Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Hechicero de batalla Imperio Ámbar por Karl Kopinski

imagen ilustrativa

Padre Salvaje y magister patriarca de la Hermandad Ámbar.

Setanta Lobas es el Padre Salvaje de su orden chamánica. Vive con tres lobos en una caverna en las Colinas Ámbar, y sólo acude a Altdorf si es aviado para una convocatoria o por cualquier motivo importante. Se convirtió en Padre Salvaje hace ocho años, cuando el Padre anterior fue asesinado por el chamán de una manada de hombres bestias particularmente grande y airosa a la que había estado siguiendo.

Historia[]

Como está tan dispersa, nadie conoce realmente como sabe la Hermandad Ámbar cuándo reunirse para escoger a un nuevo Padre Salvaje. Los más ancianos y poderosos de todos viajan de todas partes del Imperio hasta las Colinas Ámbar para congregarse en la Cueva de la Elección. En la última ocasión, y después de tres semanas de cánticos rituales, danzas y búsquedas de visiones, los grandes magister escogieron a Setana como Padre Salvaje.

Se sabe muy poco de la historia de Setanta, y él no se muestra muy inclinado a hablar de ella. Recientemente, el Patriarca Supremo le pidió que ayudase a un sacerdote de Sigmar llamado Ritcher Kless en sus investigaciones sobre las costumbres y métodos de los hombres bestia. Es evidente que Setanta procede de un trasfondo muy instruido, pues aunque su mano era fina e inexperta, escribió un artículo largo y con muy buena expresión para Ritcher, para luego marcharse de nuevo a las colinas Ámbar.

Setanta ya no tiene pelo en su cabeza ni su rostro, sino el vello corto y grisáceo en su cabeza y mandíbula. Sus ojos también son similares a los de un lobo, y reflejan fantasmagóricamente la luz de su fuego en la oscuridad de la noche. Viste principalmente con pieles de lobo, pero para los rituales más importantes o la guerra se atavía con un excelente tocado de cuernos de ciervo, lo cual hace parecer un mortífero avatar del mismísimo dios Taal.

A Setanta le disgusta mucho la gente, y le importan bien poco los asuntos de los moradores de ciudad, aunque siente un gran cariño por el Imperio y sus tierras. Al ser un hombre fiel a su palabra y sus obligaciones, el magister Lobas se toma su juramento de lealtad al Imperio tan en serio como cualquier otro voto que haya realizado jamás. Prefiere no recibir visitas.

Fuente[]

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