrimm le entregó el Liber Pestilentius a Morkulae y le ordenó que inventara una nueva enfermedad que usar en Altdorf. Le aseguró que se le enviarían a otros de su clase para ayudarlo, ya que todos los que son desterrados por los exorcismos de la Orden de la Luz son enviados a la prisión que era su caja puzle, y al hacerlo estaban obligados obedecerlo gracias a los contratos que había hecho con sus dioses.

El plan de van Horstmann no tenía la intención de infectar toda la ciudad, sino lugares muy concretos que fácilmente podrían ponerse en cuarentena, pero que desatara el pánico en las otras partes de la ciudad que estaban relativamente seguras. Este aspecto del plan tuvo mucho éxito, ya que muy pronto se produjo una perturbación general entre los habitantes de Altdorf, que llamaron a esta nueva peste como la Putrefacción de los Dioses.

Los hierofantes de la Orden Blanca fueron llamados con frecuencia para ayudar a detener la propagación de la infección con su luz purificadora, pero incluso con eso, poco podían hacer para detener la infección por completo. Esto generó una mayor presión sobre la Orden Blanca, todavía sin líder, dándole la oportunidad a van Horstmann de ganarse el favor de los demás hechiceros de su orden, mediante sutiles gestos y obsequios.

Van Horstmann tomó medidas concretas para ganarse el favor de su maestro y mentor original. A pesar de que ya lo había superado en rango y habilidad, van Horstmann le obsequió al Maestro Salmodiador Alric un elaborado órgano de tubo que, armonizaba perfectamente a los acólitos en los cánticos que hacían circular la magia por todo el Colegio de la Luz. Esto es algo que Alric siempre había deseado, y le agradeció humildemente a van Horstmann por este regalo que jugaría en la universidad en los años venideros.

El renombre de Van Horstmann dentro del Colegio de la Luz creció con cada pequeño acto como este, pero su golpe maestro no tardaría en llegar.

Ascenso a Magister Patriarca[]

Egrimm van Horstmann informó a los restantes hechiceros de su Orden sobre algunos "rumores" que aseguraban que el origen de la Putrefacción de los Dioses se había originado en un Jardín de Morr en algún lugar dentro de la ciudad. Usando un dispositivo de su creación, Egrimm y un grupo de Hechiceros de la Luz descubrieron un aura oscura emanando de la cripta familiar de los Salenharr, una rica, poderosa y muy influyente familia de burgomaestres de la ciudad.

Cuando se disponían a entrar, la puerta de la tumba se abrió de golpe, y de allí salieron los enfermizos cadáveres ambulantes del largo linaje de la familia Salenharr, controlados por entidades demoníacas. Los hechiceros de la Luz estuvieron a punto de verse abrumados por los No Muertos, pero Egrimm van Horstmann desató un poderoso conjuro de luz sagrada que carbonizó a los cadáveres, incluso dejó aturdidos a algunos de los demás hechiceros veteranos. Eliminada la amenaza, descendieron a la tumba, y en un ataúd abierto encontraron el Liber Pestilentius.

Todo aquello había sido una astuta maquinación de Egrimm van Horstmann para aumentar su prestigio entre sus pares y su propio poder. Sin el conocimiento de los demás hechiceros, fue el propio van Horstmann quien dejó allí el Liber Pestilentius antes de su "descubrimiento". Cuando los cadáveres fueron destruidos, los demonios que los poseían fueron transportados a la caja prisión mágica, aumentando su colección de demonios cautivos obligados a obedecerlo.

El engaño había funcionado a la perfección. Las culpas de la aparición y propagación de la enfermedad cayeron sobre los Salenharr, a quienes se les acusaron de ser practicantes de magia oscura, y fueron presas de duras investigaciones por parte de los Cazadores de Brujas. Mientras tanto, Egrimm van Horstmann fue elogiado por todos, y en virtud de sus logros y habilidades mágicas, fue llamado a tomar una posición esencial dentro de la Orden que ya llevaba demasiado tiempo vacante.

Egrimm van Horstmann fue proclamado como nuevo Magíster Patriarca de la Orden de la Luz.

Desde su nueva posición, el perverso patriarca obró su maldad en la oscuridad durante tres años, sembró las semillas de la corrupción en los corazones de muchos aprendices y magísteres de la Orden Luminosa, y muchos de los iniciados más prometedores de la orden se perdieron en las sombras que Horstmann proyectó sobre ella. Su habilidad a la hora de tejer una perversa magia era tal, que Horstmann podía alterar sutilmente muchos de los rituales de la orden, redirigiendo sus por lo demás benévolos poderes para satisfacer sus propios fines.

Y lo más ultrajante de todo es que Horstmann llegó a utilizar las energías conjuradas por los coros de aprendices que trabajan en las cámaras inferiores de la Pirámide de la Luz, cámaras que habían permanecido selladas desde que Teclis de Ulthuan, fundador de los Colegios de la Magia, las crease como prisión para algunas de las criaturas y artefactos más terribles de la última Gran Incursión del Caos. Uno a uno, Horstmann venció los cierres mágicos de las cámaras hasta revelar los secretos prohibidos que contenían.

Es imposible valorar los daños provocados, o los horrores liberados en el mundo por el Patriarca antes de que su maldad fuera descubierta por los Inquisidores de Sigmar y el Gran Teogonista Volkmar.

La Gran Traición[]

Desde hacía un tiempo, el Magister Verspasian Kant llegó a sospechar del rápido ascenso de Egrimm van Horstmann en la Orden de la Luz, y su instinto mágico le dijo que no todo era lo que parecía con él. Investigó en el mas absoluto de los secretismos los pasos dados por Egrimm y terminó revelando la oscura verdad del ahora Magister Patriarca.

Muchos de los preciados tomos y códices de la Orden de la Luz que habían desaparecido misteriosamente habían estado en manos de van Horstmann. Encontró rastros de demonología y magia oscura en muchos de los hechizos que había empleado Egrimm tanto en el Jardín de Morr como en el templo de Shallya. Y tras una ardua investigación descubrió que el supuesto ritual de exorcismo que Egrimm había realizado al descifrar los códigos de Egelbert Vries, en realidad no desterraba a los demonios de vuelta al Reino del Caos, sino que eran esclavizados.

Todo esto confirmó sus temores de que el Magister Patriarca Egrimm van Horstmann era un adorador de los Dioses del Caos, y que trataba de pervertir a la Orden Blanca para sus oscuros fines.

Kant informó al Gran Teogonista y al Cazador de Brujas Argenos de esto, y rápidamente se formó una fuerza de miembros de la Orden del Martillo Plateado para detener al magister traidor. Contaron con el apoyo y los recursos de la Casa Salenharr, que fueron perdonados sumariamente después de que Kant presentara pruebas de su inocencia, y ahora clamaban venganza contra el que había mancillado la tumba de sus antepasados y empañado su apellido.

Liderados por Kant y Argenos, aquella fuerza se dirigió inmediatamente a la Pirámide de la Luz a detener a van Horstmann. El Maestro Salmodiador Alric y los otros hechiceros estaban totalmente incrédulos ante esto y se negaban a creer semejantes acusaciones de la traición del Magister Patriarca de la Orden de la Luz. Sin embargo, Egrimm van Horstmann ya había previsto que aquella situación estaba destinada a ocurrir, así que liberó a todos los Demonios que había estado acumulando, convirtiendo el propio Colegio de la Luz en un campo de batalla, antes de descender a la cámara acorazada subterránea para liberar el gran poder que estaba encerrado allí.

Los demonios se cobraron un alto precio en vidas, pero finalmente fueron rechazados por el poder combinado de los hierofantes y Cazadores de Brujas, si bien su papel solo era el de retrasar a sus enemigos y disminuir su numero, algo que hicieron muy bien. El demonio de Tzeentch Hiskernaath fue capturado con dardos de luz pura y torturado con agua bendita para que confesara donde estaba Egrimm, no tardando en decirles a donde se dirigía.

Egrimm van Horstmann por John Blanche

Mientras Argenos junto a sus soldados y algunos hechiceros de la orden que aún eran leales a sus honrados principios fueron tras él, Kant y Alric, ahora convencidos de la traición, se dirigieron al lugar de donde habían surgido los demonios: la antigua habitación de van Horstann. Investigando la estancia, el Maestro Salmodiador encontró el santuario secreto de van Horstmann. Allí no había nada, salvo algunos cómodos cojines y estanterías. Usando su magia, Egrimm pudo ver a Alric en la sala que había preparado para él, y antes de que nadie pudiese reaccionar, cerró la puerta, atrapando a su antiguo maestro allí. Egrimm se sintió satisfecho; una vez más, el giro de los acontecimientos había salido tal como estaba planeado.

El grupo liderado por Argenos consiguió darle alcance. El Cazador de Brujas acusó a Egrimm van Horstmann de practicar magia prohibida y confabular con demonios, declarándolo culpable de todos esos cargos y ordenándole que se rindiera y recibiera el castigo en el santo nombre de Sigmar. La respuesta de Egrimm van Horstmann fue la de atacarlos. Se produjo una nueva batalla donde Egrimm usó tanto magia de la luz como Oscura para acabar con sus enemigos, y no sin grandes dificultades acabó con el Cazador de Brujas, sus subordinados, y varios de sus antiguos compañeros hechiceros. Aunque agotado y herido, usó su magia para comunicarse con la persona responsable de que llevase todas sus acciones a lo largo de su vida hasta aquel punto: el Maestro Salmodiador Alric.

Egrimm le reveló a Alric quien era; el niño que había sobrevivido al pozo de la serpientes, aquel inhumano experimento suyo y de su esposa Albreda en la que su hermana Lizbeta murió. Van Horstmann había dedicado toda su vida desde el principio para lograr su objetivo final: verle a él a y su esposa sufrir por lo que habían hecho. Alric trató de rogar perdón, pero van Horstmann ignoró sus súplicas. Le reveló a Alric que ahora estaba atrapado en un espacio aislado del resto del mundo mortal. Allí el tiempo no fluiría, no envejecería ni sentiría hambre o sed, pasaría una eternidad volviéndose loco lentamente dentro de aquella habitación. Pero eso no era el único tormento que le tenía reservado.

Había hecho que el demonio Morkulae elaborara una cepa particular de la Putrefacción de los Dioses solo para Albreda, una cepa que le destruiría y a la vez extendería su vida natural, maximizando su tormento. Por si eso no fuera suficiente, dispondría de tres “ventanas” para ver tres cosas en específico: en una vería la lenta agonía de su esposa, en otra vería su tan amado órgano musical cubrirse de polvo y oxidarse, totalmente abandonado sin que él ni nadie lo tocara, y por último, vería la ciudad de Altdorf crecer y menguar, ser quemada y reconstruida, el mundo que conocía cambiaría constantemente por los siglos de los siglos; Alric vería todo por lo que se había esforzado, todo lo que amaba, marchitarse por toda la eternidad.

Con un último grito de pura angustia de Alric, Egrimm van Horstmann cortó su conexión y siendo la última persona con la que Alric habló. Su tan ansiada venganza por fin se había cumplido y, sin embargo, van Horstmann no sabía exactamente cómo se suponía que debía sentirse. ¿Triunfante? ¿Exaltado? Tan consumido había estado planificando aquella compleja maraña para obtener la venganza que nunca se había parado a pensar en como se sentiría una vez la hubiese cumplido. Decidió dejar esos pensamientos para más tarde, ahora tenía que escapar, y también había planificado el método para ello.

Además de para almacenar objetos mágicos de gran poder, las cámaras acorazadas debajo de la Pirámide de la Luz también servían de calabozo para un enorme Dragón del Caos conocido como Baudros. Durante la época de la Gran Guerra contra el Caos, Teclis y varios de sus discípulos se habían enfrentado a la bestia bicéfala, sin embargo no pudieron destruirla, así que Teclis se vio obligado a encerrarlo en un prisión mágica, sobre la que se construyó el Colegio de la Luz. La mayor defensa contra su liberación era que su ubicación fuese secreta y que ningún mortal conocía su paradero... ningún mortal salvo Egrimm van Horstmann.

Egrimm van Horstmann nunca tuvo la intención de escapar de la Pirámide de la Luz a pie, y cuando hizo su pacto con Tzeentch hacía tanto años, el Dios del Caos de la magia le dijo a van Horstmann cual sería su medio de escape. Usando Magia del Caos, Egrimm liberó al Dragón de su encierro. Frente aquella encarnación de la muerte, Egrimm van Horstmann le ofreció a Baudros un pacto: si el Dragón del Caos le ponía a salvo, el le ayudaría a vengarse de Teclis y los Altos Elfos.

En respuesta, una de las cabezas permitió que van Horstmann se le subiera encima, y una vez afianzado, el Dragón del Caos se lanzó hacia el techo de la cámara, destruyendo pisos y pisos de la Pirámide hasta que emergió arrasándolo todo del pináculo de la misma. Baudros alzó el vuelo, proyectando la enorme sombra de su su forma alada y bicéfala sobre toda la ciudad de Altdorf, antes de dirigirse al norte, hacia los Desiertos del Caos.

Esclavo de Tzeentch[]

Sin embargo, sin que Egrimm van Horstmann lo supiera, el Cazador de Brujas Argenos todavía estaba vivo, al igual que Hiskernaath. Justo cuando van Horstmann estaba liberando a Baudros, el demonio de Tzeentch, con el cuerpo destrozado, llegó hasta el agonizante Cazador de Brujas y le susurró unas palabras al oído. Cumplido esto, Tzeentch le permitió de regresar al Reino del Caos. Estas únicas palabras las repitió el Cazador de Brujas antes de morir, palabras que solo Baudros pudo escuchar.

“Ala Astillada”

Montado en el Dragón del Caos, van Horstmann viajó a una velocidad increíble, llegando en poco tiempo a Kislev. Mientras se aproximaba al Territorio Troll, una de las cabezas se rebeló, atacándolo a él y a la otra cabeza por accidente. Consternado y confuso, Egrimm le gritó al Dragón que aún tenía la obligación de cumplir el pacto que hizo con él, pero la cabeza rebelde le contestó que había hecho un trato con Baudros, pero él era Ala Astillada.

Antes de que el Caos le corrompiera y partiera su cabeza en dos, él había sido Ala Astillada; un poderoso Dragón que hace muchos siglos, cuando estaba a punto de morir, hizo un pacto con una entidad demoníaca, que a su vez, usó su cuerpo y sometió el espíritu y la voluntad del poderoso Dragón. Pero al escuchar su nombre, Ala Astillada recordó quién era. Juró hacer que los Dioses del Caos pagaran por transformarlo en una abominación, comenzando con van Horstmann.

Portada Libro Egrimm van Horstmann por Cheol Joo Lee

Antes de que pudiera reaccionar, Egrimm van Horstmann fue envuelto en el fuego negro de la bestia draconiana, quemando por completo su cuerpo. Sin embargo, de alguna manera aún vivía, y pudo ver como la otra cabeza de Baudros aprovechaba la distracción de Ala Astillada para atacarlo y derrotarlo. La cabeza de Baudros se volvió entonces hacia el agonizante van Horstmann y le habló con una voz que no era la suya, sino la de un poder mucho más distante y poderoso.

Baudros le aseguró que lo que quedaba de Ala Astillada había muerto, pero que él no tardaría en seguirlo. Moriría y solo le esperaría el olvido. Sin embargo, Tzeentch le ofrecía la oportunidad de salvarse a cambio de entregarse por completo a él. En el fondo, sabía que no se negaría, pues van Horstmann no estaba dispuesto a permitir que su genio fuese extinguido.

Egrimm van Horstmann comprendió en ese momento que siempre había sido una marioneta cuyos hilos habían estado manejados por Tzeentch, y que finalmente había llegado el día en el que le tendría que pagar al Dios del Caos lo que le correspondía: su alma. Con gran dolor, van Horstmann aceptó, y el dragón lo llevó a una fragua en Norsca donde su cuerpo fue restaurado con una armadura del Caos, con la que nunca más volvería a sentir dolor.

El Maestro de La Cábala[]

Desde entonces, con sus corruptos acólitos, Egrimm formó La Cábala, quizá la más poderosa de todas las Hordas de Tzeentch. Estos siniestros hechiceros-guerreros de Tzeentch veneran a Egrimm van Horstmann como su señor. Egrimm no ansía otra cosa más que el dominio del mundo y la destrucción de los Colegios de la Magia en el proceso. Es un gran conspirador, sólo inferior a su amo Tzeentch. Sus acólitos están por todas partes, y muchos de los secretos, sectas y cultos del Viejo Mundo están controlados por van Horstmann. Este tipo de tramas y conspiraciones satisfacen en gran medida a Tzeentch, que ha recompensado generosamente a van Horstmann, convirtiéndolo en su servidor favorito.

A partir de este punto es difícil conseguir información fiable sobre van Horstmann. Se sabe que ha creado una ciudadela fortificada en los Desiertos del Caos, en los márgenes de las Colinas Aullantes. Ha convocado a muchas almas corruptas a estas relucientes torres de plata, la mayoría de las cuales son los mismos colegiados a los que pervirtió con sus maquinaciones. Según algunas leyendas, el primero en responder a su llamada fue sacrificado para crear el temible estandarte del Ojo Fulminante, asesino de mortales y símbolo de la devoción de van Horstmann a Tzeentch. Sea cierto o no, a las torres de Egrimm no cesan de llegar peregrinos hambrientos de poder, dispuestos a sacrificar sus almas para convertirse en aprendices del traidor.

Fin de los Tiempos[]

Fin trans
El trasfondo de esta sección o artículo se basa en la campaña de El Fin de los Tiempos, que ha sustituido la línea argumental de La Tormenta del Caos.

Separado de la forma mortal por la muerte de Ungrim Puñohierro, Aqshy, el Viento del Fuego, barrió sin dominio a través de los cielos lejos a través de las Montañas Grises. Buscó a otro anfitrión, pero no pudo encontrar ninguno a su gusto. Muchos hechiceros percibieron su poder sobre la brisa y trataron de encadenarlo, encerrar su esencia dentro de sí mismos, pero el Aqshy era una fuerza primitiva de magia, e incluso los más poderosos no podían vencer su ardiente independencia. En los túneles por debajo de la arruinada Altdorf, Egrimm van Horstmann hizo innumerables sacrificios, reforzando su propio poder con almas robadas, pero aún el dominio sobre el Viento de Fuego lo eludió. Tan pronto como el hechicero tomó el Aqshy en su cuerpo, éste volvió a liberarse, con la fuerza de la separación quemando su cuerpo hasta convertirlo en un crujido ennegrecido y sin vida. Otros lo intentaron y fracasaron, con resultados igualmente horribles, pero todavía el Aqshy ardía y corría por el cielo, mientras buscaba su destino.

Conflictos de Canon[]

  • En la novela "Van Horstmann", la traición Egrimm van Horstmann es descubierta pocos días después de convertirse en el Magister Patriarca del Colegio de la Luz, al contrario de unos pocos años después como indican las restantes fuentes. Tampoco se menciona a los hechiceros corrompidos.
  • En los Libro de Ejercito de los Guerreros del Caos de la 7ª y 8ª edición establecen que la traición tuvo lugar en el año 2457, que corresponde a la regencia del emperador Luitpold I. En cambio, en el libro "Altdorf: Corona del Imperio" de la 4ª edición de rol fecha la traición en 2507, con Karl Franz ya en el trono. Por su parte, la novela "Van Horstmann" nunca da una fecha clara, pero transcurre siglos antes pues el emperador reinante no pertenece a la Casa Holswig-Schliestein, siendo de una dinastía anterior a esta pero sin especificar cual.

Objetos Mágicos y Habilidades[]

Siendo uno de los campeones favoritos de Tzeentch, es un poderoso Hechicero del Caos y maestro de los Demonios, Egrimm van Horstmann es, con mucho, uno de los Campeones del Caos más poderosos y disciplinados que jamás haya caminado por el mundo. Capaz de dominar el Viento de Hysh simultáneamente con el arte mucho más oscuro de la Magia del Caos, e incursionando en la demonología desde que era solo un joven Magister en secreto, su destreza arcana solo puede haberse multiplicado desde que se entregó por completo a Tzeentch. Un magistral creador de pactos demoníacos y conspirador de intrincados esquemas, las tácticas y artimañas de van Horstmann son tan mortales como cualquier rayo mágico o llama demoníaca que pueda conjurar.

Egrimm van Horstmann es el favorito de Tzeentch, y a menudo utiliza pactos que ha hecho con los Demonios del Arquitecto del Destino y los otros Dioses del Caos principales. Se dice que mirar la carne desnuda de van Horstmann es invitar a la locura, ya que grabado en todo su cuerpo hay un texto interminable de contratos inquietantes que se arremolinan, giran y cambian de forma antinaturalmente si se miran demasiado tiempo. Dichos contratos lo han vinculado a un número igual de Demonios, no solo limitados a aquellos que sirven a Tzeentch.

A continuación se incluye una lista del equipo más importante que porta van Hosrtmann y otras de sus posesiones más destacables.

Miniatura[]

Curiosidades[]

  • Egrimm van Horstmann es sin dudas el campeón mortal de Tzeentch más poderoso del mundo.
  • Por muchos años, la miniatura de Egrimm fue la más cara en puntos del juego, siendo de 1146 puntos si se incluía con su montura en 5ª Edición.

Fuentes[]

  • Suplemento: Paladines del Caos (5ª Edición), págs. 30, 32-33.
  • Warhammer Fantasy: Manual de 5ª Edición, pág. 95.
  • Warhammer Fantasy JdR: Reinos de la Magia (2ª Ed. Rol), pág. 88-89.
  • Ejércitos Warhammer: Guerreros del Caos (7ª Edición), pág. 41.
  • Ejércitos Warhammer: Guerreros del Caos (8ª Edición), pág. 15.
  • Liber Chaotica, págs. 310, 314.
  • Campaña: The End Times V - Archaon, pág. 101.
  • Novela: Van Horstman, por Ben Counter.
    • Cap. 1: The Grave of Ostermark.
    • Cap. 2: The City of Illuminators.
    • Cap. 3: The Jester.
    • Cap. 4: Dead Man’s Robe.
    • Cap. 5: The Gilded Forge.
    • Cap. 6: Upon A Throne Of Lies.
    • Cap. 7: Shallya Wept.
    • Cap. 8: The Order of Death.
    • Cap. 9: Drufenhaag.
    • Cap. 10: Pestilentius.
    • Cap. 11: The Hand Cerulean.
    • Cap. 12: The Garden of Morr.
    • Cap. 13: Tyrant.
    • Cap. 14: Battle.
    • Cap. 15: The Key of Isha.
    • Cap. 16: Black Mirror Broken.
    • Cap. 17: Commandment.
    • Cap. 18: Splinterwing.
  • Warhammer Fantasy JdR: Altdorf: Crown of the Empire (4ª Ed. Rol), pág. 16.
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