Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Grafsmund-Nordgarten Casa

"¡Y yo digo nosotros llegamos primero. Será mejor que os larguéis!"

La discusión duraba ya más de quince minutos, y ninguna de las partes estaba dispuesta a retirase de su posición. Reinhold retiró su cara del apestoso aliento de su adversario de rostro escarlata, el líder de la banda de Enanos. Los Enanos eran famosos por su tozudez, y ese individuo parecía dispuesto a demostrar que esta reputación estaba muy bien fundamentada. Los líderes de ambas bandas disponían de guerreros repartidos por la totalidad de las ruinas del gran salón. Las Ballestas de ambos bandos estaban cargadas y apuntaban a los miembros de la otra banda. La tensión se reflejaba claramente en los rostros de los humanos. Los Enanos, sin embargo, parecían extrañamente tranquilos.

De repente, la puerta se abrió de golpe, empotrando en la pared a uno de los miembros de la banda de Reinhold. A través de la puerta, por la que pasaba con grandes dificultades a causa de su increíble tamaño, estaba entrando un Ogro. La criatura se detuvo en cuando entró totalmente en la habitación. Su figura era realmente temible, y el hombre situado a su izquierda apenas pudo reaccionar cuando el Ogro le arrancó la ballesta de las manos y la aplastó con su gigantesco puño.

"¡Ah, ya estás aquí. Ronch!" -gritó el líder de la banda de Enanos, con una sonrisa surcando profundamente sus habitualmente duras facciones-. Me preguntaba dónde te habías metido. Estos caballeros querían obligarnos a que nos marcháramos. Hazles comprender que vamos a quedarnos".

"¡RONCH, MATAR!" -gritó el Ogro. Tiró los restos de la ballesta a través de la habitación y empuñó su gigantesca espada dispuesto a partir por la mitad al ex-ballestero. Su pobre victima estaba paralizada por el miedo y no pudo hacer nada para evitar su destino.

Afortunadamente para él, no tuvo necesidad de ello; pues un instante después el Ogro se quedó quieto, con una mirada de shock y horror en su cara. La boca de la criatura se movió lentamente, pero no emitió sonido alguno. a continuación, el gigantesco bruto cayo de cara en el polvoriento suelo de la sala. De su espalda sobresalía una daga.

De pie en la puerta había un hombre. Era un poco más bajo de lo normal, su mirada tenía un no sé qué indescriptible y ni rastro de una sonrisa en su cara. Podría pasar por el vanidoso hijo de un noble, si no fuera por el aspecto practico de sus ropas negras y la ausencia total de emociones en su mirada.

"¿Me echaban a faltar?" -preguntó Dirk, el asesino que Reinhold había contratado. El líder de la banda sonreía. Parecía evidente que, después de todo, iban a ser ellos los que se quedaran...

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