Hermanas de la Matanza

"Las Hermanas de la Matanza son criaturas instintivas, imposibles de predecir e insondablemente letales."

—Anónimo

Las hermanas luchan como viven, aprovechando cada momento, sin planear cada uno de sus mortíferos tajos y letales estocadas hasta el mismo instante en que los ejecutan.

Quienes no han visto a las Hermanas de la Matanza practicando su fluido oficio se mofan de su talento y se niegan a creer que el mero instinto, por muy afinado que esté, pueda sustituir a la disciplina y el entrenamiento. Estas dudas solo duran hasta que el incrédulo ve a una sola Hermana hacer pedazos a un trío de Demonios sin ninguna ayuda, o asiste a la destrucción de una Quimera furiosa a manos de un puñado de gladiadoras con un patrón de ataques tan artísticamente sublime como imposible de predecir.

Descripción[]

Hay numerosos salones que ofrecen espectáculos malignos en Naggaroth, pero pocos reciben el mismo patronazgo entusiasta que las arenas de gladiadores. En cada ciudad hay al menos un anfiteatro donde se libran combates a muerte para divertimento de la multitud sedienta de sangre. En sus arenas cubiertas de huesos, los gladiadores luchan con traidores, monstruos y esclavos narcotizados. Para quienes se dedican a ello como profesión en lugar de como castigo, se trata de una vida frenética que solo ofrece gloria y supervivencia como recompensas por la victoria.

Las Hermanas de la Matanza se cuentan entre los primeros gremios de gladiadores y son las reinas indiscutibles de la arena. Antaño no eran más de una docena, las hijas proscritas de una casa caída en desgracia que decidieron ofrecer sus vidas a Eldrazor, Señor de los Filos, para que este las favoreciera en su búsqueda de venganza. Ahora, con su venganza bien marcada en los huesos de quienes traicionaron a su familia, las Hermanas cuentan con millares de guerreras expertas dispersas por todas las grandes ciudades y su leyenda ha llegado a las orillas de tierras lejanas. Eldrazor, por su parte, está satisfecho con los frutos de su mecenazgo: siempre fue el paria casi olvidado del panteón Élfico, pero, con el ascenso de las Hermanas, su poder ha aumentado de manera considerable.

La mayoría de Hermanas pasan su vida entera en la arena, exhibiendo sus sangrientas artes marciales para la masa enfervorecida. No obstante, suele llegar un momento para algunas en que el combate ritual en la arena resulta aburrido y no les ofrece un reto. Así es como un Príncipe Oscuro afortunado puede recibir la oferta de una banda de Hermanas que desean probar sus habilidades en una batalla real. Pocos comandantes las rechazarían, ya que las Hermanas no piden botín a cambio de sus servicios, solo la promesa de que el enemigo será un auténtico desafío.

Numerosas incursiones de los Elfos Oscuros tienen a la cabeza un grupo de guerreras que ríen alegremente mientras danzan con una elegancia feroz. Muchos enemigos que se entrenan para combatir contra regimientos y muros de escudos son presa fácil. Las Hermanas no frenan su avance ante el enemigo, sino que saltarán sobre los escudos para caer dando tajos en pleno corazón de la formación. Instantes después, los supervivientes tirarán sus armas y huirán, sin más ánimo de lucha. Las Hermanas de la Matanza ya no se preocupan por ellos, y con sus ojos brillando con el gozo de la pelea, correrán hacia el siguiente enemigo, ansiosas y en busca de oponentes dignos de sus habilidades.