Un Hierotitán es una estatua gigante animada cuya cara ha sido esculpida según el aspecto de una de las deidades nehekharianas de la muerte. Estos ídolos irradian una siniestra aura de magia, y según se dice aquellos que se colocan a su sombra pueden oír la risa cruel de los antiguos dioses.
Los Hierotitanes fueron construidos para permanecer en las cámaras superiores de las pirámides de los Reyes Funerarios. Según se creía, actuaban como espíritus guía responsables de acompañar a las almas de los reyes fallecidos en el trayecto que va del mundo mortal hasta el Reino de las Almas.
Por lo general, no se solía reparar en gastos a la hora de esculpir un Hierotitán, y su enorme mole se llenaba de incrustaciones de oro y gemas. En una mano el Hierotitán lleva un elaborado bastón, conocido como el Icono de Ptra, que muestra el jeroglífico del dios sol e ilumina su camino a través del abismo que separa el mundo mortal del Reino de las Almas. Esta luz mantiene a raya a los seres malignos que moran en la oscuridad, Demonios que de otro modo harían presa en las almas que vagan por aquel vacío. En su otra mano el Hierotitán lleva una gigantesca balanza, llamada Balanza de Usirian. De acuerdo con las leyendas, es con esta balanza con las que el dios del Inframundo juzgará el alma del rey, para ver si es digna de entrar en el reino de los muertos honorables o si, en cambio, merece ser arrojada a los ardientes pozos del Inframundo. Estos dos objetos están llenos de poderosos encantamientos, pues no en vano de ellos depende el destino que aguarda al espíritu eterno del rey. En la batalla el Hierotitán puede infundir a su bastón con la luz del dios del sol, causando que todos aquellos que se ven atrapados por su cegadores rayos ardan en llamas. De manera similar, puede liberar la energía contenida en la balanza para generar un par de etéreas garras que ataquen a sus enemigos y les arranquen el alma del cuerpo.
Enterrado en el pecho del Hierotitán está el cuerpo momificado de un antiguo sacerdote. Se trata de uno de los grandes sacerdotes del Culto Mortuorio que vivieron y murieron como hombres mortales, antes de que sus conocimientos les permitieran esquivar a la muerte y caminar eternamente por las tierras de Nehekhara. A lo largo de su vida, estos sacerdotes estudiaron el arte de la comunión con los dioses. De ese modo, igual que servían a su rey en vida, serían capaces de seguirlo haciendo en el más allá. Es el espíritu de uno de dichos sacerdotes, convenientemente ajustado mediante procedimientos mágicos, lo que permite al Hierotitán caminar en dos mundos a la vez, actuando como un conductor entre el reino de los vivos y el de los muertos.
A los ojos de un Hierotitán, el mundo se muestra como un sueño. Su misma presencia en el campo de batalla crea una conexión directa entre el mundo mortal y el Reino de las Almas, a través de la cual los dioses oyen los rituales de los Sacerdotes Funerarios. Cuando un Hierotitán camina por la tierra, la magia del Culto Mortuorio se beneficia de un gran aumento de poder. Regimientos enteros de soldados enemigos se pueden ver tragados por las arenas tras la pronunciación de un sencillo encantamiento, o pueden ser consumidos por una plaga de langostas del desierto tras leer una simple sílaba de un pergamino mágico.
Imágenes
Fuente
- Ejércitos Warhammer: Reyes Funerarios (8ª Edición).