Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Jaego Roth Dreadfleet por John Blanche

El capitán Jaego Roth es el cerebro, la fuerza impulsora de la Gran Alianza y el enemigo declarado de la Flota del Terror del Conde Noctilus. Culpando al Vampiro por la muerte de su familia, Roth no se detendrá hasta vengarse de su némesis.

Jaego Roth es el capitán del Heldenhammer, la nave insignia de la Gran Alianza, que se aventura en las peligrosas aguas del Cementerio de los Galeones para perseguir al Conde Noctilus. Pero esto no fue siempre así, ni la historia empieza de este modo.

Historia[]

El Capitán Roth fue antaño un corsario infame de la isla pirata de Sartosa, e hijo del famoso cartógrafo Indigio Roth, conocido como el Gran Cartógrafo de Tilea. La habilidad de Roth con el sable y su conocimiento del mar hizo que su reputación se extendiera a lo largo y ancho de los puertos del Viejo Mundo.

La historia del Capitán Roth y su ardiente necesidad de venganza contra la Flota del Terror dio comienzo en el barco de su padre, el Inspiración, un navío de guerra permanentemente atracado en el Puerto Herrumbre de Sartosa. Cuando el Gran Cartógrafo perdió ambas piernas debido al ataque de un Gigante Marino, decidió retirar su nave y sentar cabeza con su familia. Después de todo, el viejo y castigado explorador había ya trazado detallados mapas de todas las islas y costas del Viejo Mundo (y, si los rumores eran cienos, incluso de tierras que estaban muchísimo más lejanas). El Gran Cartógrafo era tremendamente respetado en Sartosa, aunque su esposa le abroncaba regularmente por llenarle la cabeza a su hijo Jaego con historias sobre maldiciones de No Muertos, y lugares surrealistas que se encontraban ocultos más allá del fino velo de la medianoche.

El joven Jaego fue criado entre los laberínticos corredores y camarotes vacíos del Inspiración. Cada superficie vertical y cada techo de aquel viejo barco estaban forrados de mapas y cartas náuticas; hasta la más raída alfombra mostraba imágenes de Arabia, Catai o los Reinos de Ind. Tales escenas de lugares lejanos y épicas aventuras tuvieron un profundo impacto en la mente del joven Jaego. El hijo del Gran Cartógrafo ansiaba llevar la vida de un señor de los piratas, y pasaba la mayoría de sus días en el mar, a bordo de uno de los botes de su tío, armado con una espada de madera y librando batallas contra monstruos imaginarios.

A medida que Jaego crecía, para irse convirtiendo en un líder poderoso y resuelto, la salud de su padre se deterioraba más y más, hundiéndolo lentamente en una senilidad llena de pesadillas. Al parecer; el viejo explorador estaba obsesionado con el último viaje que había llevado a cabo, y musitaba constantemente acerca de cementerios de barcos hundidos, terribles Vampiros y torbellinos de agua que tenían conciencia propia. En las tabernas, la teoría que corría al respecto era que el Gran Cartógrafo había visto demasiado, y que sus mapas más recientes le debían más a la locura que a la conquista de lo desconocido. Jaego no soportaba ver a su anciano padre, que antaño había sido un hombre de mente brillantísima, convertido en un loco decrépito. Por tanto decidió abandonar el hogar; levando anclas para encontrar su propio destino. El oro de su padre le permitió comprarse un barco de aspecto decente, y contratar a una tripulación que se pudiese considerar de fiar (más o menos).

A lo largo de las tres siguientes décadas, el Capitán Roth se convirtió en una figura muy temida a lo largo y ancho del Gran Océano. Su extenso conocimiento de la extraña e inusual geografía de los mares del mundo le era de mucha utilidad: establecía bases secretas en numerosas islas que apenas nadie conocía, aprovechaba atajos ocultos a través de zonas de mortíferas arrecifes para escapar a sus perseguidores más ferviente y lograba establecer lucrativos tratos con ricos hechiceros del sur para llevarles y traerles extraños artefactos e ingredientes mágicos. Roth demostró asimismo tener un talento descomunal como estratega naval, y en no pocas ocasiones alquiló sus servicios como corsario para cualquiera dispuesto a pagar su precio. Al mando del “Guardia de la Noche”, su remozado y mortífero barco de guerra, Roth envió al fondo del mar a docenas de naves enemigas ya en su primer años como capitán.

Al superar el medio siglo de edad la llama de la piratería se fue apagando en el corazón de Roth, sustituida por unas ganas crecientes de volver a las costas que le habían visto nacer. Tras una incursión particularmente desastrosa en las costas de Lustria infestadas de mosquitos, Jaego Roth empezó a cansarse de la vida en alta mar, de las aventuras y del siempre presente peligro de la muerte, y echaba de menos a su esposa y a su hijo que se hallaban en la distante ciudad de Sartosa. El Capitán había visto a centenares de camaradas y de miembros de su tripulación caer en combate a lo largo de los años, y llegado a este punto su determinación de retirarse se había hecho tan férrea como su cuerpo plagado de cicatrices: abandonaría aquella vida de constante saqueo y volvería junto a la mujer y el hijo a la que había dejado en Puerto Herrumbre. Les compensaría por tantos años de abandono durante los cuales el mar había sido su único amor; su único dueño.

Sin embargo, cuando Roth volvió a Sartosa fue recibido por una ciudad en llamas. El Conde Noctilus había atacado la casi inexpugnable isla pirata y la Flota del Terror había saqueado la ciudad. De inmediato se dirigió a la magnifica casa flotante en la que vivía su familia, pero ya en la distancia pudo contemplar con horror que había sido consumida por el fuego. Roth se abrió paso por entre los astilleros y muelles ardientes, hasta lograr entrar en los carbonizados restos del Inspiración. Cuando Roth regresó a su hogar, su familia había sido asesinada y el cuerpo de su padre yacía acurrucado alrededor de varios artefactos extraños. Roth vio que eran un reloj lunar, un gran caparazón con una carta de navegación y un catalejo árabe encantado. Aunque ya era demasiado tarde para salvar a su familia, los artefactos legados por su padre estaban a punto de impulsarle a iniciar la más mortífera gesta que nadie hubiese llevado a cabo jamás en los mares del Viejo Mundo: Juró vengarse del Conde Noctilus y destruir la Flota del Terror.

Tras ello, se dirigió al Imperio en busca de ayuda, pero se dio cuenta muy pronto de que la única ayuda que iba a encontrar era la que se diera él mismo. Las cortes de nobles no querían perder el tiempo con historias de No Muertos y el culto de Sigmar estaba enfrascado en una guerra contra los enemigos del imperio en otros lugares. Roth se enfureció y exasperó y, desesperado, robó al Gran Teogonista su barco de guerra, el poderoso Heldenhammer. Que Jaego Roth tuviera el valor y la temeridad necesarias para robar este ilustre barco de guerra es buena prueba de su determinación férrea para acabar con el Conde Noctilus en el Cementerio de los Galeones de una vez por todas.

Roth navegó en dirección al sur y efectuó una incursión en la necrópolis de Zandri; la idea de Roth era conseguir más monedas con las que poder costearse la compra de más barcos porque a pesar de que el Heldenhammer era un barco muy potente, era solo uno. Primero reclutó los servicios del Magus Dorado, capitán del barco de guerra Cimitarra Llameante, seguido de Aranessa Malasal, la Reina Pirata del Pez Espada. El Trueno de Grimnir fue el último en unirse a la Gran Alianza, solo porque su capitán también tenía un gusto similar por la venganza. Después, levaron anclas en dirección al Cementerio de los Galeones, y fue allí donde encontraron al último barco en unirse a su alianza, el Dragón Marino, capitaneando por el Príncipe Yrellian.

Imágenes[]

Fuentes[]

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