Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
Registrarse
Advertisement
Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
Krell

En vida, Krell fue un poderoso Paladín del Caos y conquistador, mucho antes de la fundación del Imperio y antes del nacimiento de Sigmar. En esa época sólo existían algunas tribus de hombres dispersas, bárbaros con escasas habilidades y poca educación. Krell era el gobernante de una tribu bárbara corrompida por el Dios del Caos Khorne. Las tribus bárbaras cayeron fácilmente bajo el poder de Krell y Khorne hizo llover sus regalos sobre él, ofreciéndole no solo la fuerza y la furia que el dios de la Sangre otorga a todos su campeones, si no también una gran hacha que parecía haber sido creada a partir de una lasca de obsidiana. Un vistazo más cercano permitía ver las almas de sus victimas curvándose y gritando sobre su superficie espejada. Incluso un mero arañazo del arma era fatal, pues dejaba esquirlas en la carne de la víctima que se enterraban profundamente buscando su corazón. El nombre del arma era Kaarok, aunque pasó a la leyenda como el Hacha Negra de Krell.

Historia[]

En poco tiempo formó un imperio entre las tribus del Norte, sin embargo, Krell no estaba satisfecho simplemente dominando a los suyos, sino que ansiaba nuevos desafios y dirigió su atención contra los Enanos del Sur. Era el período que los Enanos denominan Era de los Lamentos, cuando su imperio fue sacudido por terremotos y erupciones volcánicas, y posteriormente asaltado por las grandes tribus de Orcos, Goblins, Skaven, y otras criaturas Malignas. Krell se alió con los Goblins Nocturnos que atacaron fortalezas Enanas de Karak-Ungor y Karak-Varn. Durante más de cincuenta años, Krell se abrió paso a través de las fortalezas de las Montañas del Fin del Mundo, donde finalmente fue abatido por el héroe enano Grimbul Casco de Hierro, quien le daría muerte durante su asalto a Karak-Kadrin. Su nombre aparece en numerosas ocasiones en el Gran Libro de los Agravios.

Con tantos cráneos que Krell había puesto a los pies de Khorne y tanta sangre derramada en su nombre, parecía seguro que su destino seria alzarse como demonio. Sin embargo, Khorne, al igual que sus hermanos oscuros, nunca ha sido generoso con sus favores. Tal vez el Dios de la Sangre creyó que su campeón había fallado y eligió abandonarlo o, tal vez, su mirada se encontraba en otro lugar. El caso es que cuando Krell murió no sonaron trompetas oscuras, y ningún carro de bronce vino a buscar su espíritu para una eternidad de combates.

Tras la muerte de Krell su reino no tardó en colapsarse, cada territorio estaba disputado entre quienes le habían servido como lugartenientes, Pero la leyenda de Krell seguía viva. Durante siglos se habló de criaturas espectrales que acechaban los valles cercanos a Karak-Kadrin, combatiendo a quienes se atrevieran a enfrentarse a ellas. Necesariamente esas historias eran narradas por quienes habían rechazado el desafío, ya que quienes osaban aceptar no vivían para contarlo.

Krell fin de los tiempos

Nagash llegó hasta su tumba casi mil quinientos años más tarde de la derrota de Krell, mientras buscaba su perdida Corona de la Hechicería en el Paso de los Picos. Traduciendo con facilidad las inscripciones rúnicas del mausoleo que narraban las hazañas de Krell y su breve pero sangriento reinado. Nagash se dio cuenta que estaba ante los restos de un poderoso campeón. Allí entró en comunión con el espíritu vengativo del señor de la guerra y le ofreció una eternidad de batallas. Krell renunció a Khorne y juró lealtad a Nagash. A cambio, el Gran Nigromante reunió el espíritu de Krell con sus antiguos huesos y lanzo oscuros encarnamientos sobre su armadura sepulcral. Además, creyendo que Krell necesitaría seguidores, Nagash alzó como tumularios a los hombres de las tribus enterrados junto a él. De es modo nació la Legión Maldita.

Krell y su Legión Maldita lucharon al frente de las batallas de Nagash contra el recién fundado Imperio de Sigmar, En la Batalla del Río Reik, era Krell quién lideraba el asalto sobre los aliados enanos de Sigmar, lo que le brindó la oportunidad de vengar su derrota a manos de los enanos siglos atrás. La lucha fue furiosa, con los tercos enanos mantenido sus posiciones frente a las interminables legiones de Krell. Justo cuando parecía que las líneas enanas iban a romperse, Sigmar derribó a Nagash. En un instante, el ejército de Nagash quedo destruido, sus unidades descompuestas y reducidas a polvo. Solo Krell y sus Legión Maldita sobrevivieron a la derrota y se abrieron paso a través de las líneas enanas escapando hacia el oeste. Las fuerzas de Sigmar no persiguieron a Krell de inmediato, ya que estaban exhaustos por la batalla que acababan de librar, lo que fue un grave error que pagaron muy caro, ya que Krell y sus No Muertos no tenían estas fragilidades humanas, y marcharon día y noche. Krell dirigió las tropas que le quedaban por un camino de destrucción que abrió una sangrienta herida en el naciente Imperio. Destruyeron ciudades enteras, saquearon pueblos y quemaron castillos hasta los cimientos. Mientras tanto, las ciudades del Imperio iban llenándose de refugiados que huían del ejército No Muerto de Krell.

Finalmente Sigmar consiguió arrinconar a Krell y lo derrotó en la Batalla del Lago Glaciar. Aquellos que la vieron la describieron como un choque que hizo temblar las montañas, un duelo de titanes cuyo resultado estuvo en duda hasta el último instante. Se dice que cuando Sigmar estaba a punto de dar su último golpe miró a los ojos de Krel, y se dio cuenta de lo parecidos que habían sido los caminos que les habían llevado a ambos hasta aquel remoto lugar. Sigmar vio que el destino de Krell podría haber sido fácilmente el suyo y fue ese miedo, más que el odio por las matanzas que el tumulario había llevado a cabo, lo que dio fuerzas a su golpe final. Sigmar sabía que Krell volvería a alzarse y que él era incapaz de deshacer las oscuras magias que Nagash había atado a su cuerpo. Por ello ordenó que el tumulario y sus seguidores quedaran aprisionados en una tumba de hielo encantado, donde fueron testigos del paso del tiempo pero se verian incapaces de actuar. Actualmente, alrededor de los fuegos de campamento y tabernas siguen contándose los relatos de las acciones Krell y de su Legión de la Muerte.

Heinrich Kemmler y Krell

Siglos más tarde, Heinrich Kemmler, el autoproclamado Señor de los Muertos, dio con la tumba de Krell. Kemmler estaba a punto de ser derrotado, con sus enemigos pisándole los talones. Ignorando que sus pasos habían sido guiados por Nagash, que le estaba usando para liberar a Krell. Solo sabía que había encontrado un aliado potencial congelado en el hielo, uno tan poderoso como para cambiar el curso de su fortuna. Y por ello Kemmler llegó a un trato con Krell y liberó a la Legión Maldita de su prisión helada. Kemmler está seguro de tener subyugado a Krell, pero los servidores de Nagash no son esclavizados tan fácilmente, y no sospecho en ningún momento que el auténtico siervo era el. Como parte de un plan mayor, envió a estos dos poderosos paladines No Muertos contra Bretonia. Los planes de Nagash quedaron abortados por las graves pérdidas sufridas por sus fuerzas combinadas en la Batalla de la Abadía de la Maisontaal, aunque no cabe duda de que con el tiempo acabarán por completarse con éxito. Desgraciadamente para Krell, su marchito cuerpo está resultando ser cada vez más susceptible a las energías corruptoras de la Corona de los Condenados y ahora tan solo los poderes de Kemmler son capaces de mantenerlo con vida. Por esta razón, si el Señor de los Nigromantes llegara a perecer, Krell no tardaría en seguirlo al averno.

Desde su liberación, Krell ha liderado a su Legión Maldita recorriendo todo el Viejo Mundo con ella, Krell puede escuchar la voz de Nagash con tanta claridad como Arkhan el Negro y obedece a su amo sin dudar. Allí por donde Krell pasa se hace la voluntad de Nagash; se percate Kemmler o no.

Aunque la ira berséker de Krell se había enfriado durante los siglos de prisión, la inmortalidad solo ha afilado sus talentos para la guerra. Ha aprendido bien las lecciones que le han enseñado tanto las victorias como las derrotas, lo cual también es parte del plan de Nagash. El Gran Nigromante pretende convertir a Krell en comandante de sus legiones, un heraldo de perdición al servicio del dios de la muerte en el que Nagash espera convertirse algún día.

El Fin de los Tiempos[]

Fin trans
El trasfondo de esta sección o artículo se basa en la campaña de El Fin de los Tiempos, que ha sustituido la línea argumental de La Tormenta del Caos.

La Batalla de la Puerta de Valaya[]

Krell el fin de los tiempos

Fue Arkhan el Negro quien se dio cuenta de que Neferata dejaba el Pináculo de Plata. No estaba seguro de si iba a unirse a algún enemigo, o tenía algún plan de conveniencia propia, así que ordenó a Krell que reuniera al ejército y la cazara. Sus órdenes, originalmente, eran detener a Neferata y traerla de vuelta a Arkhan en Sylvania. Si se resistía, Krell podía utilizar toda la fuerza de la que disponía.

Arkhan no deseaba incógnitas: si la primera de los vampiros no se unía a ellos, encontraría su fin bajo el Hacha Negra de Krell.

Sin embargo, todo eso cambió cuando regresó Nagash. Krell unió fuerzas con Neferata, llevando sus ejércitos combinados en busca de un artefacto legendario Enano para que Nagash pudiera aprovechar su poder para sí mismo.

Asedio de la Pirámide Negra[]

Krell había sido destruido muchas veces y devuelto a la vida cada vez por las hechicerías de Nagash. El Rey Tumulario no sentía ningún resentimiento por su destino - estaba jurado, en cuerpo y manchada alma - al servicio del Gran Nigromante, y habría pasado a la muerte final con sólo una palabra de su maestro oscuro. Sin embargo, Krell no veía necesidad de tales sacrificios en el Asedio de la Pirámide Negra. El Ejército de la Plaga, aunque grande, era un arma torpe y brutal. Krell había pasado innumerables años destruyendo tales fuerzas, y estaba más que dispuesto a añadir otra a su cuenta.

Cambios de Transfondo[]

  • En el trasfondo antiguo de Krell, se cuenta que los seguidores de Krell se llevaron su cuerpo y lo enterraron en una tosca tumba en el territorio que actualmente se conoce como los Desiertos del Caos.

Objetos Mágicos[]

  • Armadura de los Túmulos - El paso de los años ha fortalecido (en vez de debilitar) a esta recargada armadura del Caos. Tal es el aura entrópica que la rodea, que es capaz de agotar la energía mágica de las armas de los enemigos al instante.

Miniaturas[]

Imágenes[]

Fuentes[]

  • Ejércitos Warhammer: No Muertos (4ª Edición), págs. 92-93.
  • Ejércitos Warhammer: Condes Vampiro (8ª Edición), pág. 59.
  • Campaña: The End Times I - Nagash, págs. 506-509.
  • Campaña: The End Times V - Archaón.
Advertisement