Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Cantor sigmarita.

"Levanto mi voz en la canción para levantar el ánimo de nuestros fieles y la energía de nuestro dios."

Cantor anónimo

Los cantores son vocalistas de gran talento que han consagrado sus vidas a la interpretación en coros de templos y durante rituales. Los cantores son los encargados de dirigir al coro durante los servicios, además de instruir a cada uno de sus componentes. Algunos también son músicos consumados y componen nuevos himnos de alabanza a sus deidades.

Además de entonar cánticos, muchos cantores tienen la capacidad de realizar encantamientos y mantras que ayudan a los sacerdotes en la celebración de sus rituales divinos; para las ceremonias más poderosas, un sumo sacerdote podría requerir la presencia de muchos cantores. El símbolo más común del oficio de un cantor es una vara corta con la que golpean el suelo (o a los coristas que se van del tono) para llevar el ritmo de la música cuando dirigen al coro. Un cantor experto puede mejorar la reputación de un templo y de sus sacerdotes sin apenas proponérselo.

El Coro

Muchos servicios religiosos contienen himnos y demás cantos de alabanza. En la mayoría de los templos son recitados por la congregación, pero algunos tienen la suerte de contar con un coro de talentosos cantantes que prestan sus voces a las ceremonias. Estos coristas también ayudan a los clérigos en sus ritos recitando y cantando al unísono.

Sólo los más grandes y prósperos templos emplean coristas profesionales; los más célebres de todos ellos son los denominados cantores. No todos los cultos disponen de coros; normalmente sólo se utilizan en templos de Sigmar y Shallya, aunque los ulricanos y los myrmidianos a veces organizan coros marciales que recitan himnos bélicos y cánticos de batalla.

En Memoria

Geheimnisnacht está sobre nosotros, la gloria sea con Morr, el Gran Cuervo.

Eckhardt von Rach levantó los ojos grises hacia el cielo nocturno, agradecido por las lunas llenas que adornaban la Noche del Misterio. Esta era su primera noche sagrada como Cantor del Oculto Jardín de Morr, sería la primera vez que su nuevo himno, "La Oda del Cuervo", se llevaría a cabo.

"Que el Señor de los Sueños y Presagios acepte esta escasa ofrenda de palabras y canto para anunciar la llegada de una gran alma a su custodia como Dios de los Muertos. En esta noche, enterramos al Señor Varrakhen, y esta oda es en su honor y el tuyo, milord".

Sus pesadas túnicas de cantor evitaron el frío del otoño, aunque la capucha echada hacia atrás no podía proteger su cabeza tonsurada. Eckhardt sintió la brisa arremolinarse en torno a él cuando dio el último paso al estrado, mirando hacia arriba al coro que había montado a partir de los pueblos de los alrededores.

Un grupo heterogéneo en el mejor de los casos, y joven, pero sus voces se adaptan a mis necesidades. No es necesario que comprendan plenamente la gloria de Morr - sólo tienen que llevar una melodía y dejar que viaje con ellos. Mi fe y mi piedad será suficiente para todos nosotros.

Los siete sacerdotes detrás de él comenzaron la letanía de Morr, la última oración funeraria entonada entre el sumo sacerdote y los seis sacerdotes que llevaban el ataúd. Los asistentes funerarios fueron quedándose en silencio, por respeto al hombre muerto delante de ellos y al gobernante del Inframundo que les rodeaba, con su jardín de tumbas enclavado dentro de este claro del bosque.

Mientras los cuatro sacerdotes bajaban el ataúd a su tumba, el sumo sacerdote terminó la letanía de Morr. Eckhardt levantó las manos y mientras Accolo cerraba su libro de oraciones, las voces de soprano llenaron el aire alrededor de ellos, seguidas sucesivamente por los altos y bajos de cada uno de sus cánones.

"La potencia de nuestras voces pueden convocar, puede usarse para un propósito mayor que el simple réquiem de un noble. Que este himno otorgue un poder sagrado para soñar, no sólo para la muerte".

Eckhardt dejó que su propia voz de barítono se uniera al coro, con su cayado de cantor sonando sobre el mármol gris para recalcar el estribillo de su himno. En honor a los fallecidos y sus sueños.

ORIGINAL: Geheimnisnacht is upon us, glory be it to Morr, the Great Raven.

Eckhardt von Rach raised grey eyes to the night sky, thankful for the full moons that graced the Night of Mystery. This, his first holy night as cantor for the Shrouded Garden of Morr, would be the first time his newest hymn, “Raven’s Ode,” would be performed.

May the Lord of Dreams and Portents accept this meager offering of words and song to herald the coming of a great soul to his keeping as God of the Dead. On this night, we bury Lord Varrakhen, and this ode is in his honor and yours, milord.

His heavy chorister’s robes staved off the autumn chill, though his thrown-back hood could not protect his tonsured head from it. Eckhardt felt the breeze swirl about him as he stood on the last step of the dais, looking up at the choir he’d assembled from the surrounding villages.

A motley bunch at best, and young, but their voices suit my needs. They need not fully understand the glory of Morr – they need only carry a tune and let it travel to him. My faith and my piety shall be enough for all of us.

The seven priests behind him entered Morr’s Litany, the final funerary prayer intoned among the high priest and the six priests bearing the coffin. The funeral attendants were properly silent, in respect for the dead man in front of them and the ruler of the underworld around them, his garden of tombs nestled within this forest clearing.

Eckhardt listened closely, remembering the long-ago studies that burned the Walk of the Dead and its cadences into his head. He remembered its path from services he performed, always treading exactly 116 steps from the start of the litany to the dead man’s final rest.

As the four priests lowered the coffin into its tomb, the high priest finished Morr’s Litany. Eckhardt raised his hands and as Accolo closed his prayer book, soprano voices filled the air around them, followed by the altos and basses with each their canons in turn.

The power our voices can summon, may it be put to grander purpose than merely a noble’s requiem. May this hymn grant holy power to a Dream, not just a Death.

Eckhardt let his own baritone voice join the chorus, his cantor’s staff ringing off the grey marble to punctuate his hymn’s refrains. In honor of the deceased and his dreams.

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Miembro a cargo: snorri Fecha de inicio: 10-05-16 Estado: Esperando revisión


Fuentes

  • Warhammer Fantasy JdR: Tomo de Salvación (2ª Ed. Rol).
  • Warhammer Fantasy JdR: Career Compendium (2ª Ed. Rol).
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