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La Reina Pálida

Ereth Khial es la diosa suprema del Inframundo y es grandiosa en poder, sólo superada por Asuryan. En los días anteriores al alzamiento de la Reina Eterna, Ereth Khial intentó seducir a Asuryan y cuando él la rechazó y la desterró por esa temeridad, huyó furiosa y robó las almas de los Elfos y las aprisionó en un pozo negro, conocido como Mirai. Se cuenta que si Ereth Khial se enfurece de nuevo, alzará a los muertos, que superarán en número a los vivos. Desde entonces ha sido una paria a ojos de los Elfos de Ulthuan. Por el contrario, es una deidad muy venerada en Naggaroth, pues los Elfos Oscuros ven su propia traición reflejada en el sino de la diosa.

La Reina Pálida nunca ha perdonado el desliz de Asuryan. Y como él está más allá de su alcance y los Elfos no, son ellos los que sufren la ira de Ereth Khial. Al ser la diosa suprema del Inframundo, es una criatura ansiosa de almas. Antes de la aparición de Slaanesh, era ella quien reclamaba las almas de los Elfos muertos, pues tenia la intención de forjar un ejército de muertos para deponer a Asuryan de su trono. Ahora, tiene que competir con el Principe Oscuro del Caos, para quien las almas de los Elfos son un suculento plato. Si un monolito élfico es destruido, Ereth Khial envía una especie de gigante espectral para que se apodere de las almas que pueda, y las arrastra a morar en el tormento eterno de Mirai. A veces tiene que contentarse con ese tipo de restos que pueda robar de la mesa del Príncipe Oscuro, u apoderarse de las almas que han escapado de su alcance. El robo del alma debe ser rápido, porque para Slaanesh ni siquiera la Reina Pálida tiene derecho a tomar las sobras más humildes de su mesa.

Las acciones de Ereth Khial la han apartado de la corte de Asuryan, pero muchas de las deidades oscuras de los Elfos la reconocen como su amante. Aun así, se la venera en Ulthuan. La mayoría de gente no implora bendiciones de Ereth Khial, sino la esperanza de evitar su atención, y por eso llevan ramas de raíz de bruja o de madera negra para evitar su mirada vengativa. Algunos elfos, sin embargo, creen que es mejor para sus espíritus soportar una eternidad de tormento, en lugar de hallar el olvido a través del ansia de Slaanesh, y así cortejan en secreto el favor voluble de la Reina Pálida.

Estas celebraciones deben mantenerse en secreto forzosamente, porque la adoración de Ereth Khial se considera señal de una mente enferma o mal adaptada. Los que están marcados por el tacto de la Reina Pálida inevitablemente son exiliados o encarcelados si sus terribles secretos quedan al descubierto, pero sus sacerdotes y celebrantes nunca han sido erradicados del todo de las costas de Ulthuan.

Sólo la Reina Pálida ofrece a los Elfos Oscuros la salvación del hambre de Slaanesh, porque forja sus ejércitos con las almas robadas de los Elfos muertos. Eso no significa que todos los Elfos que han perecido estén al servicio de Ereth Khial, ya que almas innúmeras permanecen vinculadas a los monolitos fronterizos y árboles, y un número aún mayor ya ha sido consumido por Slaanesh. Pero año tras año, el ejército de la Reina Palida crece. Un día, sus legiones sombrías destrozarán la presuntuosa creación de Asuryan en pago por sus insultos pasados.

Aunque a la mayoría de Elfos Oscuros no les importa lo más mínimo el destino de sus almas, algunos adoran a la Reina Pálida con fervor, a fin de asegurar que les socorrerá cuando la muerte les reclame. Creen que es mucho mejor estar ligado en humilde servicio al Inframundo que caer en el olvido de mano de Slaanesh. Pero son ideales equivocados por completo aunque, y probablemente esto no sea mucho consuelo, la mayoría nunca se percatará del error: como ya se ha dicho el Príncipe Oscuro no tolera que Ereth Kial le hurte las almas de los Elfos que, en su opinión, le pertenecen.

Sin embargo corre el rumor en Naggaroth de que hay un alma con la que Ereth Kial desea hacerse más que ninguna otra. La Reina Pálida ve en Malekith a un Consorte cuya crueldad es equiparable a la propia, y ha jurado que él será quien lidere algún día su rencoroso asalto final sobre la creación.

Los sirvientes más temidos de Ereth Khial son los Rephalim (espectros invisibles), criaturas que conducen las almas al inframundo y las mantienen prisioneras allí. Los seguidores Elfos Oscuros de Ereth Khial se esconden en la sociedad de Ulthuan. Realizan viles ceremonias, suplicando a la diosa que envíe a los Rephalim para llevarse a importantes consejeros, líderes militares y magos. Invocan a los avatares de Ereth Khial con ritos oscuros y los colocan sobre sus enemigos con talismanes únicos para cada víctima (efigies hechas usando pelos o sangre de su objetivo)

En Athel Loren, los espíritus oscuros acatan sus órdenes y escapan del Bosque Salvaje para atacar a los Arbóreos pues al parecer ella atesora sus almas indómitas por encima de todo.

Fuentes

  • Libro de Ejército Elfos Oscuros 7ª Edición
  • Libro de Ejército Elfos Oscuros 8ª Edición
  • Libro de Ejército Altos Elfos 8ª edición
  • Libro de Ejército Elfos Silvanos 8ª edición
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