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Marienburgo Puerto Marino por John Wigley

Ciudad-Puerto de Mercaderes, Ciudad de Oro.

La ciudad de Marienburgo presume de ser la más grande del Viejo Mundo y es el mayor de sus puertos, mucho más maravilloso incluso que las ciudades-estado tileanas.

Se extiende por la desembocadura del río Reik, donde el corazón del Imperio desagua al Mar de las Garras, siendo un lugar brillante en un paisaje desolado y miserable. La ciudad se levanta sobre el fétido pantano que tipifica las Tierras Desoladas, que ensombrece la marcha entre el impenetrable Bosque de Drakwald y las inmensas Hermanas Blancas. Con las lluvias habituales, el fangoso lodo y la extraña casta de campesinos que se ganan la vida pescando en las oscuras aguas de la campiña, llegar a la ciudad a veces puede ser una hazaña.

Casi todo el comercio marítimo que incumbe a Bretonia y al Imperio ocurre aquí. Es un lugar de grandes riquezas y oportunidades. No solo es el mercado más grande del mundo, sino también la ciudad portuaria más extensa, rica, corrupta y peligrosa de todo el Viejo Mundo. Marienburgo es un cubil de piratas, asesinos y comerciantes del mercado negro. Aquí todo está en venta, todo tiene un precio.

Descripción[]

"¡Questo es magnífico!"

Marinero tileano al contemplar Marienburgo por primera vez.

"Terciopelo y madera, barcos y licor, incluso la vida de alguien: dicen que todo se puede comprar y vender en Marienburgo... excepto una cosa, ni por todo el té de Ind: terreno abierto."

Mercader marienburgués.

"¡Mirad a vuestro alrededor! Docenas de islotes enlazados por centenares de puentes y torres altas como mástiles. Esta ciudad es como una flota presta a enfrentarse a la ira del mar. Una pena que los magistrados la hayan puesto rumbo a las rocas."

Alumno de la Escuela de Navegación y Magia Marina.

"No es difícil orientarse por Marienburgo, suponiendo que se sea en parte pez."

Diplomático imperial.

Marienburgo es también conocida como la Ciudad de Oro, nombre que sirve para hacerse una idea de lo que ocurre dentro de las murallas de la ciudad cosmopolita por excelencia. En ningún otro sitio se puede encontrar una gama tan amplia de tiendas que venden productos exóticos llegados de lugares tan lejanos como los reinos élficos de Ulthuan al Oeste y de la distante Catai en el Este, entre otros. Los artesanos de la ciudad representan todas las artes conocidas por la humanidad, y unas cuantas más, por lo que se dice que en Marienburgo no existe actividad alguna que no pueda proporcionar beneficio.

Ciudad de Marienburgo barcos

Mucho tiempo atrás, Marienburgo formó parte del Imperio, pero en el año 2429 CI su Burgomaestre llegó a un acuerdo con el Emperador de la época, Dieter IV; para asegurar la independencia de la ciudad a cambio de una descomunal donación de oro para las arcas Imperiales. Cuando este escandaloso pacto salió a la luz, Dieter fue depuesto inmediatamente y Wilhem III de Altdorf, Príncipe de Reikland, le sucedió como nuevo Emperador. A lo largo de las últimas décadas se han llevado a cabo numerosos intentos por restituir a Marienburgo como ciudad del Imperio, sin embargo todos han fallado, y la ciudad sigue siendo tan rabiosamente independiente.

Marienburgo es una ciudad rica y cosmopolita, embargada por una sensación de afluencia y bienestar. Tras sus murallas manchadas de sal se alza el templo principal de Manann, dios del mar, un espléndido edificio decorado por los mejores canteros y talladores en madera de la ciudad. La ciudad en sí se distingue por sus elegantes casas, muchas delas cuales son a todos los efectos verdaderas fortalezas pertenecientes a los aristócratas mercantiles y aventureros del comercio que gobiernan la ciudad. También tiene la mayor comunidad comercial de Altos Elfos: es bastante autónoma, con sus propias leyes y milicia, puesto que las autoridades están más que encantadas de permitir a los Elfos que lleven sus propios asuntos, dada la riqueza que su comercio aporta a las arcas locales.

Un visitante puede ser rápidamente abrumado por la magnitud de esta metrópolis, con sus innumerables islas, canales y calles laberínticas. Tan grande es la ciudad que muchos de sus ciudadanos rara vez se aventuran más allá de sus propios distritos, y solo pueden especular sobre lo que ocurre en el otro lado de la ciudad. Ya que el espacio es tan escaso, con cada isla atestada con edificios que casi parecen apilados uno encima del otro, difícilmente se puede culpar a los lugareños de apalancarse. 

Todo el que quiera llegar a alguna parte de la ciudad debe soltar unas pocas monedas para pagar el pasaje por uno de los canales. Cierto que podría llegar a donde quiere a pie, pero las calles son tan estrechas y tan retorcidas que es fácil perderse, engullidos del todo por una ciudad que siempre tiene hambre de carne fresca. Así, los canales son las principales vías y las turbias aguas, que relucen con el brillo aceitoso de la suciedad, están llenas de esquifes, botes de remos, veleros e incluso galeones que vienen a pasar por la ciudad y se aventuran hacia Altdorf o incluso tan lejos como Nuln.

Cruzando los canales en diferentes puntos hay numerosos puentes. Algunos son simples caminos no mayores que un hombre adulto, mientras otros son cosas enormes, elevándose sobre las aguas para permitir los altos mástiles de los mercantes con destino tierra a dentro. Casi todos los puentes proporcionan espacio adicional para vivir, vender y comprar y por ello dichas estructuras están normalmente abarrotadas de mercaderes, buhoneros y compradores. Solo hay dos excepciones. La primera es el Puente Niederbrug, que une la Torre Alta, la sede del poder político, y el resto de las islas que componen la ciudad. Aquí no se permiten tiendas ni estructuras de ningún tipo para que no interfieran con la vida del comercio o impidan a los Sombreros Negros aplastar otra revuelta en el Doodkanaal. El otro es el Puente Colgante de Draaienbrug, lo que demuestra el ingenio de la ciudad en lo que respecta a la ingeniería, ya que gira sobre un eje central para dejar pasar los barcos de cualquier tamaño. Obviamente, un puente móvil no es el lugar más seguro para los edificios, lo que pueden atestiguar las numerosas ruinas del río.

Conformación de la Ciudad[]

Ciudad de Marienburgo

El mayor puerto de todo el Viejo Mundo, Marienburgo es el principal centro de comercio del norte. Su ubicación en el río Reik significa que todas las mercancías del sur y más allá deben pasar a través suyo, en ruta hacia lugares como Nuln en el sur y Kislev en el este. De la misma forma, las mercancías para exportación pasan por los ríos Talabec y Reik hacia Marienburgo, teniendo así acceso al sur del Viejo Mundo, las Tierras del sur y países tan remotos como Lustria o Catai.

La ciudad está construida en el punto donde el poderoso río Reik atraviesa el antiguo lecho de roca de la costa norte, antes de desembocar en un vasto delta. En su llegada a Marienburgo, el Reik es el río más ancho del Viejo Mundo, midiendo casi dos kilómetros de una orilla a otra. Una vez en Marienburgo, sin embargo, una serie de islas rocosas empieza a dividir el río en pequeños tributarios.

La ciudad está construida sobre esas islas, que se comunican por numerosos puentes y canales. Sólo hay un pasaje de cierta profundidad, el que recorre el lado sur de Marienburgo en torno a los muelles. Los barcos pueden pasar con facilidad por este canal para entrar en el Reik, dirigirse hacia el norte por mar, o atracar en uno de los numerosos puertos. Un único puente cruza este canal, el "Puente Alto", que comunica una torre de piedra sólida en la isla más meridional con un alta colina rocosa en el otro lado. Se sube al puente por un gran camino que recorre el exterior de la torre: la obra es muy admirada por los viajeros, y conocida en todo el Viejo Mundo.

La Mano Ensangrentada Athel Toralien Altos Elfos Oscuros por Tiernen Trevallion

Cuando los viajeros llegan allí, normalmente en barco desde el mar o por el Reik tras cruzar las ciénagas, hay cosas que les llaman la atención. La primera es la forma en la que surge de las aguas como un monstruo marino, protegida tras la gruesa muralla del Vloedmuur, ajena a todo lo que hay a su alrededor. La segunda es lo atestados que están los islotes y hasta los puentes, cubiertos en toda su superficie por viviendas, tiendas y almacenes. La tercera es la necesidad de protegerse con un gran parasol cuando se viaja por los canales al pasar por debajo de los puentes y de las ventanas voladizas.

Los islotes de Marienburgo son lo que queda del terreno sobre el que se asentaba el antiguo puerto élfico de Sith Rionnasc'namishathir, ("Fortaleza de la Gema-Estrella de la Costa Arenosa" en idioma élfico), el perímetro de cuya muralla sigue el propio Vloedmuur. Para cuando llegaron los humanos, no quedaba nada salvo ruinas en la superficie, aunque sus cimientos fueron la base de las futuras construcciones. La razón por la que los islotes no se hundieron cuando las ciénagas engulleron gran parte del terreno es un misterio, aunque los eruditos de la Escuela de Navegación y Magia Marina sugieren que podría tener algo que ver con la Alta Magia élfica, cuyas arcanas runas han aparecido en las cámaras más profundas de las ruinas.

Hoy en día, la mayoría de los islotes se elevan hasta seis metros por encima del nivel de los canales (aunque con marea alta eso supone menos de tres metros, y las aguas todavía llegan a más altura durante las mareas más fuertes de los equinoccios de primavera y otoño) y sólo se ven amenazadas por las peores inundaciones. Las islas más altas son las de las partes más antiguas u opulentas de la ciudad, como Oudgeldwijk, el distrito del Templo y de la Universidad, o Guilderveld. Más al exterior y más cercanos a la muralla, los vecindarios más pobres, como Doodkanaal o Las Marismas, se asientan sobre terreno bajo y se inundan por lo menos una vez al año.

Canales Marienburgo por Ralph Horsley

Los canales son las avenidas de Marienburgo, abarrotados de embarcaciones de todo tipo. El mayor es el Rijksweg, el brazo principal del río Reik que divide la ciudad en dos partes y por el que pasan la mayoría de los barcos. Uno de sus ramales, el Bruynwater, pasa entre los islotes del Suiddock y da acceso a los muelles más bulliciosos de la ciudad. Mucho más al norte, el canal de Noordmuur es una vía muy frecuentada por los que hacen negocios en los distritos comerciales y de las autoridades, para esquivar el denso tráfico del Rijksweg. Todo lo contrario pasa con el ramal más meridional, denominado acertadamente Doodkanaal o "Canal Muerto", de corriente lenta y olor fétido, atascado de basura y a veces cadáveres de las peores partes de la ciudad. De él emanan miasmas y vapores insalubres, así que sólo los que no pueden pagar nada mejor o los que no son bienvenidos en ningún otro lado viven en sus márgenes.

Muchos otros canales serpentean entre los islotes, algunos tan pequeños que ni siquiera aparecen en los planos. Son como callejones que dan a la parte de atrás de tiendas y viviendas o a lagunas privadas encerradas entre los edificios colgantes. Los forasteros se pierden con facilidad por los canales, cuyos nombres no están señalados, así que la mayoría contratan los servicios de uno de los muchos barqueros para desplazarse por la ciudad. Las habilidades de remo y nadar están muy generalizadas, tanto que existe una broma en el Imperio sobre que “los marienburgueses no van a ninguna parte si no tienen que mojarse”.

Las escaleras excavadas en los propios islotes o hechas de madera en los distritos más pobres dan acoso a los canales y muelles. Algunos, como la Gran Escalinata en la parte del Distrito de Palacio que da al Reik, son amplias y abiertas. Otras, sobre todo las del interior de los barrios antiguos como Suiddock o de las viviendas de los suburbios del Doodkanaal son poco más que agujeros en la roca por los que apenas hay espacio para pasar. Escondidos y mal iluminados, estos supuestos caminos urbanos se vuelven a menudo trampas mortales para los que tienen algún enemigo.

En una ciudad levantada sobre islotes y rodeada por un pantano, es muy natural que el espacio tenga un gran valor. Los habitantes, oportunistas donde los haya, edifican sobre cualquier superficie que esté libre, por muy pequeña que sea. Los tejados a dos aguas de sus estrechos edificios ocupan cuatro o cinco plantas, a veces inclinándose tanto sobre las calles y canales que parece como si fueran a desplomarse de un momento a otro. Hasta se ha edificado sobre los muchos puentes que conectan los islotes, con estructuras suspendidas sobre los lados y a veces sobre su parte inferior. Algunas de estas "ciudades-puente" existen desde hace tanto tiempo que se les ha reconocido el estatus de Circunscripción, con sus propios personajes, personalidades importantes y desconcertantes leyes locales. Uno o dos, como el célebre Puente Tres-Peniques de Suiddock, son conocidos fuera de las Tierras Desoladas.

Bandera marienburgo

Estandarte de Marienburgo.

No obstante, hay dos puentes sobre los que está prohibido construir. Uno es el Niederbrug, la única vía entre la Torre Alta y los islotes principales de Suiddock Pero el más famoso es el gran Hoogbrug, un puente espectacular con arcos lo bastante altos como para que un buque con mástiles grandes pueda pasar por debajo, que atraviesa el canal del Reik desde el Islote de la Torre Alta al Distrito de Palacio. En cada extremo tiene una gran torre con una rampa en espiral a su alrededor, lo bastante ancha para dos carruajes. Aparte de las balsas y barcazas o de cruzar a nado, el Puente Hoogbrug es la única forma de pasar de la parte norte a la parte sur de la ciudad o viceversa, por lo que el Directorio no quiere que nada estorbe el libre paso de la mercancía… o de los soldados cuando hay que aplastar alguna revuelta en Suiddock.

Aunque no está prohibido, nadie intenta construir nada sobre el Puente Giratorio Draaienbrug, una maravilla de la ingeniería que pivota sobre un pilar central para que los barcos que vienen del Reik puedan llegar a Suiddock. Después de que varios edificios cayeran al río, la gente comprendió que vivir sobre él no era muy aconsejable, aunque todavía hay embaucadores que se las arreglan para venderles permisos de edificación sobre el Draienbrug a los forasteros menos avispados.

En torno a Marienburgo como una madre abrazando a sus hijos se extiende la gran muralla del Vloedmuur, la principal defensa de la ciudad contra los peligros de las inundaciones y los ataques. Fue construida sobre los cimientos de las murallas de la antigua fortaleza de los elfos Marinos, pero donde los Directores han invertido más recursos y trabajo ha sido a la entrada y salida del Reik y en las puertas Oostenpoort y Westenpoort.

Allí, los baluartes de piedra y las grandes torres redondas dan a la entrada del Reik, conocida como la Puerta Strompoort. En casos de emergencia, los oficiales encargados de las torres de la Strompoort pueden ordenar que se levanten unas cadenas enormes que reposan en el fondo del canal. En media hora, una barrera de metal impide el paso a todas las embarcaciones que vienen por el Reik, y con la artillería instalada en las torres se puede poner en un grave aprieto a los buques atrapados entre las cadenas.

Al otro extremo, donde empieza el Manaanspoort Zee, la entrada al puerto de Marienburgo está guardada en primer lugar por la fortaleza-prisión del Islote de Rijker y su artillería y catapultas con proyectiles incendiarios. Allí las torres del Vloedmuur son más pequeñas y las murallas son sobre todo para resguardar los puertos de Manaanshaven y el Barrio Élfico, cuyos barcos e infantes de marina son esenciales en la defensa de la ciudad.

Entre Strompoort y el Islote de Rijker, el Vloedrnuur, sólo interrumpido por las imponentes puertas de Oostenpoort y Westenpoort, es más bien un gran dique de tierra apisonada, piedra y madera apilada, que se refuerza y reconstruye continuamente. En él hay varios túneles de ladrillo, cada uno en la base de una atalaya de piedra. En épocas en las que la marea sube hasta un nivel peligroso, los que viven cerca de la muralla oyen el golpeteo rítmico de las bombas construidas por los enanos que arrastran el agua a las marismas. Los túneles están cerrados con rastrillos por ambos lados para evitar que se pueda entrar desde el pantano, mientras que los serenos patrullan regularmente la empalizada de madera que remata el Vloedmuur.

Alcantarillas y Túneles[]

La ubicación de Marienburgo ha ocasionado un problema creciente. Mientras las islas de la ciudad se vuelven más y más apretadas, la construcción de edificios tiende a ir hacia lo alto en vez de hacia lo ancho. Pero a medida que se añaden más y más pisos a la parte superior de las casas y tiendas, los edificios han empezado a hundirse en la tierra blanda de abajo. Esta situación es especialmente frecuente en las zonas donde los edificios baratos carecen de los cimientos o mantenimientos adecuados.

Escaleras ciudad Marienburgo

En sus primeros mil años, mientras la ciudad pasaba de ser un refugio a un puerto pesquero y finalmente un gran centro de comercio, la población fue levantando los islotes sobre el nivel del agua, construyendo muros alrededor de ellos y llenando el interior con tierra y piedras. Las familias nobles gastaron una fortuna para subir unos palmos más, ya que cada hilada de piedra era una demostración de su poder y riqueza. Muy a menudo, cuando los muros habían llegado a una altura aceptable para rellenar el interior, los Barones de Westerland ordenaban la demolición de todas las estructuras que quedaran por debajo y su reconstrucción sobre la nueva superficie. Aunque era obligatorio que se rellenaran todas las cámaras, muchos se las arreglaban para saltarse la norma y edificaban sobre las salas antiguas. 

A consecuencia de esto, muchos edificios marienburgueses tienen sótanos, sub-sótanos y sub-sub-sótanos, algunos de los cuales todavía se usan, mientras que otros fueron tapiados y olvidados hace tiempo, y otros están comunicados por marañas de túneles excavados por arquitectos que ya nadie recuerda. Aunque la mayoría se emplean para actividades lícitas (al menos según lo que entienden por lícito los marienburgueses), muchos son itinerarios y refugios para contrabandistas, criminales y sectarios que acceden a ellos por puertas secretas u olvidadas en el antiquísimo sistema de cisternas y esclusas de debajo de los islotes, al nivel del agua.

Ahora hay habitaciones enteras por debajo del nivel de la calle. Añádele bodegas, sótanos y los túneles de alcantarillado que corren a través de ciertas partes de la ciudad y tienes una compleja red de salas y pasadizos bajo la bulliciosa superficie de Marienburgo. Por supuesto, ya que la ciudad está construida sobre islas en la desembocadura de un río, muchos túneles están siempre llenos de agua y otros se inundan sincronizados con la marea. 

Los túneles de alcantarillado son generalmente pequeños, solo los suficientemente anchos para caminar uno o dos en paralelo. En muchos casos los más altos están obligados a agacharse ante lo bajo de los techos. Los canales están forrados con baldosas de piedras aunque la mayoría están cubiertas de limo verde y hongos acres. La mayoría de los túneles han caído en desuso; las alcantarillas suelen estar proyectadas hacia los canales o las calles. A menudo, quienes exploran los túneles se encontrarán caminando por las aguas residuales, con el miserable hedor haciendo sus ojos agua. En algunos puntos, los túneles están llenos de fétidas aguas del canal hasta la cintura de un hombre normal. En otros, no hay flujo de agua, pero los suelos de los túneles están tupidos de lodo oscuro. Ratas y lagartos corretean de aquí para allá, mientras que los insectos se arrastran sobre los techos de azulejos. Los pasadizos se ramifican en muchas direcciones, terminando a menudo en una pesada reja oxidada, un techo derrumbado o una pared de ladrillos. 

Los túneles conectan la red de habitaciones bajo Marienburgo, a través de muros derrumbados o puertas construidas a propósito. Algunas habitaciones fueron construidas por guardias de cloacas hace mucho tiempo; estas suelen ser de paredes de piedra y contener aun los restos de muebles podridos. Otras habitaciones son sótanos hacia edificios de arriba, o son aquellas habitaciones que se han hundido bajo la superficie. Las habitaciones y su contenido son por tanto variables. Uno se podría tropezar con lo que una vez fue una cocina, un almacén con grandes pilas de cajas mohosas o un viejo estudio repleto de viejos retratos descoloridos en las paredes. Algunas habitaciones pueden mostrar aun signos de uso por el mundo de arriba, pero la mayoría están olvidadas, llenas de polvo y decadencia, densas con el olor de la putrefacción. Las habitaciones se interconectan por puertas o agujeros en las paredes, ya sean hechas por personas o producidos por el deterioro. 

El Distrito del Canal Muerto tiene su propio laberinto de túneles. Las alcantarillas no han sido reparadas desde que el comercio se secó en esta zona, y cuando la mayoría de la población se marchó, abandonaron sus sótanos y habitaciones hundidas. El derrumbe de paredes y suelos ha hecho difícil para cualquiera tratar de encontrar un desvío. Sin embargo, la gente aun lo intenta. Los pasadizos olvidados son el hogar de los que no quieren ser encontrados, incluyendo Mutantes y otras criaturas que se esconden de la sociedad, así como contrabandistas y ladrones que quieren que sus actividades permanezcan en secreto. 

El laberinto bajo el Canal Muerto es complejo y está en constante cambio con el movimiento de las mareas, tanto es así, que no se ha intentado trazar un mapa de la zona. En vez de eso, esta sección proporciona una selección de encuentros y descubrimientos que puedes usar para mantener ocupados a tus jugadores. Siéntete libre de hacer mapas de secciones de alcantarillado si lo consideras necesario, pero no es realmente necesario hacerlo. En su lugar, basta con inventar las alcantarillas a medida que los jugadores las exploran. 

La Población y su Dinero[]

Comerciante

Los recién llegados a las Tierras Desoladas y a Marienburgo a menudo tienen una perspectiva sesgada sobre sus habitantes, en especial los imperiales, que todavía no han perdonado a los marienburgueses por independizarse. El error más común es no distinguir entre la gente de la ciudad y la del resto de las Tierras Desoladas, aunque, dado que según el censo de 2500 CI la inmensa mayoría de las familias residen en Marienburgo y sólo unos cuantos miles en todo el resto del país, no hay que extrañarse de la confusión. Sin embargo, los habitantes de las Tierras Desoladas suelen ser más conservadores y menos hospitalarios que sus primos de la ciudad, quienes, ni que decir tiene, están abiertos a todo lo que dé beneficios.

Según los tópicos del Imperio, el marienburgués típico es un timador consumado que sería capaz de venderle nieve a un kislevita o conseguir que un tileano comprase su propio vino. Se dice que sus contratos son en un noventa por ciento letra pequeña, que no firman ninguno que no tenga una cláusula de excepción y que mientras cierran el trato con un apretón de manos, cruzan los dedos de la otra mano detrás de la espalda. Según eso, es mejor darles directamente lo que piden, ya que es imposible vencerlos en una negociación.

Como cualquier estereotipo, es una exageración, aunque fomentada por los propios marienburgueses, ya que su reputación de astucia les da ventaja en los negocios. De todas formas, los habitantes de esta ciudad viven por y para el comercio, así que en estas circunstancias cualquiera tiende a convertirse en un pícaro.

Mercader

Naturalmente, ellos (y también el resto de la población de las Tierras Desoladas, aunque en menor grado) ven las cosas de otra manera. Ellos sacan partido cuando pueden y consideran que los demás deberían hacer lo mismo. Hay que ser prácticos en los negocios: si uno no aprovecha la oportunidad, otros lo harán. Tal vez el origen de esta mentalidad sea la pobreza de la tierra a su alrededor: al vivir en un lugar tan estéril, tuvieron que aprender a negociar para poder sobrevivir y, después de un tiempo, el hecho se convirtió en un hábito.

Con esto en mente, no hay que extrañarse de que sean gente activa, siempre en movimiento. Todos los días hay contratos nuevos esperando a ser firmados. Sus vecinos del Imperio y Bretonia dicen, sólo medio en broma, que los marienburgueses siempre van de un sitio a otro para eludir al último incauto al que han estafado. Sin embargo, en Marienburgo se recibe a los payasos remilgados de Bretonia y a los taciturnos nobles del Imperio con jocosa tolerancia, saben muy bien quién va a ser el que ría último cuando empiecen los negocios.

Los habitantes de las Tierras Desoladas emplean un calendario prácticamente equivalente al del Imperio. Las semanas tienen ocho días y hay cuatrocientos días en un año, con seis días de fiesta intercalados entre los meses. Por orgullo nacional, o simplemente para fastidiar al Imperio, las autoridades cambiaron el nombre del sexto día de la semana, Konigstag ("Día del Rey”), a Guilstag (”Día del Gremio"). Los marienburgueses usan los dos nombres como sinónimos para mortificar a cualquier imperial que los esté oyendo.

El dinero también es similar al del Imperio. La ciudad tiene su propia ceca, ubicada debajo de la Residencia del Staadtholder y sus monedas se aceptan en todo el Viejo Mundo. Todas las monedas marienburguesas llevan el escudo de la ciudad (una sirena con una bolsa de dinero en una mano y una espada en la otra) en el anverso y su valor y año de acuñación en el reverso.

La moneda de oro se llama Florin o Gremial, en alusión al control de la ciudad por sus gremios, que equivale a una Corona Imperial. La abreviatura es ”Fl”, así que ”7 Fl 15/5” significa siete Florines, quince chelines y cinco peniques. Por claridad, el Directorio deriva el sistema monetario del estándar imperial, aunque los cambistas patriotas afirman que es justo al contrario.

Maestre del Gremio por Pat Loboyko

Como ciudad cosmopolita, Marienburgo está acostumbrada al dinero de muchos países diferentes. La mayoría de los mercaderes y tenderos aceptan cualquier moneda independientemente de su procedencia, aunque las pesan cuidadosamente, pero siempre hay viajeros lo bastante necios para insistir en que les cambien su dinero oficialmente en una contaduría o en una tienda de orfebre. El cambista se limitará a sonreír y pagará los 19/- habituales por la Corona (ya que normalmente esto sólo les pasa a los imperiales), además de cobrar un 10% de comisión.

Los nativos de las Tierras Desoladas hablan Reikspiel con ritmo rápido y entonación de staccato que los distingue enseguida de sus parientes del Imperio, alargando las vocales y pronunciando las frases de un modo casi cantarín. Más expresivos que los imperiales, los habitantes de las Tierras Desoladas hacen muchos gestos para subrayar sus palabras, aunque no malgastan saliva como los locuaces tileanos o bretonianos. Los marienburgueses son famosos por ir al grano, punto por punto.

Independientemente de su lealtad al precepto divino del dios Haendryk de “ganar dinero con rapidez", los nativos del país están dotados de una aguda ironía y de una gran aptitud para ver detrás de la fachada de los engreídos extranjeros. De esta sensibilidad para lo absurdo de las ms no se excluyen a sí mismos: Marienburgo tiene un teatro muy dinámico y las artes de la sátira y la farsa son apreciadas hasta por sus víctimas Todo ello ha llevado a más de un imperial a despreciar a los habitantes de las Tierras Desoladas como ”listillos superficiales”, ante lo cual los marienburgueses no hacen sino sonreír… durante todo el camino hasta la contaduría.

Historia[]

La historia del origen de Marienburgo está oculta entre las brumas del pasado. La guerra, los incendios, las inundaciones, las ratas y hasta el culto de Manaan han hecho lo posible para oscurecer la verdad. Lo que ha llegado al presente son poco más que cuentos de viejas y conjeturas de estudiosos de viejos manuscritos.

Los marienburgueses son gente muy práctica: su ciudad existe, y con eso basta. Mientras sea un sitio ventajoso para vivir, sus comienzos son lo de menos para la mayoría de sus habitantes, aunque casi cualquier pilluelo callejero estará dispuesto a venderle al visitante el mapa del tesoro de Marius o el de la cámara donde los fieles de Manann escondieron la parafernalia del altar durante la ocupación bretoniana. No obstante, a pesar de todas estas patrañas, se dispone de cierta información sobre los primeros tiempos de la historia de la ciudad.

Ejército Fimir por Paul Bonner

Según las crónicas que se escribieron siglos después, entre la partida de los Enanos y la llegada de la humanidad, las ciénagas en torno a los islotes sobre los que luego se construiría Marienburgo se llenaron de Fimir. Mientras se recobraban de la destrucción que puso fin a las guerras con los Skavens, los Fimir fueron alterando poco a poco la tierra para conformarla a su propia y odiosa naturaleza. Si no se les detenía, pronto completarían su transformación en un infierno infestado de demonios en medio del Viejo Mundo.

Al mismo tiempo, lejos en los bosques septentrionales, la tribu de los jutones estaba a un paso de la aniquilación a manos de otra mucho más grande y aparentemente invencible, los teutógenos, una tribu belicosa que dominaba a todas las demás antes de la llegada de Sigmar. Teniendo que optar entre la esclavitud, la inanición o una batalla suicida, su jefe principal, el semilegendario Marius, convenció a los suyos para huir del Bosque de las Sombras y marchar al oeste con todo lo que pudieran llevar consigo.

Fuera cual fuese la manera de llegar allí y la razón por la que comenzaron su éxodo, lo que parece establecido es que los jutones estaban en las Tierras Desoladas ya por -20 CI. Allí, según todas las crónicas, se enzarzaron en una guerra sin cuartel contra los Fimir, en la que cada uno de los bandos trató de exterminar al otro. Alrededor de -10 CI, las hostilidades entre los jutones y los Fimir llegaron a su punto álgido en una batalla entre las ruinas de la antigua fortaleza de los Elfos. En la saga de Dobbe Arend, la más antigua conocida, con fragmentos que datan del siglo sexto, se cuenta que Marius se enfrentó a la reina Fimir en combate singular y la mató en Slagveldsrots ("Roca del Campo de Batalla”), la antigua denominación del islote donde se encuentra el palacio del Staadtholder. Marius se erigió el señor de la marisma y de todo el territorio ”entre el bosque y el mar" y fundó su ciudad sobre las ruinas élficas de Sith Rionnasc'namishathir, proclamándose Rey de Jutonsryk (”Reino de los Jutones”). Dio su nombre a la ciudad y construyó su torre en Rykseiland (”Isla del Reino"), que hoy día se llama Islote de Rijkers.

Manann

La historia de los siglos siguientes es un misterio. En una columna de la cripta de la catedral de Manann hay nombres y hazañas grabadas, algunas de las cuales todavía son legibles. Aunque ostentan el título de ”reyes”, en esos tiempos no pueden haber sido mucho más que caciques de un pueblo pesquero vulgar levantado entre ruinas. Se menciona a Euricius Mariuszoon y el cometa de doble cola que apareció durante su reinado, y, a continuación, a Gijsbert Mannelykheid, el de los doce hijos, en el siglo tercero CI, y a su heredero, al que sólo se conoce como Grootneus (”Narizota").

Los jutones también intentaron establecerse en las Tierras Desoladas, especialmente en el terreno fértil de los márgenes del Reik. Todavía se ven las falsas colinas de los antiguos fuertes, algunas de las cuales todavía hoy se usan como refugio. Se fundaron pequeñas ciudades y pueblos en las Colinas Quebradas, de los cuales Aarnau es la mayor y más antigua, pero en los Páramos Amargos no cuajó ninguno de los pocos asentamientos que se intentaron, de entre los males Almshoven fue el último en quedar abandonado. Después de los primeros siglos, estas tentativas de colonización fueron cada vez menos en serio; sólo eran huesos arrojados a facciones descontentas o jóvenes nobles que ”querían tierras, no pescado". Incluso en esta primera época, Marienburgo no era sólo la principal ciudad de las Tierras Desoladas, era las Tierras Desoladas en sí.

Marienburgo vuelve a aparecer de forma fidedigna en la historia en las Crónicas del Venerable Ottokar, un antiguo Gran Teogonista del culto de Sigmar. El escriba anónimo consigna las bendiciones de Ottokar a las tentativas del Emperador Sigismund II "el Conquistador" de extender los dominios de ”la unidad del Divino Sigmar”. Aunque la Crónica se concentra en las guerras del sur y el este, hace breve mención de una campaña contra los ”bárbaros del estuario del Reik" durante la primavera y el verano de 501 CI.

Tras reunir un gran ejército, se dice que Sigismund aplastó la resistencia de los jutones y aceptó la capitulación de su rey, Bram. El cronista elogia la sabiduría y clemencia del Emperador, pues ”non asoló su Alcácar nyn los fizo posesión d'El, mas estimólos cual Fixos Pródigos, faziendo a su Rei Barón é Vasallo del Inperio é llamando a la nueva provincia 'Weysterland'. E a tal estremo demostróles Su Amor por todos los Fixos de Sigmar."

Dos factores principales condicionaron los primeros tiempos de Marienburgo: la influencia creciente del mar y las relaciones, violentas o comerciales, con los nórdicos. La Bahía de Manaanspoort era una mina de oro para la ciudad, una fuente aparentemente inagotable de pescado cuyos excedentes se exportaban en salazón a las ciudades en auge del interior, mientras que el Rey de Jutonsryk (y, más tarde, los Barones de Westerland) ostentaba el monopolio sobre la producción y la exportación de sal. De hecho, el negocio de la sal era tan lucrativo que las primeras leyes imperiales contra el contrabando se centraban en ella. La pena por el contrabando de sal era cadena perpetua en las mazmorras del Barón.

Norse Longship nórdico

Pero el oro siempre llama a la codicia. Al otro lado del mar de las Garras, los jarls nórdicos veían la riqueza que se estaba acumulando al sur y llegaron a la conclusión de que llevársela de una vez sería mejor que obtener una parte mísera vendiendo ámbar y pieles. En 632 CI fue cuando aparecieron los primeros incursores, con sus barcos de guerra con proa en forma de dragón y llevando el terror a las costas del Viejo Mundo.

En la biblioteca del Templo de Verena, un antiguo diario refleja el temor que inspiraban las incursiones nórdicas: “Misericordiosa Shallya -suplicaba el escribiente anónimo-, protégenos de la ira de los nórdicos!" Pero al parecer la misericordia escaseaba, ya que en ese mismo año Marienburgo fue saqueada e incendiada, algo que sucedería tres veces más a lo largo de los próximos 1200 años.

Pero los marienburgueses no desesperaron. Estudiando barcos capturados a los incursores aprendieron a fabricar sus propias naves de alta mar e intentaron luchar contra los atacantes en su propio terreno. Unas veces lo consiguieron, otras no. En este último caso, los Barones aceptaban pagar tributos onerosos, normalmente en oro, a cambio de la paz... al menos hasta que los jarls quisieran más. Cuando tenían éxito, firmaban tratados comerciales, para habituar a los nórdicos a los productos de lujo que podían adquirir sin arriesgar vidas en una guerra.

Todo ello no hacía más que estrechar la relación de los habitantes de Marienburgo con el mar. Habiendo desarrollado una mayor seguridad en sí mismos, exploraron las costas del Viejo Mundo, estableciendo contactos y comerciando con las ciudades de Bretonia, Estalia y Tilea. Hasta llegaron a atravesar el Mar de las Garras para sellar pactos comerciales con los puertos de Albión y a aventurarse muy lejos al sur para traer seda y especias de las tierras remotas de Arabia e Ind.

Tres Emperadores

Al principio, el comercio estaba en manos de las familias nobles de las Tierras Desoladas, que tradicionalmente se habían mantenido muy cerca del pueblo y trabajaban codo con codo con sus conciudadanos. Pero, además de adoptar la moda del Imperio, los nobles de las Tierras Desoladas también se vieron influidos por su mentalidad y empezaron a despreciar el comercio y a dejarlo en manos del vulgo.

Craso error: los nuevos mercaderes se hicieron con las riendas con tal entusiasmo que las casas mercantiles pronto empezaron a rivalizar con los aristócratas en opulencia, hasta el punto de hacer de prestamistas para estos últimos.

Los habitantes de esta cosmopolita ciudad nunca habían ejercido mucho el movimiento Sigmarita que había ganado fuerza en el Imperio y como el culto creció en poder e influencia, los cazadores de brujas se extendieron por todas partes, pasando a fuego y espada a cualquier sospechoso de asociarse con las Fuerzas Malignas. Con el tiempo, por razones religiosas, económicas y políticas, creció el resentir de los marienburgueses hacia sus compatriotas. Su pobre concepto solo empeoraba mientras florecía la corrupción y la decadencia entre sus filas hasta que muchos comenzaron a distanciarse de sus familiares del Imperio, buscando la manera de separar la ciudad del Imperio. Esta oportunidad llegó durante la Era de los Tres Emperadores. A falta de un líder coherente que gobernara la nación, Marienburgo impuso su autonomía, manipulando el tenue equilibrio de poder para ganar más independencia que nunca antes, aunque todavía, el Imperio mantenía en sus garras esta revoltosa provincia. 

Durante la Era de los Tres Emperadores, el poder de Marienburgo creció, hasta el punto de tener varios pretendientes que reclamaban acceder al trono de la nación, enfrentándose con los territorios de los demás representantes. Igualmente, la influencia de la clase media y de sus contratistas había llegado hasta el extremo de participar en el consejo consultivo del Barón, el Stadsraad, que antes estaba restringido al clero y a la nobleza. Los mercaderes subrayaron su papel a la hora de organizar la resistencia popular contra la ocupación bretoniana, mientras que el Barón y sus nobles estaban atrapados en el Islote de Rijker.

Al principio, el Barón Roelandius van Buik se negó en redondo: ”¡Admitir plebeyos en el gobierno es como darle al Caos la llave del Viejo Mundo!" No obstante, terminó viendo la luz, cuando la Asociación de Mercaderes le recordó que había varios préstamos hipotecarios sobre algunas casas de la nobleza que estaban vencidos, incluyendo el nuevo palacio del Barón, por lo que estas posesiones lamentablemente tendrían que ser embargadas. Como al Barón van Built no le entusiasmaba la idea de volver al frío castillo en el Islote de Rijker con sus parientes desposeídos, finalmente cedió a cambio de una renegociación de los préstamos.

Por aquella época, muchos gremios mercantiles tenían sus oficinas centrales en Marienburgo, y el más importante de todos ellos es la secreta Gran Orden de los Honorables Comerciantes Libres, que representa a la élite de la sociedad mercantil. Esta gran, rica y ambiciosa organización sentía que los mercaderes estaban maniatados por el antiguo orden, y deseaban el poder para ellos.

Su candidata al trono del Emperador era Lady Magritta. Gracias a la discreta influencia de los Comerciantes Libres a lo largo y ancho de todo el Imperio, los Electores menores fueron persuadidos de apoyar las pretensiones al trono, y la Gran Condesa Magritta de Marienburgo fue elegida como Emperatriz en 1979 CI mediante un "falso consejo" de electores. Nadie ajeno a Wissenland, Stirland y Averland reconoció su soberanía, y el culto de Sigmar se negó a admitirla como tal, por lo que el Gran Teogonista declaró el cargo vacante (de hecho, no aceptaron a ninguno de los Condes Electores), impidiendo que la gobernante de Marienburgo ocupará el cargo, lo que ha provocado un distanciamiento entre la Ciudad de Oro y el Templo de Sigmar.

Tratado elfos marienburgo

Pero el verdadero momento crucial de la historia de Marienburgo acaeció en 2150 Cl, cuando se avistó un extraño navío que se acercaba al Manaanspoort Zee. Aunque en principio no parecía hostil, dado su peculiar aspecto el Barón Matteus van Hoogmans despachó cuatro buques para aclarar de dónde procedía y cuál era su objetivo. En menos de un día el recelo dio paso al júbilo cuando la nave halcón Lughsoll-Siaisullainn ("Fulgor del Sol sobre la Espuma") entró en el puerto de Marienburgo con las cuatro carracas como escolta, disparando salvas de bienvenida con sus cañones. Los Elfos habían vuelto a su antiguo puerto.

Comprendiendo que la oportunidad de su vida había caído en sus manos como una manzana madura, el Barón van Hoogmans inició inmediatamente las negociaciones con el Almirante de los Elfos, Sullandiel Mercallende. Una legación compuesta por el propio Barón, el sumo sacerdote de Haendryk y los jefes de las grandes casas mercantiles discutió durante dos semanas con el capitán y los oficiales del Lughsoll, y el resultado fue el Tratado de Amistad y Comercio:

-Se hace saber a todas las gentes: que los Elfos de Ulthuan conceden a las Casas Mercantiles de Westerland los derechos exclusivos de comercialización de todos los productos del Nuevo Mundo que se importen al Viejo.

-Que los Elfos de Ulthuan acceden a proporcionar ayuda militar y mágica a esta Baronía de Westerland en tiempo de guerra.

-Que los Elfos de Ulthuan serán Nuestros representantes exclusivos para la venta de productos del Viejo Mundo en el Nuevo.

- Que, a cambio de tales consideraciones, Nosotros, el Barón Matteus van Hoogmans de Westerland, Barón de Marienburgo, Primer Almirante del Imperio, etc., etc., concedemos al Rey Fénix de Ulthuan soberanía perpetua sobre las islas de Geldern, Zeeburg, Oranjekoft, Rijksgebouw, Vlotshuis y Westerleer, para construir viviendas para Su gente y un puerto para Sus naves, mientras se cumplan los términos de este tratado.

Firmado el día 17 de Erntezeit, CI 2150, bajo la mirada benevolente de Manann, Sigmar y Haendryk.

Barcos y naves por Tony Ackland

Con esta jugada, Marienburgo hizo realidad su empeño de convertirse en el puerto más importante del Viejo Mundo. La crisis llegó a la ciudad, como al resto del mundo, durante la Gran Guerra contra el Caos en 2301 CI. El último Barón de Westerland, Paulus van der Maacht, murió sin herederos cuando servía en el ejército de Magnus el Piadoso en Kislev. Años después, tras la Gran Guerra contra el Caos, el Imperio parecía entrar en una nueva era de estabilidad y grandeza con Magnus, sentimientos renovados de patriotismo y esperanza en la gente de Marienburgo. Pero como todas las cosas en el Viejo Mundo, poco dura mucho tiempo.

En cuanto terminó la guerra, el Emperador Magnus se vio acosado por las pretensiones de distintos nobles de hacerse con la provincia y su vasta riqueza. Las familias regentes de Talabecland y Nordland tenían motivos justificados para heredarla, pero hubo centenares de peticiones sin base alguna que colapsaron el Palacio Imperial. Los abogados y genealogistas trabajaban a marchas forzadas para encontrar parentescos con la Casa van der Maacht, por muy lejanos que fueran, pero lo más inquietante eran los informes que advertían de que varias provincias electoras del Imperio habían empezado a reclutar tropas en secreto.

Magnus veía venir el peligro: si alguna de las familias se sentía agraviada, la animosidad podía hacer que volvieran las guerras civiles, a las que acababa de poner fin. Una noche de primavera, Magnus recibió otra legación, no de otro noble del Imperio, sino un comité en representación de los mercaderes más poderosos de Marienburgo, con una propuesta.

Su plan era simple pero atrevido: en vez de arriesgarse a provocar nuevos enfrentamientos eligiendo a una casa sobre las demás, Magnus podía obviar la designación y permitir en su lugar que la ciudad fuera gobernada por un directorio en el que estuvieran representadas las Casas Mercantiles y templos más importantes. Los negocios seguirían como siempre: se recaudarían impuestos, se exportaría e importaría la mercancía y se preservaría la paz y la unidad imperial.

El Emperador, según cuenta la leyenda, oró durante varios días y varias noches. Finalmente, accedió y declaró la extinción de la Baronía, que a partir de entonces se llamaría Provincia de Westerland, y puso al frente de ella a los mercaderes. Todo pareció ir como la seda, hasta tal punto que los Emperadores subsiguientes se olvidaron de Marienburgo, dando por supuesto que las cosas seguirían así para siempre. Ya se tratara de un plan a largo plazo de los plutócratas de Marienburgo o simplemente de olfato para las oportunidades que se les presentaban, a lo largo del siglo siguiente el Directorio concentró cada vez más poder en sus manos y fue desligándose progresivamente del Imperio. 

Marienburgo Imperio Emperador Dieter

A la muerte de Magnus, los Condes Electores rechazaron a Gunthar, el hermano de Magnus a favor del Gran Conde de Stirland, Leopold Unfahiger, quien prometió devolver el poder asumido por Magnus durante la Incursión del Caos de vuelta a los Condes Electores. Como ya ocurriese antes con el sistema electoral, la necesidad de negociar hizo que los candidatos que triunfaron cedieran poder y privilegios a los Electores, debilitando gradualmente el cargo de Emperador otra vez. 

Aprovechándose de ello, Marienburgo comenzó a buscar en serio maneras de independizarse del Imperio permanentemente. Primero, las Casas Mercantiles conquistaron el derecho a poseer fuertes milicias privadas, con la excusa de defenderse de los piratas del Cabo del Corsario. Después de las campañas victoriosas de 2378 CI, se les garantizó este derecho de forma permanente y el Imperio retiró su guarnición. Aprovechando este éxito, el Directorio se ofreció a hacerse cargo de la manutención y de las actividades de la Segunda Flota Imperial, que llevaba más de mil años en Marienburgo. 

Con el trono debilitado, los emperadores Unfahiger se vieron forzados a recurrir a otras fuentes de ingresos para apoyar sus pretensiones y aumentar su influencia frente a los demás Electores. El Emperador Leopold, acosado por los problemas económicos, accedió encantado, para disponer de los fondos que necesitaba para financiar las guerras en el este y acabar con las revueltas internas. Satisfecho por poder dejar la defensa de Westerland en manos de sus serviciales ciudadanos, Leopold licenció la Segunda Flota. Como era de esperar, sus barcos y marineros enseguida pasaron a engrosar las milicias privadas de las Casas Mercantiles. 

Finalmente, los Directores nombraron su propio cuerpo de recaudación en 2399 CI para controlar el cobro de tasas y aranceles y perseguir el contrabando. Se contaba y cuadraba hasta el más mínimo penique antes de que llegara a manos de la Legación Imperial, y los recaudadores demostraron ser implacables con los contrabandistas. Por aquella época, hubo quien dijo que cuando no se encontraban contrabandistas de verdad, se hacía cargar con las culpas a inocentes para hacer parecer que todo iba viento en popa. El agradecido gobierno de Altdorf dejó que el Cuerpo de Recaudadores Imperiales de Marienburgo perdiera poco a poco sus competencias hasta que al final se limitaba a recibir dinero del Directorio. 

La separación definitiva del Imperio llegó al final del reinado del Emperador Dieter IV, el último de los Unfähigers, que fue aún más lejos cuando aceptó cuantiosos sobornos de los burgomaestres de Marienburgo a cambio de reconocer la independencia de la ciudad. 

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El escándalo provocado por la secesión de una provincia con el consentimiento imperial fue tan sorprendente que los Electores tuvieron que celebrar una reunión de emergencia en el Volkshalle en Altdorf. Dieter IV se negó a hacer nada al respecto, ya que había aceptado enormes sobornos de los burgomaestres para permitir la secesión sin oposición. Cuando los Condes Electores se enteraron de esta traición, convocaron un concilio especial en 2429 CI para deponer a Dieter IV y elegir en su lugar al Gran Príncipe de Reikland, quién tomó el nombre de Wilhelm III, antepasado del Emperador actual. En la confusión causada por el escándalo y la subida al trono del Wilhelm de Reikland tras derrocar a Dieter, el Directorio aprovechó la oportunidad e hizo que el Stadsraad declarara la independencia de Westerland. 

La independencia de Marienburgo fue un golpe importante ya que era la mayor ciudad portuaria del Imperio. Casi todas las mercancías que entraban al Imperio por mar pasaban por Marienburgo. Perder el puerto significaba perder las lucrativas tarifas y controles sobre las mercancías que llegaban al interior. Los Condes Electores habían puesto sus esperanzas en Wilhelm III, creyendo que reuniría los ejércitos del Imperio y asediaría las Tierras Desoladas. El nuevo Emperador Wilhelm III no se tomó a broma la noticia. Envió tres expediciones contra Marienburgo, pero las tres fracasaron y la última concluyó con la rendición del Ejército Imperial en la denominada Batalla de la Ciénaga Grootscher. También se hizo evidente la alianza entre el Directorio y los Elfos, cuyos hechiceros fueron decisivos en la última campaña. 

Enfrentado a varias amenazas, Wilhelm se vio obligado a aceptar lo inevitable y sabiamente, decidió no continuar con el asedio a la ciudad ya que podría ser aún más desastroso, demasiado costoso en términos de costes de vida, y temía con razón que dicha acción pudiera enviar oleadas de inestabilidad por el Imperio, causando quizás que otras provincias y ciudades-estado se separaran de las tierras de Sigmar. Para evitar la guerra civil tras la derrota de un ejército imperial a las afueras de Marienburgo, el nuevo Emperador Wilhelm III, con increíbles maniobras políticas, forjó una alianza con Marienburgo, garantizando que el Imperio pudiera mantener presencia en los puertos a cambio de un reconocimiento formal de independencia de las Tierras Desoladas. Con el tratado del 20 de Kaldezeit de 2429 CI, Marienburgo fue libre de decidir su destino a partir de ese momento. 

En el siglo que vino todavía hay un gran resentimiento en el Imperio hacia las Tierras Desoladas. Muchos nobles les acusan de ser traidores mientras que los sacerdotes describen la ciudad como un antro de perdición, donde la gente no respeta debidamente a los dioses. Marienburgo se ha convertido en chivo expiatorio para muchos de los problemas que afectan a las provincias y ciudades orientales, y la gente se apresura a buscar un complot a causa de Marienburgo, incluso donde no lo hay. 

Curiosamente, a pesar de la hostilidad reflejada en algunos rincones del Imperio, Marienburgo es un destino popular para los viejomundanos. A sus ojos, es un lugar fabuloso, pero que también es algo familiar ya que los Marienburgueses no están muy alejados del resto de la gente del Imperio en términos de cultura y actitudes. Y sin embargo, esta ciudad ve gente de todo el mundo, presumiendo de viajeros de la vasta Catai, Arabia e incluso algunos dicen, del misterioso Nippón. Así, Marienburgo abre sus puertas y da la bienvenida a todos y cada uno de los que recorren sus calles y navegan en sus canales, ya que el oro es oro, sin importar quién tiene las monedas. 

La buena voluntad de Marienburgo a aceptar extranjeros ha disminuido en los últimos meses. Con el cataclismo de la incursión del Caos, mucha gente del Imperio abandonó sus hogares y huyó al oeste, con la esperanza de escapar a las crueles espadas y rostros horribles de las toscas legiones de Archaon. Lo que comenzó como un goteo, pronto se convirtió en un torrente y la ciudad fue inundada con desposeídos e indigentes, la plebe de los fugitivos del Imperio que trataban de encontrar una nueva vida en esta ciudad de esperanza. Los que estos esperanzados encontraron en su lugar fue la miseria absoluta del Doodkanaal, la barriada más pobre de Marienburgo, ya que las clases altas y los mejores distritos nunca aceptarían a estos sucios campesinos en sus hogares.

Competencia[]

Como conquistar Marienburgo parece imposible, los nobles y los ricos mercaderes del Imperio han intentado ocasionalmente acabar con el monopolio comercial de la ciudad. Muchos han tratado de hallar una ruta terrestre por las montañas hacia Tilea, pero los Orcos, los bandidos y el mal tiempo son riesgos demasiado grandes. La tentativa más ambiciosa se hizo en el reinado de Wilhelm II "el Sabio", cuando los electores de Middenheim, Ostland, Nordland y Hochland financiaron un proyecto descabellado propuesto por Jens-Peter Riemanns de Wolfenburgo.

Riemanns convenció a los aristócratas de que sufragaran la construcción de dos nuevos puertos en la desolada costa septentrional del Imperio y de cinco buques mercantes para cada uno. A cambio de permitir que la recién constituida Societas Mercatoria Septentrionalis (”Sociedad Mercantil del Norte”) administrara los nuevos puertos, los gobernadores de cada provincia tendrían derecho a una parte de los beneficios de los aranceles y sus mercaderes podrían exportar sus productos directamente sin los intermediarios de Marienburgo. Todos soñaban con arrebatarle el comercio de la parte oriental del Imperio y Kislev.

Con gran alharaca, los puertos de Neues Emskrank en Nordland y Salkalten en Ostland se inauguraron en la primavera de 2462 CI. Con música y bendiciones de los sacerdotes, los barcos se hicieron a la mar. Los que iban en ellos estaban confiados en que todo el oro del mundo estaba al alcance de su mano.

El sueño duró un año.

Tres barcos nunca volvieron: se dice que uno de ellos puso rumbo por su cuenta hacia las Tierras del Sur por la Fiebre del Oro de 2463 CI. Las calzadas empedradas que iban desde los puertos a Salzenmund, Wolfenburgo y más allá nunca fueron acabadas, y sin buenos caminos ni protección armada, pocos mercaderes se atrevían a cruzar los bosques cuando podían vender sus productos a los intermediarios que los transportaban por la ruta fluvial hacia Marienburgo. Y lo peor es que Riemanns y los suyos subestimaron la voluntad del Directorio de defender su negocio. Empleando sus considerables fortunas particulares, los Diez vendían tan barato y compraban tan caro que durante cinco años estuvieron perdiendo dinero en todas las transacciones que hacían en la parte oriental del Imperio.

Pero su sacrificio dio sus frutos: después de unos años con un tráfico de mercancías mínimo y prácticamente sin beneficios, los electores revocaron el estatuto de la Sociedad y designaron gobernadores para los puertos, de los que ya nadie se acuerda. Riemanns pasó cinco años en la cárcel de Salzenmund por incompetencia y, después de que cumpliera su pena, nadie ha vuelto a hablar de él.

Relaciones Internacionales y el Comercio[]

Relaciones Marienburgo

Marienburgo es como un equilibrista en la cuerda floja que hace juegos malabares mientras procura no desplomarse sobre un foso lleno de tiburones. Si sus gobernantes se inclinan demasiado a un lado o a otro, se acabará la actuación y alguno de sus poderosos vecinos lo devorará vivo. Hasta ahora, el Directorio ha demostrado que domina a la perfección el arte de mantener el equilibrio.

Marienburgo carece de fuentes de riqueza evidentes: no posee minas de oro ni de plata, ni tierras fértiles, ni piedras preciosas, ni madera. El pescado es lo único que abunda, pero por sí solo no garantiza nada y de hecho la ciudad importa gran parte de sus alimentos. No obstante, su ubicación es excelente: está a la entrada de la única vía fiable al interior del Viejo Mundo: el Reik y sus afluentes. Las rutas terrestres son demasiado peligrosas. En las montañas hay pocos pasos, y de ellos, los que son transitables, están infestados de bandidos, Goblins y otras criaturas. Y cuando estos caminos están protegidos, hay que pagar onerosos peajes y aranceles. Los riesgos son tan altos que cuesta menos transportar un cargamento del cotizado azafrán estaliano desde Magritta a Talabheim por Marienburgo y el Reik que atravesar Bretonia y las Montañas Grises.

Hasta para las exportaciones e importaciones de Kislev y Oriente se prefiere la ruta fluvial de Marienburgo. Erengrado está demasiado apartada, su puerto permanece bloqueado por el hielo casi la mitad del año y la mayoría de los capitanes prefieren hacer escala en la desembocadura del Reik, ya que el Mar de las Garras es demasiado imprevisible. La presencia ocasional de barcos del Caos en los mares orientales es otro incentivo para seguir las rutas fluviales. Las tentativas esporádicas de los gobernadores de Middenland, Nordland y Middenheim para competir con Marienburgo fundando puertos en la costa norte nunca han llegado a nada y ahora estas ciudades languidecen en el olvido.

Marienburgo tiene en su poder la entrada de la ruta comercial más importante del Viejo Mundo, lo que ha enriquecido notablemente a la ciudad y a sus habitantes. Las diez familias que dominan el Directorio no sólo deben su prosperidad al comercio, sino que en los últimos siglos se han convertido en los banqueros del resto del Viejo Mundo. Cuando el Zar de Kislev, por ejemplo, quiso reunir un ejército para exterminar a los goblinoides del Paso de Belyevorota, tenía dos opciones: subir los impuestos o pedir un préstamo. Ante la posibilidad de motines por parte de los campesinos, se decidió por la segunda opción y recurrió a la Casa de van de Kuypers, que financió toda la campaña.

El Directorio nunca ha tenido reparos en usar la influencia que posee gracias a su dinero y a su posición. Al rebelarse contra el Imperio, impuso un embargo a todo el tráfico de mercancías por la desembocadura del Reik. Las tremendas presiones ejercidas por las clases medias y la nobleza imperiales para que el comercio volviera a fluir jugaron un papel importante en la decisión de Wilhelm III de reconocer la independencia de Marienburgo. Y el Rey de Bretonia se encontró con que su ultimátum era inaplicable cuando, después de ordenar que se reclutara un ejército para invadir las Tierras Desoladas, descubrió que el Directorio ya había contratado a todos los mercenarios disponibles.

Pero Marienburgo no depende sólo del dinero para su defensa. La guardia y las levas de la ciudad se complementan con mercenarios, sobre todo de Tilea, Kislev y Norsca, las raras ocasiones en las que se ven obligados a plantar batalla. Las Grandes Casas han suministrado buques para acabar con la piratería y proteger los amplios intereses de la ciudad desde el siglo XXIV, dotados con infantes de marina veteranos que son, en realidad, los ejércitos privados de las familias. Además, los barcos, infantes de marina y marineros del Templo de Manann y del Barrio Élfico son tropas de élite de reserva para situaciones de emergencia. Los extranjeros pueden pensar que la buena vida ha ablandado a los marienburgueses, pero tras su fachada decadente acechan dientes de tiburón.

Pero la guerra cuesta dinero, y humillar repetidamente a los enemigos espolea sus ansias de venganza. Por ello, los gobernantes de Marienburgo siempre prefieren la diplomacia para convencer a todo el mundo de que el statu quo es lo más beneficioso para ellos. Esta política, combinada con algunos obsequios en las manos adecuadas, siempre ha dado buenos frutos.

Bretonia[]

"Nuestros espías han conseguido que muchos de los Directores se pasen a nuestro bando. Tarde o temprano, la ciudad decidirá someterse a Nuestra Majestad y controlaremos la desembocadura del Reik. ¡Entonces esos idiotas de Altdorf se postrarán de hinojos ante nosotros! Pero primero, juguemos una partida de cróquet."

Rey Charles de la Tète d'Or.
Bretonia Comerciantes por Christophe Swal

Bretonia haría lo que fuera por adueñarse de las Tierras Desoladas. Sus dirigentes babean ante la posibilidad de dominar las inmensas fortunas de Marienburgo y la mera idea de hacerse con el control del comercio del Imperio excita la imaginación del Rey y sus cortesanos. Desde hace más de un milenio, los reyes bretonianos han reclamado las Tierras Desoladas como la "frontera natural" de su país. Bailaron de júbilo cuando Marienburgo obtuvo la independencia, tanto por la humillación que supuso para el Emperador como por la posibilidad abierta de anexionarse la región en el futuro. Todavía están esperando.

Mientras tanto, el Rey financia el espionaje y la subversión en Marienburgo para atraerla bajo la influencia bretona y para frustrar las maniobras del Imperio para recuperarla. A través de "Le Maitre de le Chambra Noire", el burócrata anónimo que está al frente del servicio de inteligencia del Rey de Bretonia sufraga espías, agitadores, saboteadores y asesinos. Los comilones de Marienburgo atribuyen la responsabilidad de la muerte del famoso cocinero Halfling, Willy Brezoverde, a los bretonianos, que tal vez creyeran que era un agente imperial. Se le encontró cociéndose en su propia cazuela con una manzana en la boca y aderezado con salsa de pasas, la favorita del Rey.

Los puertos de Bretonia también querrían ver humillada a Marienburgo. L'Anguille mantiene con ella una antigua rivalidad, que raya en la obsesión: sus gobernantes designados por el monarca siempre han envidiado la predilección de los Elfos por su competidora. Después de todo, ¿no construyeron el Gran Faro en su ciudad? Aunque los mercaderes de L'Anguille han intentado explicarles a los gobernantes que las altas tarifas alejan de allí el comercio, la postura del rey es que las Tierras Desoladas han logrado la posición que ostentan mediante sobornos y demás medios ilícitos. Se rumorea que las autoridades de L'Anguille están detrás de gran parte de la piratería que afecta a Marienburgo.

La otra cara del Florín es que el puerto de Brionne disfruta de un intenso intercambio comercial con la capital de las Tierras Desoladas. La mayor parte de las transacciones se hacen "por debajo de la mesa", contrabando de una clase u otra. Aunque critican públicamente a Marienburgo por competencia desleal, el Gobernador y los mercaderes más importantes obtienen pingües beneficios con los productos robados de los barcos de los rivales de Marienburgo mediante naufragios provocados y piratería. En Brionne es un secreto a voces que algunas de las casas mercantiles de las Tierras Desoladas fomentan activamente, si bien de forma clandestina, estas prácticas. Hasta se dice que los brionnenses son intermediarios en el tráfico de esclavos, para ocultar cualquier evidencia de la implicación de las élites de Marienburgo en la venta de esclavos y sacrificios.

El Imperio[]

"Con o sin tratado, Westerland sigue siendo una Provincia Imperial, aunque en rebeldía. A pesar de que podríamos recuperarla en cualquier momento, tenemos asuntos más urgentes que atender. Aconsejamos a Nuestro Hermano de Bretonia que deje a un lado sus juegos de conquista y se concentre en el cróquet."

Karl Franz a un embajador Bretoniano.
Imperiales en marienburgo por Ralph Horsley

En la pared de la sacristía de la Catedral de Sigmar en Altdorf hay un mapa del Imperio, tallado en piedra y con gemas, lapislázuli y nácar incrustado. Antes de cada servicio religioso el Gran Teogonista y sus clérigos se inclinan ante él y rezan una oración en la que expresan su compromiso por la conservación de la unidad del Imperio. Y cada vez que pronuncian esta plegaria se acuerdan de su incapacidad para mantener su promesa, pues en el mapa aparece una provincia que ya no existe. Westerland se ha convertido en las Tierras Desoladas, la única provincia del Imperio que ha logrado independizarse de él y desafiar la Unidad de Sigmar.

La nobleza del Imperio se comporta como si Marienburgo todavía formara parte de él. Los Emperadores se han erigido a menudo como defensores de las Tierras Desoladas, aunque en realidad lo único que les importa es que el Rey de Bretonia y sus aduladores no hagan nada más ambicioso que retarse mutuamente en los torneos. La sola idea de que el Palacio de Oisillon pueda hacerse con el control del estuario del Reik es una pesadilla para el Imperio. La última vez que sucedió algo así, cuando una hueste bajo el mando del Duque de L'Anguille tomó Marienburgo y la ocupó, los bretonianos bloquearon el comercio imperial y acentuaron el caos de la Era de los Tres Emperadores. Altdorf ha dejado muy claro que si Bretonia invade las Tierras Desoladas, automáticamente estará en guerra con el Imperio.

Aunque los Emperadores se han planteado de vez en cuando la reconquista de las Tierras Desoladas, sobre todo a instancias de algún Gran Teogonista, al poco tiempo han abandonado la idea por ridícula. La guerra supondría otro embargo y, además, el Emperador suele pedir préstamos a las casas mercantiles de Marienburgo cuando los electores se niegan a pagarle más impuestos, así que un fracaso en este sentido llevaría a una situación insostenible ante sus acreedores.

Analizadas fríamente, las circunstancias no son en absoluto tan perjudiciales para los imperiales como pudiera parecer. Los Directores están tan interesados como ellos en mantener a raya a Bretonia y en que la ruta del Reik siga despejada para el comercio. Y, aunque el Imperio ya no cobra impuestos a Marienburgo, los aranceles los suplen en parte. A pesar de todo, el servicio de inteligencia imperial tiene varios agentes en la ciudad, cuya misión principal es frustrar las intrigas de la "Chambre Noire" bretoniana y recabar información sobre los planes del Directorio.

Muchas de las grandes provincias del Imperio tienen relaciones comerciales y diplomáticas propias con las Tierras Desoladas. Como se consideran iguales que el Emperador, los electores se niegan a que Karl-Franz hable en su nombre en el Palacio del Staadtholder. Los electores de Talabheim y Middenland tienen consulados en Marienburgo y casi todos los demás, en un momento u otro, han intentado ganar dinero allí. En las habladurías de la corte de varias capitales de las provincias se comenta la insensatez del Gran Príncipe de Ostland. Se rumorea que ha avalado el cuantioso préstamo que acaba de recibir con la escritura de su castillo en las afueras de Wolfenburgo, y un chiste que se ha hecho muy conocido dice que ahora tiene un nuevo título: Chambelán de Pescado Schloss.

La que peor lleva esta situación es la provincia de Nordland, cuyos gobernantes llevan siglos reclamando la reincorporación de Marienburgo a su provincia desde que esta se independizara del Imperio, pero hasta ahora todas sus ambiciones se han visto frustradas. El propio Conde Theoderic Gausser de Nordland (teóricamente el legítimo gobernador de Marienburgo) tiene prohibido volver a ella bajo pena de ser ejecutado de la forma más dolorosa y sádica posible.

Ulthuan[]

Es el aliado decisivo de Marienburgo. Si las Tierras Desoladas son como un equilibrista en la cuerda floja y si el Imperio y Bretonia son las fauces de la muerte, entonces el Tratado con el Reino de los Altos Elfos de Ulthuan es la pértiga que le permite guardar el equilibrio; pocos osan arriesgarse a un enfrentamiento con los Elfos, con sus magos y su infantería de marina. Y por otra parte, ¿quién sabe qué influencia puede tener Ulthuan sobre los Elfos Silvanos de Loren y Laurelorn? Durante 400 años, esta alianza ha sido el as en la manga de la ciudad.

Cuando se firmó el Tratado de Amistad y Comercio en 2150 CI, tanto los marienburgueses como los Elfos se esforzaron en convencer a los oficiales imperiales de que el acuerdo no amenazaba la unidad del Imperio. De hecho, cuando la Casa de van der Maacht quedó sin herederos durante las Incursiones del Caos y los Condes de Mousillon reclamaron el trono, algunas escuadras élficas se dejaron ver desde los puertos bretonianos como para recordarles los riesgos de la aventura. Para decepción de sus nobles, el rey se limitó a concentrar su ejército ante la frontera y hacer ruido.

Pero nadie, aparte de la élite del poder de Marienburgo, conocía los pactos secretos que obligaban a los Elfos a defender la ciudad de cualquier ataque. No obstante, todo quedó meridianamente claro tras la derrota del Ejército Imperial del Bajo Reik, cuando el Conde Zelt tuvo que rendir su espada a un hechicero Elfo ante las tropas combinadas de la milicia de las Tierras Desoladas y los infantes de marina de los Elfos. Por la razón que sea, el Reino de los Altos Elfos de Ulthuan se ha comprometido a proteger la ciudad.

Aparte de la defensa militar, su relación con Ulthuan es muy beneficiosa para Marienburgo en otros aspectos: el tratado también le otorga un papel predominante en el comercio con el Nuevo Mundo. Desde que Erik el Perdido descubrió el Nuevo Mundo, el Viejo Mundo no ha dejado de enviar expediciones de exploración. Con una experiencia cada vez mayor en la navegación del océano, los viejomundanos cada vez mandaban más barcos para comerciar y hacer incursiones allí. También se establecieron colonias, que sólo exportaban productos a su metrópolis.

Aunque en teoría propugnaba el comercio libre, con la llegada de los Elfos Marienburgo aprovechó una oportunidad única para apropiarse de los negocios más ventajosos. Los Elfos tenían contactos en el Nuevo Mundo que les facilitaban los productos más preciosos en cantidades mucho mayores que las que se pueden encontrar en el Viejo Mundo, y Marienburgo tiene el monopolio de estas exquisiteces. Si un noble de Bilbali quiere regalarle a su dama un collar con los mejores zafiros lustrianos, tiene que comprarlos en las Tierras Desoladas.

Y la relación es recíproca. Aunque la ciudad no está obligada (que se sepa) a ayudar militarmente a los Elfos, las mercancías con destino a Ulthuan deben transportarse en barcos élficos. Dada la situación de Marienburgo como capital comercial del Viejo Mundo y su control casi absoluto sobre las exportaciones del Imperio y de Oriente, Ulthuan ha salido muy beneficiado con el trato. Como patrullan regularmente las rutas marítimas entre los dos continentes, los contrabandistas tienen pocas probabilidades de salirse con la suya, sobre todo porque cuando los Elfos encuentran contrabando en un barco lo echan a pique, no sin antes incautar toda la carga para venderla en Marienburgo. De este modo, también pueden controlar el acceso al Nuevo Mundo, aunque nadie sabe qué es lo que querrán ocultar a los viejomundanos.

El Reino de los Altos Elfos también se beneficia políticamente de esta situación. El reasentamiento en Sith Rionnasc es una ventana abierta a los asuntos del Viejo Mundo, a través de la cual pueden observar de cerca la evolución de los acontecimientos. Aunque llevan mucho tiempo separados de sus parientes de los bosques de Loren y Laurelorn, los Altos Elfos tratan de extender su influencia sobre ellos y se han erigido, a través del Exarca de los Elfos marineros de Sith Rionnasc, en “protectores” de sus primos continentales. Cuando el Gran Duque de Middenland empezó hace unos años a reunir tropas para exigir el derecho a convertir en tierras de labranza ciertas zonas de Laurelorn, un simple comentario de Sith Rionnasc fue suficiente para que el asunto no fuera más allá. El que los Elfos Silvanos aprecien o no este interés por ellos es otra cuestión.

Tilea[]

Marienburgo mantiene buenas relaciones con las ciudades-estado tileanas, ya que las considera socios comerciales y financieros; en consecuencia, en vez de intentar dominar el comercio del propio Mar del Sur, deja sus productos en manos de los tratantes y barcos tileanos, al servicio de las casas mercantiles. Las Grandes Familias de las Tierras Desoladas y las casas gobernantes de las ciudades estado intercambian regularmente cartas de crédito para costear sus actividades comerciales.

Fiel a su política de neutralidad declarada, Marienburgo no demuestra favoritismos hacia ninguno de los estados tileanos, ni siquiera hacia sus socios más importantes, Miragliano y Remas. De hecho, el Directorio ha usado su influencia para mediar entre ellas e impedir que los pequeños enfrentamientos degeneren en guerras a gran escala. Por ejemplo, una reciente disputa por "furtivismo comercial" (piratería) entre Remas y Luccini fue solventada por la "diplomacia mercantil" de Henryk von Kissingen, un exiliado imperial que ha puesto su agudo intelecto al servicio de Marienburgo.

Estalia[]

Siguiendo la teoría de que "es mejor no perder de vista a los amigos de mis enemigos", los Reinos Estalianos no suelen tener buenas relaciones diplomáticas con las Tierras Desoladas, irritados por su colaboración con sus rivales tileanos y su práctico monopolio sobre el lucrativo comercio con el Nuevo Mundo. Bilbali nota en particular la presión de su vecino septentrional: con mucha frecuencia, sus barcos han sido víctimas de la piratería brionnesa, y sus gobernantes están seguros de que gran parte de los cargamentos robados van a parar a Marienburgo.

En los últimos años los mercaderes y capitanes de barco de Bilbali han estado presionando a su gobernate para que haga algo (cualquier cosa) para arreglar la situación. Se rumorea que están considerando la posibilidad de atacar Brionne o contratar corsarios para que hagan lo propio con las naves marienburguesas. Al mismo tiempo, los buques de Bilbali cada día participan de forma más activa en el contrabando y las incursiones al Nuevo Mundo, con el consiguiente riesgo de conflicto con los Elfos.

Magritta, por su parte, es más tolerante con la capital de las Tierras Desoladas, tal vez porque también está gobernada por mercaderes que entienden que el negocio es el negocio. El comercio de Magritta depende sobre todo de las rutas a través de los califatos árabes y las Tierras del Sur hacia Ind y Catai, así que en cierto sentido es complementario del de Marienburgo, y los barcos de aquella a menudo visitan la ciudad. Pero los magrittanos están descontentos por las buenas relaciones entre el Directorio y los Dogos y Consejeros de Tilea. Dadas sus disputas con los tileanos por los derechos comerciales sobre el Mar del Sur, la ayuda económica de las Casas de Marienbugo a sus enemigos exaspera a los magrittanos. Si la facción de los navieros pudiera influir, las relaciones con Marienburgo podrían ir a peor.

Kislev[]

Kislev está lejos de las Tierras Desoladas y apenas tiene comercio marítimo. Los paquebotes de Erengrado rara vez se aventuran más allá de Marienburgo y los kislevitas tienen fama de ser marineros incompetentes propensos a perderse cada vez que pierden de vista la costa. Los barcos de otras naciones son los que transportan gran parte de la mercancía de Erengrado, mientras que la Kislev propiamente dicha depende de las rutas fluviales del Imperio, abiertas todo el año, para recibir los productos que necesita. Pero lo que más preocupa a la Zarina y sus boyardos son las amenazas del Caos de los Desiertos del Norte.

Como siempre está necesitando soldados, el gobierno del Kislev se gasta una fortuna en entrenar tropas nativas de élite y contratar mercenarios. Los impuestos exprimen al máximo a la población, así que con frecuencia ha tenido que recurrir últimamente a pedir cuantiosos préstamos a la Cámara de Comercio de las Tierras Desoladas. En particular, Jaan van de Kuypers, jefe de la familia más poderosa del Directorio, posee varios pagarés kislevitas. Su influencia llega a tal extremo que se ha convertido en el embajador de facto de Kislev en Marienburgo.

Norsca[]

Norsca solía ser antaño una amenaza constante para Marienburgo, la ciudad cuyas riquezas atraían la codiciosa mirada de los jarls y reyes. Pero los gobernantes de las Tierras Desoladas no cejaron en convencer a los nórdicos de las bondades del comercio y de que existían víctimas más fáciles que ellos. Aunque la amenaza continua estando presente, especialmente de las tribus más norteñas, los reyes de la parte meridional y oriental de Norsca del norte aprecian la facilidad con la que los mejores productos llegan a ellos y los beneficios que sus propias mercancías les reportan en Marienburgo. Los marienburgueses esperan dar lugar a la fundación de un estado que los escude de los kurgan y las tribus nórdicas más salvajes. Como resultado de esta nueva era de prosperidad, muchos nórdicos viajan a marienburgo ofreciéndose como mercenarios o incluso mercaderes, vendiendo aceite de ballena, marfil, ámbar y madera.

Hay muchos marineros nórdicos en las tripulaciones de los buques de las Tierras Desoladas y en la ciudad, tener un nórdico como guardia personal se ha convertido en una moda entre las familias de las clases altas (y cualquiera sabe lo que ocurre a puerta cerrada).

Arabia[]

Marienburgo no controla el comercio de Arabia como sí domina el del Nuevo Mundo, el Imperio y Norsca, más que nada por el carácter cerrado y suspicaz de la sociedad árabe. Los emires, jeques y califas desconfían del "gobierno a través de la usura" de Marienburgo y temen que los comentarios de los marineros extranjeros sobre "gobernarse a sí mismos" seduzcan a su propio pueblo. Consecuentemente, restringen sus actividades a barrios para extranjeros separados por un muro del resto de la ciudad. Si salen de allí, lo hacen bajo su propia responsabilidad.

Por otra parte, los intrépidos comerciantes árabes a menudo ponen rumbo a las Tierras Desoladas, sabiendo que allí no les faltarán compradores para sus sedas, especias y aceites. Con el paso de los siglos una pequeña pero próspera comunidad árabe se ha establecido en Marienburgo, algunas de cuyas familias llevan allí bastantes generaciones.

Gobierno[]

"No castiguéis a los niños ambiciosos. Educadlos para que sean mercaderes. Sin ambición no hay ganancia."

Lea Jan Cobbius, explicando la ley fundamental aprendida de las Grandes Casas.

"El negocio de Marienburgo son los negocios."

Director Jaan van de Kuypers.

"¡Claro que deben ser Directores! Su mismo éxito ratifica que tienen la bendición de Handrich. Lo que es bueno para ellos es bueno para Marienburgo."

Clérigo de Handrich.
Gobierno Marienburgo

La cultura de Marienburgo difiere tanto de la del resto del Viejo Mundo que no hay que sorprenderse de que también su gobierno sea peculiar. Desde la extinción del linaje de los Barones de Westerland, el país carece de familia real; no está gobernada por reyes, ni príncipes, ni duques... ni siquiera por un baronet o dos. A falta de un término para describir su régimen político, los eruditos de la Escuela de Navegación y Magia Marina del Barón Henryk han acuñado recientemente la palabra "democracia", que significa "gobierno de la muchedumbre". Los marienburgueses están orgullosos de proclamar que ellos mismos crean sus propias leyes, y se ven a sí mismos y a su ciudad como paradigmas de lo bien que pueden ir las cosas. "Que cada uno diga lo que piensa y atienda sus asuntos, y todo irá bien para todos", afirma un proverbio de las Tierras Desoladas.

O al menos eso es lo que se cuenta a los visitantes. La verdad, como siempre, sigue otros derroteros y es bastante menos luminosa que las "mil farolas" de las que presumía el Staadtholder Buusch. Aunque hay menos barreras sociales que en el Imperio, la ciudad está dominada por una camarilla formada por los más ricos de entre los ricos, que gobiernan desde los salones llenos de humo de la Cámara de Comercio preocupándose tanto por el hombre de la calle como los dueños de una perrera por sus animales. Mientras una altiva dama sorbe akavit nórdico frío y se atiborra de caviar kislevita en Goudberg, hay familias que se mueren de hambre en los cuchitriles de Suiddock. Y entre ambos extremos están todas las facciones: grupos de personas que se han organizado para defenderse de otros que no son como ellos, todos buscando una forma de subir otro peldaño en la escala de la prosperidad.

El Stadsraad[]

"Claro que todos los gallos quieren vivir en el mejor gallinero para pavonearse, pero la gente común es la que luego tiene que limpiarlo ¿No le parece?"

Vendedor de salchichas de arenque de Paleisbuurt.

El Stadsraad es la sede de las dos cámaras del parlamento de las Tierras Desoladas, en el distrito de Paleisbuurt. La cámara alta es la Rijkskamer, una institución indolente compuesta por todos los clérigos de los cultos reconocidos, los decanos de la universidad y los pocos aristócratas que todavía quedan. El Staadtholder preside los plenos en las raras ocasiones en las que se reúne. La cámara baja, más animada que la Rijkskamer, es el Burgerhof, en el que están representados todos los gremios y concejales elegidos por los propietarios de vivienda de las circunscripciones de la ciudad o de los pueblos más importantes de las Tierras Desoladas. Celebra sesiones más a menudo, y en ella se producen agrios debates e incluso peleas a puñetazos. El Presidente del Burgerhof es Nieut Gyngrijk, un agitador y demagogo muy popular entre la clase obrera, con una gran capacidad para las maniobras políticas y para la manipulación de facciones en su propio interés.

Aunque tiene autoridad para aprobar leyes, llevar a cabo investigaciones y orientar la política de las Tierras Desoladas, los debates del Stadsraad no son más que una fachada, ya que su verdadera ocupación es aprobar las decisiones que ya ha tomado el Directorio. Gran parte de su poder legislativo ha pasado a los gremios, que dictan las normas de sus propios negocios. Hasta cuando da "instrucciones" formales al Staadtholder y los Directores, las decisiones cruciales ya han sido tomadas entre bastidores por los dirigentes de las muchas facciones de la ciudad. El Secretario de Stadsraad, Ulric Van-den-Bogaerde, hace las veces de recadero para comunicar las instrucciones del Directorio a las dos cámaras del parlamento y, una vez que un proyecto de ley llega al Burgerhof, Gyngrijk se las arregla para que, discurra por donde discurra el derrotero del debate, se vote la opción Calcad; por ello, el Directorio le demuestra su agradecimiento con obsequios discretos. La Rijkskamer se reúne sobre todo cuando el Staadtholder le solicita que vete alguna medida inoportuna que se ha colado a pesar de todos los esfuerzos del Presidente

El Directorio[]

"Asombroso, ¿verdad? Son los gobernantes de la ciudad más compleja del mundo y no obstante sus sesiones son modelos de eficiencia y armonía. Es casi como si supieran de antemano qué decisión van a tomar... pero por supuesto eso sería inmoral."

Miembro del Colegio de Abogados.
Directorio Marienburgo por Russ Nicholson

El Directorio es el Consejo Ejecutivo del Stadsraad, que se reúne semanalmente para tomar las decisiones más importantes que afectan a las Tierras Desoladas. A sus sesiones a puertas abiertas en el Palacio Nuevo de Paleisbuurt pueden asistir cualesquiera ciudadanos de Marienburgo que lo deseen, y las actas de sus debates son públicas. Las decisiones se toman por mayoría, con el voto del Staadtholder si hace falta deshacer un empate. Sus miembros son los Sumos Sacerdotes de Manann, Verena, Shallya y Haendryk, el Rector de la Universidad del Baron Henryk y los patriarcas de las diez Casas Mercantiles más ricas. Su imagen pública es la de la flor y nata de la ciudadanía de Marienburgo luchando a brazo partido por los intereses de las Tierras Desoladas en un mundo hostil.

Pero, lo mismo que con el Stadsraad, esta fachada tan trabajada oculta las sórdidas realidades del poder. Aunque los escaños de los clérigos y de la universidad son fijos, los de las diez casas mercantiles están abiertos en teoría a cualquier miembro del Burgerhof, sea cual sea su estatus económico; sin embargo, en la práctica, desde la época de Magnus han estado prácticamente reservados a las tasas mercantiles. Por acuerdo tácito, los jefes de las diez familias más adineradas son elegidos sistemáticamente al principio de cada bienio, pues con su generosidad se aseguran de poseer los votos necesarios. La única manera de que uno de los Diez pierda su escaño, aparte de la traición o de que asesine a su abuela en público, es que su casa sufra un revés económico y deje de contarse entre las más ricas. Evidentemente, hay una reñida competencia entre los mercaderes cuya fortuna se acerca a la cifra necesaria para dar el salto final a la cumbre. La mayoría trata de conseguirlo por medios (relativamente) honrados dentro de sus actividades comerciales, pero las casas más impacientes o menos escrupulosas pueden llegara todo con tal de sabotear los negocios de un Director que parezca vulnerable.

La sorprendente unanimidad del Directorio se debe a que toma sus decisiones mediante pactos secretos. Los que están al tanto sostienen que el Gabinete, la sala de juntas de los gobernadores de la Cámara de Comercio, es el verdadero centro de poder de Marienburgo. No es coincidencia que la mayoría de los Directores formen parte de ella. Allí, en los opulentos salones que ocupa la élite financiera, se encuentra el verdadero gobierno de Marienburgo.

El Staadtholder[]

"Van Ramerswijk es el Staadholder ideal. Deja que el Directorio siga con sus asuntos mientras él se preocupa de estar elegante en los bailes y desfiles."

Director Clothilde de Roelef.

Para no herir las sensibilidades de las familias nobiliarias del Imperio, indignadas por el hecho de que la provincia más opulenta del Imperio esté gobernada por simples tenderos, las Casas Mercantiles de Marienburgo accedieron a que se eligiera a un miembro del Directorio como Staadtholder o regente, "hasta que se encuentre a un verdadero heredero de la Casa de van de Maacht". Por supuesto, todavía no ha aparecido ninguno, y el Directorio pone buen cuidado en que nadie cumpla los requisitos.

El Staadtholder es elegido anualmente entre los Directores y siempre ha sido el jefe de alguna de las diez Grandes Familias. Aunque preside las sesiones del Directorio y establece el orden del día, su papel es estrictamente ceremonial. Sólo puede votar para deshacer un empate, y, en las raras ocasiones en las que esto ocurre, siempre se pone de parte de las casas mercantiles. Para eternizar esta situación tan favorable, los Diez y sus aliados en el Directorio siempre procuran escoger al menos ambicioso y más manejable de entre ellos. Dadas las considerables prebendas del cargo y las oportunidades que supone para impulsar la Casa del que lo ocupa, no es de extrañar que ningún Staadtholder haya traicionado nunca a sus compañeros.

Algunas de sus obligaciones son recibir a los embajadores extranjeros y representar a las Tierras Desoladas en varias ceremonias oficiales, como la de inauguración de la temporada comercial del año. Es el comandante del ejército de las Tierras Desoladas, por lo que está al mando de la Guardia Urbana y Fluvial, el Cuerpo de Recaudadores, los mercenarios de la ciudad y su milicia. Pero esta autoridad suele ser sólo nominal, pues los asuntos cotidianos están bajo la responsabilidad de diversos comisarios, capitanes y comandantes. En situaciones de emergencia, incluso puede dirigir las milicias privadas y los buques de las casas mercantiles y templos de la ciudad, aunque la última vez que se dieron estas circunstancias fue en la guerra de la independencia. Además, es clérigo de Haendryk y Manaan, aunque sólo a título honorífico.

Sin embargo, existe un ámbito en el cual el Staadtholder tiene verdadero poder, un poder que una persona sin escrúpulos podría utilizar para dominar el Directorio y, en consecuencia, todo Marienburgo. En una sala anexa a su despacho trabaja su secretario permanente, denominado oficialmente Intendente de Palacio, que en realidad es el jefe del servicio de inteligencia de la ciudad, los Caminantes de la Bruma. Cargo discreto y modesto de cara al exterior, hay pocos fuera del Directorio que conozcan su verdadera función: recabar información y tomar medidas de forma solapada contra todas las amenazas externas o internas a Marienburgo. Posee una vasta red de espías e informadores por todo el Viejo Mundo, incluida la propia ciudad y hasta en las mansiones de los Directores, según se dice. Sobre todo ello entrega informes diarios al Staadtholder, lo que, en una ciudad en la que continuamente se hacen tratos bajo cuerda, vale más que el oro.

Consejo y Comisiones Complementarias[]

El Directorio y el Stadsraad se verían abrumados si tuvieran que ocuparse personalmente de todos los asuntos menores de Marienburgo. Por suerte, ese trabajo corresponde a los más indicados para encargarse de las minucias: los burócratas.

Los burócratas realizan su labor a través de un laberinto de comisiones, cámaras, despachos, gremios, departamentos y juntas de todos los tamaños, cada uno con su propia jurisdicción que a menudo se solapa y entra en conflicto con las de otros, y todo entregando documentos por triplicado. Algunas comisiones existen desde hace tanto tiempo que ya casi nadie se acuerda de para qué sirven. Este embrollo ha dado pie a la aparición de toda una clase de abogados especializados en derecho administrativo que disfrutan de elevados emolumentos.

Como los burócratas se las arreglan tan bien para justificar sus gastos al Stadsraad (y como estos cargos a menudo no son otra cosa que sinecuras otorgadas a dedo a favoritos y parientes), tales organismos no suelen ser suprimidos en nombre de la eficiencia. Los marienburgueses, siempre tan avispados, se han vuelto verdaderos maestros en el arte de sortear la burocracia mediante sobornos, a menudo disfrazados de donaciones al "club religioso" de la entidad.

La recientemente creada Comisión de Salud Pública del Distrito del Templo es un caso típico, un proyecto acariciado desde hace tiempo por la Hermana Anneloes van de Maard, Suma Sacerdotisa de Shallya. Bajo la dirección del Dr. Anders Vesalion, defiende la extraña teoría de que el agua sucia de los canales y los insectos pueden provocar enfermedades, por lo que invierte mucho dinero en contratar a indigentes para limpiar los canales de inmundicias. Sus pequeños éxitos a la hora de mejorar la salud de los pobres de Suiddock enseñándoles a hervir el agua ha hecho que el Gremio de Médicos, que los consideran una amenaza para sus intereses, les pongan el mote de "sacaporquerías". También se dedican a presentar quejas contra el Barrio Élfico por su costumbre de emplear pequeños elementales del agua para limpiar de basura sus canales ensuciando los demás. Aunque el Directorio no les presta atención, su falta de tacto les ha granjeado enemigos poderosos, que están intentando que se recorte su presupuesto en el próximo pleno del Burgerhof.

La Comisión de Obras Públicas y Recuperación de Terrenos se encarga de la conservación de los canales, del gran dique y del rompeolas. Dirigido por el Enano Waltonius Joken Fooger, primo del Director Fooger, ofrece contratos importantes a los gremios obreros y a los arquitectos. Aunque el departamento de relaciones públicas de la comisión lo ha desmentido categóricamente, es un secreto a voces que el Comisario Fooger favorece al que le entrega el mayor soborno, motivo por el que algunos le llaman "Barba de Oro" a sus espaldas.

Comités de las Circunscripciones[]

"¡De acuerdo, muchachos! ¿Qué tenemos aquí? Braguetas Rojas, ¿verdad? Anunciando, ¿no? ¡Me da lo mismo que sea legal en Winkelmarkt! ¡Vais a enteraros de que aquí en Noordmuur somos gente honrada con leyes decentes! ¡La multa es un doble Florín por cabeza, y cambiaos de ropa!"

Guardia local de mal humor.

Por si tratar con docenas de oscuras comisiones no fuera lo bastante complicado para los que quieren hacer negocios en Marienburgo, en cada distrito de la ciudad, como consecuencia del carácter igualitario de la sociedad de las Tierras Desoladas, proliferan los comités locales. Sus miembros son ciudadanos respetables elegidos por aclamación en asambleas públicas, que se responsabilizan de recaudar fondos para pagar los gastos de las comisarías de la Guardia y los Sombreros Negros del distrito y reclutar ballesteros para la milicia.

Los comités de las circunscripciones de la ciudad tienen autoridad para promulgar ordenanzas locales "por el bien público". Como rara vez han sido revisadas, con el paso de los siglos se han convertido en una montaña de normas anticuadas, insignificantes y a menudo contradictorias que dependen de cada distrito, y que en la mayoría de los casos caen en el olvido poco después de aprobarse. Estos reglamentos regulan cualquier cosa, desde el comportamiento en público (en Oudgeldwijk los mendigos sólo pueden imprecar una vez a los que se niegan a darles limosna) al comercio local (está prohibido que remanos y miraglianeses vayan a las mismas tabernas en Kruiersmuur, ya que suelen armar trifulcas).

Las únicas ocasiones en las que la mayoría de la gente se ve afectada por ellas es cuando le caen mal a algún guardia u otro oficial y éste decide ponerles una multa, que puede oscilar entre un chelín y un par de Florines. No es conveniente negarse a pagarla, ya casi con toda probabilidad el infractor será acusado de "resistirse a la autoridad" o de "alterar el orden público" y condenado a pagar una multa aun mayor, además de pasar un día en el cepo o incluso recibir una paliza. El dinero así recaudado muchas veces se extravía en los bolsillos del vigilante en vez de terminar en las arcas de la guardia, pero nadie se lleva las manos a la cabeza por ello.

Las Grandes Familias[]

"¿Los Diez? Es muy sencillo, amigo. Son tiburones puestos a guardar pececillos."

Tabernero del Suidock.

Mucho antes de las Incursiones del Caos, los mercaderes, comerciantes y capitanes de barco ya eran los verdaderos gobernantes de Marienburgo. Como fueron los cabecillas de la resistencia a la ocupación de L'Anguille, exigieron participar en el poder, y lo consiguieron. Con el tiempo acumularon cada vez más influencia: primero los barones les debían tanto dinero que no podían dar un paso sin pedirles su aprobación, después convencieron al Emperador para que les pusiera al mando y por último mandaron al Imperio a "besar la Luna del Caos". Para la época de la independencia, los más poderosos de entre ellos eran conocidos como las Casas Mercantiles, las Grandes Familias o, simplemente, los Diez.

Sólo un criterio determina la pertenencia a este club exclusivo: el dinero. Aunque Marienburgo alberga docenas, tal vez centenares, de sociedades mercantiles, sólo las más ricas obtienen el codiciado puesto en el Directorio y el acceso al gabinete de la Cámara de Comercio. No se sigue un método concreto para decidir quiénes son los afortunados; simplemente, llega a oídos de los Directores y otros observadores atentos que, mientras una Casa está en seria decadencia, otra está en auge, a costa, tal vez, de hundir a la otra. Esto es permisible siempre que no sea demasiado evidente ni se empleen métodos violentos. Si el aspirante demuestra suficiente voluntad, olfato comercial y disposición a ceñirse a las reglas del juego, en las siguientes elecciones del Burgerhof la Casa en declive será derrotada y el candidato ocupará su puesto y tal vez su mansión y hasta puede llegar a arrebatarle sus negocios en el extranjero y su milicia.

Pero no todo es paz y armonía entre los Diez. Cada uno tiene sus propios intereses y la competencia por adquirir aun más dinero y poder es encarnizada, y a veces violenta. A la vez que defienden la necesidad de paz y estabilidad en Marienburgo, las Casas tienen espías para averiguar los secretos de las demás, contratan delincuentes para que lleven a cabo sabotajes y robos, y, según las habladurías, llegan hasta el punto de enviar piratas y provocadores de naufragios contra las flotas comerciales de los otros. Se han dado casos de asesinato, aunque medidas tan extremas como esta sólo se suelen emplear con competidores de menor categoría, por temor a las venganzas, como las que han llevado al caos a la política tileana.

Pero tampoco es que las Grandes Casas estén en una especie de guerra de todos contra todos: todo lo contrario. Aunque los individuos y hasta las Casas puedan ir y venir, su instinto social sigue ahí. Son comerciantes, y su capacidad de percibir sus necesidades mutuas y hacer tratos es lo que los mantiene en el poder. Mediante matrimonios entre sus iguales y el generoso patrocinio de los que les son leales, han creado una red de relaciones y favores que hace que muchos marienburgueses tengan interés en que las cosas se queden como están. Y mientras los demás Directores, los mercaderes más modestos, los poderosos gremios obreros y hasta los Elfos piden su parte del pastel, los Diez tienen la sartén por el mango, como siempre desde su decisivo encuentro con Magnus el Piadoso.

Grandes Familias[]

Los Gremios[]

"¡Claro que los gremios son una mafia! Pero los jefes de los miembros eran gente sencilla que no ha olvidado sus orígenes. Puede que sean bandidos, pero son nuestros bandidos."

Práctico de Marienburgo.

Los Diez no son los únicos en comprender la ventaja de estar unidos: casi todos los marienburgueses pertenecen a algún gremio organizado. Los gremios o cofradías están para regular el negocio y proteger a los miembros del intrusismo de terceros, y son las únicas organizaciones que ayudan a los desamparados aparte de la de los hospicios de Shallya. Aunque en todas las ciudades del Viejo Mundo hay gremios, desde Talabheim y Kislev, donde están muy controlados y son bastante sumisos, hasta las "asociaciones" anárquicas de Brionne y Miragliano, es en Marienburgo donde el sistema de gremios ha llegado a su máxima expresión. Hay tantos, y con tanto poder, que un dramaturgo imperial, cuando se enteró de que necesitaría obreros de cuatro cofradías diferentes tan sólo para montar y desmontar sus escenarios, exclamó que era "un bardo encerrado en una jaula dorada".

Hay alrededor de un centenar de gremios en Marienburgo, desde los mayores y más ricos hasta los más insignificantes. Tres de los más importantes se describirán con detalle más adelante: el Gremio de Estibadores y Carreteros, la Asociación de Barqueros Fluviales y el Gremio de Prácticos y Marineros. Pero hay muchos otros: los Canteros y Soladores, con sus señales y rituales secretos; el Gremio de Vidrieros, confinados a un islote frente a Rijkspoort debido a las frecuentes explosiones que se producen en sus talleres; y el Colegio de Físicos y Barberos, que se formó en la época en la que la ley de Marienburgo sólo permitía a los barberos practicar la cirugía. Cada profesión tiene un gremio y a veces varios: hasta los mendigos tienen que estar en la Cofradía de los Desamparados, que decide quién tiene derecho a pedir limosna en cada lugar.

Nadie puede trabajar o practicar un oficio en Marienburgo sin estar afiliado a una de estas asociaciones. La ciudad ha cerrado filas para que los forasteros no les arrebaten los negocios y los empleos a sus ciudadanos. ¿Quieres trabajar de Campeón Judicial? Entonces será mejor que tengas permiso de la Liga de Litigantes, o si no te espera una multa considerable y, además, tus clientes perderán el caso. ¿Piensas en ganarte unos peniques extra con una actuación callejera? Espera a que se enteren los forzudos del Gremio de Animadores. Saben cómo encargarse de los que llaman intrusos. Y si pides limosna pasando el sombrero... ¡también tendrás problemas con la Cofradía de los Desamparados!

La defensa de los privilegios de los miembros depende de cada uno. Algunos recurren a las autoridades: llaman a la Guardia, que normalmente pone a los infractores una multa de 5 florines y les ofrece la posibilidad de pagar unos cuantos más para obtener un permiso temporal de una semana. Cualquiera que exceda ese tiempo debe solicitar su admisión a todos los efectos en el gremio, o bien ser procesado, normalmente por fraude. Los reincidentes quedan excluidos a perpetuidad de la profesión, por lo que ningún maestro podrá jamás contratarlos ni enseñarles sus secretos.

Otros gremios son más implacables a la hora de proteger a los suyos. En Marienburgo, la práctica de la medicina sin licencia se considera intento de asesinato, castigado como mínimo con cinco años en el Islote de Rijker. Los magos que llegan a la ciudad deben informar inmediatamente a la Junta de Examinadores de la Escuela del Barón Henryk, o las autoridades se verán obligadas lamentablemente a suponer que son Nigromantes y entregarlos a los clérigos de Morr y al Tribunal del Templo para interrogarlos y quemarlos... a menos que estén dispuestos a someterse a un examen de emergencia, con poca antelación y pagando una tarifa escandalosa. Los gremios de obreros tienen un enfoque más directo: los que descargan la mercancía de sus propios barcos terminan teniendo una "charla" con cuatro o cinco miembros de los Estibadores en un callejón. Y si no se avienen a razones..., bueno, los incendios siempre son un peligro para los barcos...

Aparte de unificar medidas y cobrar derechos, los gremios proporcionan a sus afiliados muchos beneficios, entre ellos el más importante: empleo. Aquellos que necesitan hacer un trabajo acuden a la sede gremial, que lo reparte entre los suyos, tal vez subcontratando labores a otras cofradías. A los capitanes con cargamentos que transportar no les conviene contratar al primero que se encuentren en los muelles... por lo menos si no quieren acabar con las piernas rotas. Tienen que ir a la sede gremial o, lo que es más frecuente, hablar con un capataz en los muelles que pondrá a su disposición a una cuadrilla. Con una propina "para el fondo de viudas y huérfanos", incluso se encargará de que el barco esté descargado antes del Marktag.

Los gremios también hacen las veces de beneficencia, como manera de echar una mano a los compañeros, normalmente a través de los "clubes religiosos", dedicados a adorar algún aspecto de una deidad elegida, como Ranald el Protector. Un miembro hace de diácono y guarda todas las donaciones en la capilla. La ayuda que prestan depende del tamaño y la riqueza de la cofradía. Algunos servicios son muy básicos: el Gremio de Limpiadores de Pantoque es tan pobre que no tiene sede propia, ni siquiera una habitación en la casa de otra cofradía. En vez de eso sus miembros se reúnen en la taberna del Tonto Con Suerte de Suiddock, cuyo propietario hace de diácono y guarda los escasos fondos en una caja detrás de la barra. Lo único que el gremio puede proporcionar a sus afiliados es una pinta de cerveza cada dos Festags y, cuando alguien fallece, un chelín para que un clérigo de Morr diga unas oraciones por él, de modo que no se presente en la siguiente reunión.

Ocurre todo lo contrario con los gremios poderosos, como los de Estibadores y Carreteros. No sólo garantizan el empleo con un sueldo justo, sino descansos frecuentes, pensiones para las viudas, subsidios durante enfermedades y huelgas, una cacería en Hexenstag y préstamos para fianzas legales. A cambio, la cofradía espera una lealtad absoluta: se trabaja cuando ella lo dice, se hace huelga cuando ella lo dice y no se hacen preguntas sobre el contenido de los embalajes. ¡Y ay de aquél que sea un esquirol!

Los gremios tienen una importancia crucial en la vida social de la gente común y son sus portavoces en la política. Las sedes o tabernas de las cofradías son lugares de reunión de gente con los mismos intereses, donde se habla de los acontecimientos del día y se intercambian rumores. Las familias acuden a estas sedes los días de fiesta religiosa o civil. Además, muchos de los gremios patrocinan equipos que compiten entre sí en diversos juegos, por ejemplo los dardos, los bolos, la lucha, la natación, las carreras de botes por los canales y el deporte del aguabol, que era una variante del Snótbol hasta que se llegó a la conclusión de que un Snotling atado no flota y se sustituyó por una vejiga de cerdo.

También son algo a lo que acudir en tiempos de crisis. Cuando el Directorio prohibió todas las huelgas en 2449 CI, las revueltas que organizó "la cábala de la cervecería", formada por los jefes de los gremios, pusieron a las autoridades de rodillas y las obligaron a admitir el derecho de todos los trabajadores a pertenecer a una cofradía y a disfrutar de un descanso para la comida. Desde entonces, el Directorio ha puesto buen cuidado en pedir la opinión de los gremios antes de aprobar ninguna ley que les afecte.

Ley y Orden[]

"Por una parte están los Sombreros Negros y la Guardia Fluvial... pero no se llevan bien entre sí. Por otro lado está la milicia... no la de verdad, los matones de los Diez, pero prácticamente son la autoridad. También tenemos a los Recaudadores, los infantes de marina del Templo... ¡no hay que meterse con ellos muchacho! Y no nos olvidemos de los elfos. Últimamente no se ve mucho a los Maniquíes, desde los alborotos, pero si van por ti, estás perdido si no conoces un buen abogado."

Marinero explicándole a un recién llegado cómo funciona la ley en Marienburgo.
Sombrero Negro por Ralph Horsley

Marienburgo es una ciudad muy próspera. El dinero y la mercancía fluyen por ella día tras día en inmensas cantidades y todo invita a ganar más, cerrar tratos y enriquecerse rápidamente. Al mismo tiempo, la acumulación de normas gremiales y leyes asfixia la creatividad de los emprendedores, así que muchos de ellos recurren a métodos ilegales para adelantar a sus competidores.

El delito más común en Marienburgo es el contrabando. Casi todo el mundo participa en él hasta cierto punto, desde el marinero que esconde unas baratijas en su baúl a los profesionales y traficantes de alto nivel. En algunos casos sólo lo hacen para evitar las tasas y aranceles que hay que pagar a la ciudad: practicar el libre comercio, como ellos lo llaman. En otros, sin embargo, no hay más remedio, porque la mercancía en sí es ilegal: drogas, objetos robados, magia prohibida y hasta carne humana.

Pero siempre que hay delincuentes, hay gente que se dedica a perseguirlos. En Marienburgo, a lo largo de los siglos se han ido creando varios cuerpos de la autoridad, públicos y privados. Con el embrollo formado por las leyes generales de la ciudad y las de cada uno de los distritos, que a menudo se contradicen, los conflictos jurisdiccionales entre estos cuerpos están a la orden del día, especialmente entre la Guardia Urbana y la Fluvial. Más de un sospechoso ha pasado días en la cárcel antes de que se dilucidara si el delito era "seco" o "mojado".

Los Sombreros Negros[]

Teóricamente, La Honorable Compañía de Serenos y Vigilantes, conocidos localmente como los Sombreros Negros, hace cumplir la ley en Marienburgo. Los vigilantes se identifican fácilmente por sus flexibles sombreros negros, y muchos Marienburgueses se alivian con su presencia, viéndoles como la única cosa que evita que la chusma se levante contra los ricos y decadentes. De hecho, los Sombreros Negros cuentan la protección de la propiedad como la más difícil de sus funciones, seguido por mantener el orden y todo lo que implica. Cuando hay un robo, asesinato, revuelta o cualquier cosa que perturbe la paz, corresponde arreglarlo a los Sombreros Negros.

La Guardia Fluvial[]

Aunque responsables de regir la ley en la ciudad, hay límites en el alcance de la autoridad de los Sombreros Negros. Todo lo que sucede en tierra cae bajo su jurisdicción, pero los delitos que ocurren en el agua o a menos de 10 metros de ella son asunto de La Secretaría de Equidad Comercial de Marienburgo, o como los lugareños les llaman, los Vigilantes de Río. Hay desde hace mucho tiempo rivalidad entre los Sombreros Negros y la Guardia de Río, y ninguno se salva de manipular circunstancias para hacer que el otro parezca malo. Ante todo, la Guardia de Río impone los gravámenes sobre el comercio en los ríos, por lo que detener el contrabando es su objetivo principal. Sin embargo, es sabido que estos hombres extienden su competencia a cualquier violación de la ley de la ciudad.

Milicias Privadas[]

Uno de los privilegios de estar entre los Diez es el derecho a poseer tropas privadas. En su origen fueron una medida de emergencia para defenderse de la piratería, pero, tras la Batalla del Cabo del Corsario de 2378 CI se hicieron permanentes. Las milicias se suelen utilizar para proteger los negocios de la Casa en el extranjero. Por ejemplo, la Casa van de Kuypers, dispone de una flotilla de más de doce carracas aparejadas para el combate y una compañía de más de 500 infantes de marina... sin contar los mercaderes y las tripulaciones, todos armados. Aunque no son fuerzas del orden propiamente dichas, las milicias de las Grandes Casas son los guardianes y centinelas de las propiedades más importantes de las familias. Pueden detener a los intrusos y entregarlos a la guardia. En épocas de desórdenes civiles pueden emplearse como fuerzas paramilitares para defender las posesiones de la Casa, como ocurrió con los disturbios contra los Elfos de 2391 CI.

Los Maniquíes[]

El último grupo oficial de policía de la ciudad son los Elfos de El Barrio Élfico. Aunque son parte de Marienburgo, tienen derecho de autogobierno, gracias al Tratado de Amistad y Comercio, lo que significa que siguen las leyes y costumbres de Ulthuan. Supervisa a su pueblo el Exarca de Sith Rionnasc’namishathir. Todo delito cometido en los límites de El Barrio Élfico es de su competencia y por extensión de los Maniquíes. Los Maniquíes, nombre tomado de una degradación de la palabra Eltharin para Guardianes de la Paz, tienen jurisdicción sobre cualquier delito que implique Elfos en cualquier lugar de las Tierras Desoladas, aunque rara vez abandonan su circunscripción, ya que la última vez que se detuvo a un par de sospechosos estallaron disturbios por toda la ciudad. Como resultado, los Sombreros Negros y la Guardia de Río, mantienen la paz y aseguran la continuidad de las buenas relaciones con los Elfos, depositando a cualquier sospechoso de violar las leyes de El Barrio Élfico en El Puente de la Puerta Élfica.

Otros[]

Prisionero por Ralph Horsley

Como en el resto del Viejo Mundo, las fuerzas oficiales del orden no son las únicas interesadas en perseguir el crimen. Marienburgo alberga a muchos cazarrecompensas, investigadores diletantes y Cazadores de Brujas. Además, varias organizaciones de vigilantes callejeros trabajan por la justicia con más o menos éxito.

Aunque la mayoría de la gente asocia a los Cazadores de Brujas con el Tribunal del Templo (en el que trabajan algunos de ellos), no tienen tanta libertad en las Tierras Desoladas como en otras partes del Viejo Mundo. Poco después de la independencia, el Stadsraad aprobó una ley que obligaba a todos los Cazadores de Brujas a registrarse, y se dispusieron una serie de normas para los procesos seculares contra brujas. Como no requieren pruebas ni evidencias para cumplir con su labor, los Cazadores de Brujas estaban muy solicitados en las guerras encubiertas entre las Grandes Casas. En la actualidad, prefieren perseguir a sus víctimas de forma clandestina, ya que no están dispuestos a obedecer una ley insípida cuya autoría, en su opinión, corresponde a los caóticos.

La más importante de las fuerzas extraoficiales son los Caballeros de la Pureza.

Los Tribunales[]

"¡Su Señoría, ha sido una encerrona para incriminarme!"

Famosas últimas palabras, oídas a menudo.

Tribunales Civiles y Penales[]

Acusados marienburgo por Ralph Horsley

Los tribunales penales de Marienburgo, desde las vistas de los sargentos de la Guardia y Tribunales de Circunscripción hasta el Alto Tribunal del Distrito del Palacio, se ocupan de las infracciones del derecho penal, incluyendo las de las ordenanzas de las circunscripciones. En este tipo de delitos están incluidos desde la embriaguez en público hasta el asesinato, así el tribunal encargado de juzgarlos depende de su gravedad.

Los delitos comunes como el vandalismo, los desórdenes provocados por borrachos y las infracciones de ordenanzas locales quedan en manos del oficial de la Guardia, que los resuelve sobre la marcha o los remite al puesto de los Sombreros Negros más cercano, dependiendo de las instrucciones del sargento del puesto a sus hombres. La Guardia local puede decidir hasta cierto punto qué castigo aplicar; una multa de cinco florines como máximo, unas horas en el cepo, una noche en la mazmorra o hasta diez latigazos.

Como se puede suponer, el humor del Sombrero Negro y el nivel social del acusado influye bastante sobre la decisión de arrestarlo o no, sobre la estimación de su culpabilidad y sobre el castigo impuesto. Sólo los Sargentos más inflexibles pondrían objeciones si Crispijn van Haagen hiciera sus necesidades en los escalones de una taberna. Por otra parte, un barquero tileano que haya tenido más de un roce con las autoridades podría recibir unos cuantos latigazos sólo por desafinar cantando una canción a las tres de la madrugada.

Aunque no hay forma de apelar contra la decisión de un sargento, los acusados pueden acudir al Cuartel de la Guardia del distrito y solicitar que el Capitán revise el fallo. Las reclamaciones como éstas tienen cierta tendencia a perderse entre todo el papeleo, excepto si los inculpados tienen buenos contactos.

Los delitos más graves caen bajo la jurisdicción de alguno de los tribunales que hay en cada Cuartel de la Guardia, los Tribunales de Circunscripción. Los magistrados más jóvenes son asignados a ellos y juzgan casos de atracos y delitos contra la propiedad por valor de 500 florines como máximo. Se retiene al acusado en el puesto de la Guardia o en el cuartel hasta que se consigan pruebas y se interrogue a los testigos. Aunque en Marienburgo no existe el derecho de habeas corpus, el pago de la fianza es una tradición establecida, a menos que el tribunal estime que es imposible que huya el inculpado. Los procesados tienen derecho a tener abogado, y el juicio normalmente se celebra dentro del plazo de dos semanas.

Los magistrados de los Tribunales de Circunscripción pueden poner multas de hasta 500 florines, treinta días de prisión en el cuartel o treinta latigazos (marcar con un hierro candente al convicto es otra posibilidad, pero sólo los jueces más severos la aplican en ocasiones). Con toda probabilidad, el juez referirá el caso al Alto Tribunal si salen a la luz evidencias de que el delito es más grave de lo que se pensó en un principio.

Entre los procesos penales de más gravedad están las agresiones que provocan daños permanentes o mutilaciones, los incendios provocados, las violaciones, los asesinatos, los secuestros, los delitos económicos o de propiedades por valor de más de 500 florines, la falsificación de documentos comerciales, el fraude, etc. Al ser una ciudad dependiente del comercio y de la confianza de los mercaderes, la Cámara de Comercio, mediante su influencia sobre el Directorio, se las ha arreglado para que la mayoría de los delitos mercantiles entren en esta categoría, y para que las penas sean realmente severas.

Los acusados normalmente tienen que pasar por una vista preliminar en los Tribunales de la Circunscripción, donde un magistrado confirmará los cargos y referirá el caso al Alto Tribunal. A continuación, el inculpado es encerrado en las Tumbas, las húmedas mazmorras en los sótanos del Alto Tribunal, para aguardar juicio. Nadie puede representarse a sí mismo en el Alto Tribunal (la Liga de Litigantes se ha asegurado de ello) y quien no tenga defensa pierde el juicio automáticamente. Aunque las iglesias de Shallya y Verena a veces proporcionan letrados a los que no pueden costeárselos, sus fondos son insuficientes para cubrir todos los gastos.

Cada sala del Alto Tribunal (hay cuatro en el edificio) está presidida por un jurado compuesto por tres magistrados, uno de los cuales es el Presidente del Tribunal. Su actitud durante el juicio es activa, efectuando sus propias interpelaciones y haciendo comentarios sobre el proceso. El veredicto se decide por mayoría y el Tribunal tiene libertad absoluta para estipular la pena, que puede ser una fuerte multa, cualquier periodo de tiempo de cárcel, embargo de propiedades, trabajos forzados (a menudo en el dique marino y los canales), esclavitud por deudas, mutilación o muerte.

El tiempo mínimo de prisión es un año y un día, que tienen que cumplir en el Islote de Rijker. Los acusados tienen derecho a apelación ante el Staadtholder y el Directorio, pero para ello hace falta obtener la aprobación del propio Tribunal, que rara vez la concede.

Los procesos civiles son similares y se asignan al tribunal correspondiente dependiendo del dinero o valor de las propiedades afectadas por el delito. Los castigos corporales no son muy frecuentes, ya que los tribunales prefieren que se indemnicen los daños. No pagar las multas o la indemnización se considera desacato al tribunal: un delito penal.

Tribunales de los Gremios[]

Los incontables gremios de Marienburgo tienen la responsabilidad teórica de vigilar el correcto cumplimiento de las normas del negocio por sus afiliados y el Stadsraad les ha otorgado ciertos poderes para reforzar esta autoridad. Por ejemplo, el Gremio de Mercaderes (que se ha convertido en sinónimo de la Cámara de Comercio) tiene poder legislativo sobre el derecho mercantil y puede resolver todas las disputas comerciales, lo que lo sitúa en una posición hegemónica sobre los otros gremios de la ciudad, si deciden ejercer su autoridad.

Los tribunales gremiales pueden multar, suspender temporalmente o incluso expulsar a un miembro. Además, el tribunal de la Cámara de Comercio instruye todos los casos mercantiles y puede imponer multas, embargos y hasta encarcelamientos. Las sentencias de prisión deben ser revisadas por el Alto Tribunal, pero esto es una mera formalidad.

Handelsrechbank[]

Ubicados en las zonas más concurridas de los muelles, los Handelsrechtbanken son tribunales comerciales especiales presididos por jueces designados por la Cámara. El Comercio es demasiado importante en Marienburgo para depender de la maquinaria legal con sus embrollos y controversias, así que estos tribunales tienen autoridad para celebrar las vistas y pronunciar los fallos de inmediato. Los casos más comunes son los de tasación de un cargamento a efectos de pago de aranceles o la estimación de la validez de un contrato. Otros delitos mercantiles se remiten al tribunal de la Cámara o, si es necesario, al Alto Tribunal. Los derrotados tienen derecho a interponer una demanda civil para revisión del caso, pero el fallo del tribunal comercial se ejecuta inmediatamente.

Tribunal del Almirantazgo[]

Este tribunal tiene su sede en el Edificio del Almirantazgo en el Islote de la Torre Alta e instruye todos los casos de infracción del Derecho Portuario, contrabando, piratería y los delitos que, de ocurrir en tierra firme, hubieran quedado en manos de los Tribunales de las Circunscripciones o el Alto Tribunal. Como los Handelsrechtbanken, realizan su labor con rapidez y eficiencia.

El Tribunal del Almirantazgo tiene autoridad para imponer multas, embargos, latigazos, prisión y hasta pena de muerte en la horca (normalmente reservada a los piratas y marineros amotinados). Existe el derecho de apelación al Alto Tribunal, pero éste no está por enmendarle la plana a la autoridad de la Capitanía de Puerto.

Tribunal del Templo / Cámara Estrellada[]

Los asuntos religiosos son de la competencia del Tribunal del Templo, también denominado Cámara Estrellada por el mosaico de cielo nocturno que adorna el techo. Es un edificio lóbrego, de piedra oscura y con tétricas gárgolas, siempre vigilado por un grupo de templarios del culto a Manaan. Situado en Tempelwijk, es la principal biblioteca de derecho canónico de Marienburgo, aunque cada culto dispone de una colección de documentos particular con las leyes que les afectan específicamente. Como casi todo el sistema legal de la ciudad, las leyes de derecho canónico se han ido acumulando a lo largo de los siglos y se han convertido en una masa impracticable de estatutos a menudo contradictorios entre sí que sólo un letrado podría interpretar.

El tribunal tiene jurisdicción sobre todos los delitos relacionados con la doctrina, propiedades y personal de los templos, y todos los templarios y clérigos pueden hacer detenciones en su nombre. Un sacerdote acusado de un delito ante la autoridad secular de Marienburgo puede exigir ser juzgado en el Tribunal del Templo. De igual modo, los laicos a los que se les imputan infracciones contra la religión, como atacar a un clérigo, quedan bajo la jurisdicción de la Cámara Estrellada.

Estos procesos están abiertos al público y están presididos por un jurado de tres sacerdotes. Dos se eligen al azar de entre los asignados al tribunal por los cultos. El tercero, que hace de presidente del tribunal, siempre pertenece al culto más afectado por el caso. Los culpables son condenados a multas o latigazos por infracciones menores, o encarcelamiento en el Islote de Rijker por delitos graves.

Los delitos contra el dogma religioso, como la herejía, apostasía (adoración de cultos prohibidos o trato con demonios y mutantes) y la nigromancia se juzgan en procesos secretos en una cámara iluminada por velas debajo del edificio del tribunal. Los acusados no pueden llamar testigos en su defensa y no se les permite más abogado que el que les conceda el propio tribunal. Así, se da a menudo la peculiar circunstancia de que el abogado defensor se refiera al acusado como "el hereje" o "esa escoria del Caos". El veredicto suele ser de culpabilidad, después de lo cual al acusado sólo le quedará preguntarse si su ejecución va a ser pública o privada y si será en la hoguera (muy popular), pasado por la quilla, en la horca o emparedado. Muchas ejecuciones son públicas, como lección para los justos, a menos que el crimen sea tan abominable que convenga correr un tupido velo sobre él.

Religión[]

La religión forma parte de la vida diaria en Marienburgo e impregna casi todo lo que hacen, dicen o piensan sus habitantes. La realidad divina está a su alrededor: cuando una sacerdotisa cura a un niño moribundo, es porque Shallya escuchó sus plegarias; cuando un ser querido vuelve sano y salvo de un viaje en barco es por la protección de Manaan; y cuando un mercader gana una pequeña fortuna en un solo negocio, es porque Handrich le ha favorecido.

Los marienburgueses realizan pequeños rituales con cada actividad que desarrollan, invocando casi inconscientemente la ayuda de un dios: un comerciante escupirá en la palma antes de cerrar un trato con un apretón de manos, demostrándole a Ranald "el Negociante" la honradez del negocio. Una madre meterá en una bolsa el primer diente que se le caiga a su hijo y la colgará de su cama para recordarle a Morr su inocencia y suplicarle su protección.

Distritos[]

La idea de Marienburgo generalizada en el Viejo Mundo es la de una ciudad llena de almacenes, muelles y sótanos llenos a rebosar de fabulosas mercancías y tesoros, con calles empedradas de oro y ventanas de cristal de verdad. Todo el mundo es mercader, banquero, abogado o hechicero, y hasta los pobres llevan harapos de seda. Y por supuesto nadie pasa hambre.

Ni que decir tiene que esta idea es ridícula.

Marienburgo es un revoltijo de barrios, cada uno con su propia personalidad y fortuna: unos ricos y opulentos, otros sumidos en la sórdida pobreza, la desesperación y la delincuencia.

Barrios y Distritos de Marienburgo[]

NOMBRE

TRADUCCIÓN

COMENTARIO

Arabíerstad.

Barrio Árabe.

El alcohol está prohibido. Sus maestros tienen mucho prestigio.

Doodkanaal.

Canal Muerto.

El peor de los suburbios, temido y evitado. Arruinado y moribundo.

Dwergsbezit.

Ciudadela Enana.

Hogar del Director Fooger. Magníficos edificios de piedra.

Elfsgemeente.

Barrio Élfico.

Enclave autónomo de los Elfos.

Goudberg.

Montículo del Oro.

Sector de clase alta, de moda.

Guilderveld.

Campo del Florin

Bancos y establecimientos comerciales principales, además de otros servicios para los ricos.

Handelaarmarkt.

Mercado de los Comerciantes.

Caldo de cultivo para comerciantes en auge. Fama de pícaros.

Indierswijk.

Distrito Índico.

Tratantes de especias, criados y magos de pacotilla.

Kisleviersweg.

Vía Kislevita.

Mercenarios y obreros.

Kleinmoot.

Pequeña Asamblea.

Distrito Halfling, contiene la sede del Gremio de los Panaderos.

Kruiersmuur.

Muralla de los Porteros.

Viejo distrito obrero, en decadencia. Una de las torres de cadenas del Rijk está allí.

Luigistad.

Barrio de Luigi.

Nombre despectivo del sector donde viven la mayoría de los tileanos.

Messteeg.

Callejón del Cuchillo.

Distrito estaliano, conocido entre otras cosas por ser refugio de una banda criminal.

Nipponsstad.

Barrio Nipón.

Obreros, pescadores. A menudo trabajan como criados para los Elfos.

Noord Miragliano.

Miragliano del Norte.

Tileanos de Miragliano. Hay frecuentes trifulcas con los remanos.

Noordmuur.

Muralla Norte.

Clase media-alta. Conservadores. Devotos de Manaan y Handryk.

Noormanswijk.

Barrio Nórdico.

Marineros, estibadores y mercenarios. Ley de la venganza.

Ostmuur.

Muralla Este.

Sector clase media con equipo de aguabalón.

Oudgeldwijk.

Distrito del Dinero Antiguo.

Sede antigua de la nobleza, ahora sumida en la decadencia.

Paleisbuurt.

Distrito del Palacio

Sede oficial de gobierno de Marienburgo.

Remasweg.

Vía de Remas.

Tileanos de Remas, que suelen buscar pelea con los de Miragliano.

Rijkspoort.

Puerta del Rijk.

Obreros y pescadores. Una de las torres de cadenas de Rijk está allí.

Schattinwaard.

Islote del Tesoro.

Pocos residentes; sobre todo almacenes y contadurías.

Suiddock.

Muelle del Sur.

Antigua zona portuaria. Animada, pero a pesar de la Cámara sigue siendo un tugurio.

Tempelwuk.

Distrito del Templo.

Hogar de la Escuela del Barón Henryk y de muchos de sus alumnos.

Vlakland.

Las Marismas.

Habitado por pescadores pobres, etc. A menudo inundado.

Wijnzak.

Saco de Vino.

Distrito bretoniano. Llamado así porque sus habitantes se niegan a beber el agua de la ciudad.

Winkelmarkt.

Mercado de Artesanía.

Carpintería de botes pequeños y embutidos muy renombrados. Clase media-baja, en decadencia.

Zijdemarkt.

Mercado de la Seda.

Barrio catayano. Seda de alta calidad, té. Pequeños bancos.

Circunscripciones y Barrios[]

La ciudad está dividida oficialmente en veinte circunscripciones: distritos que tienen su propia identidad legal. Tienen derecho a elegir comités de Circunscripción, aprobar ordenanzas, tener representantes en el Burgerhof, la cámara baja del Stadsraat y hasta a cobrar impuestos para pagar más patrullas de la Guardia, reparar puentes y caminos o (dado que muchos comités de Circunscripción se han convertido en excusas para que los ciudadanos ambiciosos se hagan de oro) llenarse los bolsillos y sobornar a otros.

No todos los sectores de la ciudad con nombre propio son Circunscripciones. Algunos, cuya fama rebasa los límites de Marienburgo, como el gran puerto de Manaanshaven, no tienen estatus legal. A otros, sobre todo a los enclaves y guetos de diversos grupos sociales y raciales, se les llama normalmente barrios. Que un barrio no tenga reconocimiento oficial no quiere decir que simplemente forme parte de la circunscripción en la que se encuentra, ya que la mayoría tienen sus propias normas y leyes (a menudo tácitas), sus propios templos, fiestas y festivales religiosos y sus propios jefes, quienes, aunque no ostentan tanto poder como los miembros del Stadsraat, muy probablemente tienen más en cuenta a sus ciudadanos y respetan más su idiosincrasia.

Como corresponde a una ciudad con tanto tráfico internacional, hay muchos barrios extranjeros que conservan su identidad propia. Hay gente en Remasweg, Noord Miragliano y Messteeg, por ejemplo, que no hablan viejomundano en absoluto, aunque algunos son marienburgueses de segunda y hasta tercera generación. Adentrarse en estos sectores es como llegar a una ciudad tileana o estaliana, y, de no ser por el clima húmedo, podría uno olvidarse de dónde se encuentra realmente.

Entre muchas circunscripciones y barrios existen tensiones y resentimientos, por hechos recientes o, más a menudo, por ofensas o escándalos de hace décadas. Estos conflictos se ventilan no sólo en los comités de las circunscripciones y en el Burgerhof, sino también a la puerta de las tabernas, en callejones oscuros y (raras veces) en batallas campales en las calles. Los forasteros sensatos saben mantenerse al margen de estos asuntos locales.

Suiddock[]

"¡Esto, amigos míos, es la encrucijada del mundo entero! Aquí mismo, justo donde estáis. Todo se puede comprar y vender en Suiddock, y, si no tenéis cuidado, podéis acabar siendo la mercancía, en vez de los compradores... ¿me explico?""

Viejo comerciante.

"Suiddock es el corazón y el alma de Marienburgo; así que, si se tiene en cuenta que es un antro de mala muerte, es para asustarse."

Joven corredor de la Cámara.

"Es la parte más antigua de la ciudad, y dicen que el propio Marius está enterrado por aquí, no se sabe dónde. Si es así, estará bien mojado."

Tabernero de la zona.
Suiddock

El canal de Bruynwater es uno de los pocos de Marienburgo que es lo bastante profundo para que puedan navegar por él buques de alta mar. Tiene una longitud de casi un kilómetro y medio, y sus márgenes están atestadas de almacenes, dársenas, oficinas, tiendas, tabernas, fondas, astilleros, viviendas y burdeles. Por sus calles se arremolinan muchedumbres de todas las razas y clases sociales, siempre en movimiento. Embarcaciones grandes y pequeñas se agolpan en el propio Bruynwater y en muchos canales secundarios, desde los clípers, carabelas, queches y dhows árabes hasta gabarras y barcazas del interior del Viejo Mundo. Entre ellas pasan raudas las areneras y los esquifes de la ciudad, como insectos acuáticos, una pesadilla para los prácticos que conducen los grandes buques a los muelles.

Al norte del Bruynwater se encuentran, de oeste a este, los islotes de Riddra, Stoessel y Luydenhoek, mientras que su orilla sur se extiende desde una punta a otra de Sikkeleiland. El majestuoso puente de Hoogbrug se extiende desde el Islote de la Torre Alta, el más septentrional de Suiddock, que a su vez está comunicado con Luydenhoek mediante el puente de Nederbrug. La única forma de cruzar el Bruynwater a pie o sobre ruedas es a través del puente giratorio Draaienbrug.

Las partes más antiguas de Suiddock, y probablemente de la ciudad entera, son las del oeste. Empezando por Noormanswijk e incluyendo la zona occidental de Stoessel y la porción correspondiente de Sikkeleiland, este núcleo de Suiddock se ha convertido en un suburbio deprimido formado por un laberinto de callejuelas donde la Guardia pocas veces se atreve a adentrarse y sólo los residentes se encuentran a gusto. Muchas de las dársenas y edificios tienen un aspecto decrépito, y los almacenes suelen estar llenos de mercancía ilegal.

En las últimas décadas, la actividad comercial de la zona se ha ido desplazando al este, a la parte más moderna. Allí, en lo que los vecinos de Suíddock llaman el Trecho de Luydenhoek o la Parte Este, es donde están los muelles más modernos y concurridos de la ciudad, y donde sus pragmáticos y esforzados vecinos realizan la mayoría de los negocios de Suiddock.

Los viajeros que llegan a Marienburgo probablemente empiecen su visita en este distrito. Si vienen por el camino de Middenheim entrarán por la Oostenpoort y atravesarán Messteeg, Handelaarmarkt, Nipponsstad y Paleisbuurt con su colorido, sus sonidos y sus aromas, cruzarán el puente Hoogbrug y por fin llegarán a la Beulsplaats (La Plaza del Verdugo) de Luydmhoek. Allí es donde se guardan las carrozas, a causa de lo barato que es el terreno (comparado con el resto de Marienburgo) y porque el Gremio de Estibadores y Carreteros está cerca. Desde allí, los viajeros pueden seguir andando o alquilar pequeños botes para ir a otras zonas de la ciudad.

Los viajeros de Bretonia entran por la Westenpoort, y procuran no demorarse demasiado en las partes de Winkelmarkt cercanas al Doodkanaal. Los carreteros que frecuentan las tabernas de Suiddock todavía comentan el caso de la Diligencia Cuatro Estaciones que su conductor detuvo demasiado cerca del Doodkanaal para hacer sus necesidades. Cuando la encontraron al día siguiente, las puertas estaban arrancadas y lo único que quedaba de sus pasajeros era la mano cortada de una mujer.

Por último, los que lleguen por el río o el mar desembarcarán casi con toda seguridad en Suiddock. Casi todos los barcos pasan por allí… especialmente si tienen algo que ocultar.

Localizaciones[]

El Barrio Élfico[]

Mapa Barrio élfico

En Marienburgo se encuentra uno de los lugares más peculiares del Viejo Mundo: Sith Rionnasc'namishathir ("La Gema-estrella a la orilla del Mar" en Eltharin), llamado oficialmente como la Exarquía Continental del Alto Reino de Ulthuan, denominado "Elfsgemeente" por el Stadsraat y conocido simplemente como "El Barrio Élfico" por los marienburgueses.

Localizaciones[]

Guilderveld[]

"Guilderveld tiene menos estilo que Goudberg, pero es más animado, y es el sitio a donde ir para cerrar algún trato importante con los elfos sin ser miembro de la Cámara y sin que los Maniquíes de Elfsgemeente te molesten. Con la ropa adecuada y visitando los sitios apropiados creerán que eres de los que hacen negocios por allí. Todos los humanos les parecen iguales."

Devoto de Ranald el Negociador.

"¡Malditas alimañas! ¡No, las ratas no, los que hacen esos dibujos con tiza! ¡Mira! Han pintado un elfo besándole el trasero a un Enano justo en mi pórtico. Seguro que de un momento a otro llega un representante del Clan Lianllach, y no tienen sentido del humor! ¡Ay! ¡Hasta han firmado con mi nombre!"

Orfebre de Guilderveld.
Mapa Guilderveld

Guilderveld (”Campo del Dinero”) es una de las circunscripciones más recientes de la ciudad, ya que se reconstruyó por completo después de la firma del Tratado de Amistad y Comercio. Antes de la llegada de los Elfos, era un distrito de clase baja llamado Noordhaven, una deprimida zona portuaria que jamás pudo competir con Suiddock. El año en el que los Elfos se establecieron en Sith Rionnasc se produjo una epidemia misteriosa que, según los rumores, trajo un barco procedente de Mousillon. Aunque no se propagó mucho más allá del distrito, la población de Noordhaven quedó diezmada. 

Después de la peste, el Gremio Mercantil le presentó al Barón van Hoogmans un proyecto: puesto que la zona estaba en una ubicación excelente en relación con el nuevo puerto élfico, el Barón debía exigir sus antiguos derechos y expropiar las tierras, tras lo cual el Gremio se las compraría y fomentaría su desarrollo. El Barón Matteus aceptó y envió tropas tileanas a desalojar a los habitantes sumidos en la miseria, que no tuvieron otro remedio que irse a vivir a los barrios bajos, especialmente Doodkanaal, en lo que se conoce históricamente como "el éxodo a nado”. Aunque el Gremio tuvo que pagar una suma considerable por las tierras, las ganancias posteriores han compensado con creces su inversión.

Guilderveld

Hoy en día, en Guilderveld hay muchos negocios boyantes de servicios para los opulentos y para la clase media-alta de Marienburgo y otros lugares. Las grandes casas de los maestros artesanos, junto a sus talleres bien equipados, dan fe de la riqueza de sus propietarios. Muchas de las empresas mercantiles de la ciudad tienen allí sus despachos y los orfebres y talladores de gemas comparten el espacio con estudios de artistas importantes y corredurías. Las animadas calles y canales de Guilderveld están muy bien cuidados, pues los residentes y obreros se ocupan de que todo esté limpio... hasta se echa de allí a los pintores callejeros.

No obstante, Guilderveld tiene muchos animadores callejeros que reciben propinas nada deleznables. Por supuesto, el dinero atrae a los ladrones y otros malhechores, así que el consejo de la circunscripción procura mantener a los Sombreros Negros contentos y bien pertrechados y las rondas nocturnas son frecuentes y escrupulosas.

Localizaciones[]

Tempelwijk[]

"Nadie podría esperar que un sitio con un montón de templos y una universidad fuera muy animado, ¿verdad? Pero entre las fiestas de estudiantes, los demagogos siempre montando alborotos y los mendigos que se te agarran a la ropa, se podría jurar que Tempelwijk es un campo de snótbol o algo así. Me siento más seguro en el Mar de las Garras."

Templario-Infante de Marina de Manann.

"Es uno de los distritos más antiguos de la ciudad, pero no es como Suiddock... el Stadsraad y el Directorio se preocupan de que Tempelwijk tenga un aspecto presentable. Hay mucha gente dispuesta a hacer donaciones con tal de que se recen oraciones por ellos o que se dé su nombre a alguna parte de un templo o a algún edificio de la universidad. Supongo que será para demostrarle a los dioses cuánto dinero tienen."

Iniciado de Myrmidia.
Mapa Tempelwijk

Tempelwijk es el centro espiritual e intelectual de Marienburgo. Mientras Suiddock gana dinero y el Directorio lo gasta, los moradores de Tempelwijk velan por el alma y la mente de la ciudad. En los templos los religiosos y los seglares cumplen su parte del trato para que se mantengan las bendiciones de los dioses. En las salas de la Universidad, los doctores versados en una docena de especialidades y sus alumnos trabajan para sostener la categoría intelectual de la ciudad (los marienburgueses son prácticamente los únicos en el Viejo Mundo que creen que la educación generalizada es buena para la economía). En las plazas, mesones, salones de té y café y tabernas repartidas por la circunscripción, los clérigos y eruditos se relacionan con una desenvoltura que no suele darse en otros sitios.

El panorama de Tempelwijk es impresionante, pero lo que más llama la atención son tres edificios: La Catedral de Manann con sus grandes agujas doradas, el llamativo Templo de Handrich, y el antiguo palacio que alberga la Escuela de Navegación y Magia Marina del Barón Henryk, la universidad de Marienburgo conocida en todo el mundo. Además de los otros templos, más pequeños, hay tabernas, mesones, librerías, tiendas de antigüedades, imprentas y escribanías (cuya enemistad es notoria), pensiones para estudiantes, profesores y clérigos, y en general cualquier tipo de establecimiento que ofrezca servicios para una clientela instruida. Por otra parte, en el gran puerto de Manaanshaven, están los barcos de guerra y los templarios al servicio del Sumo Sacerdote de Manaan.

En Tempelwijk siempre hay actividad, incluso a altas horas de la noche, cuando los pandas de estudiantes borrachos dan la serenata a sus vecinos con las últimas canciones picantes. De día, por las calles y los canales circula un tráfico denso. Los clérigos se apresuran de aquí para allá haciendo encargos para sus superiores, los profesores acuden a sus clases seguidos por una hilera de alumnos aduladores, y grupos de infantes de marina marchan a sus puestos a custodiar los templos. Y entre ellos están los centenares de obreros que hacen funcionar Tempelwijk y los que acuden a hacer negocios allí. Por no mencionar a los mendigos (montones de ellos), que se congregan en lugares estratégicos cerca del Gran Hospital.

Por la noche se manifiesta la cara más siniestra de Tempelwijk. Los asaltantes y allanadores del Gremio del que no se Habla se ponen en marcha, mientras que los estudiantes se reúnen en sus cofradías para resarcirse del arduo día de estudio con una buena borrachera. Casi sin excepción los Sombreros Negros y los encargados de la disciplina en la Universidad acuden por lo menos en una ocasión para disolver alguna trifulca entre infantes de marina y estudiantes ebrios. El Tribunal de la Circunscripción de Tempelwijk es famoso por ser el que más multas pone de todo Marienburgo.

La noche también es el momento de la caza de brujas. El conocimiento muchas veces lleva a los débiles y a los corruptos por el camino de la herejía, y los cazadores de brujas del Tribunal del Templo siempre están buscando señales del Caos. Más de una persona ha desaparecido en la noche, sin otra evidencia de su destino que una breve anotación en los libros de la Cámara Estrellada: "Caso cerrado".

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Goudberg[]

"Esto es muy bonito, mamá; hay árboles en las márgenes de algunos canales, fuentes en las plazas y parques de verdad. Es tan agradable pasear por Goudberg que uno se olvida de que está en medio de un pantano."

Carta a casa de un turista imperial.

"Todo el dinero que llega a la ciudad termina en manos de los especuladores que viven aquí. Si se pudiera registrar sus despachos, creo que aparecerían títulos de propiedad detallando todo lo que nos deben a cada una de nosotros."

Barquero de canal meditabundo.

"¡Mi hermano y yo estábamos pasando cerca de la casa de van de Kuypers, cuando diez de sus esbirros empezaron a pegamos una paliza! ¡Estando en un sitio público, por donde todos los marienburgueses tienen derecho a pasear! Nos habrían matado si la Guardia no hubiera llegado a arrestarnos por intrusos."

Peón de Suiddock.
Mapa Goudberg

Goudberg es uno de los distritos más opulentos de Marienburgo, junto con Guilderveld y Oudgeldwijk Pero, a diferencia de Guilderveld, el ritmo de vida es más sosegado y distinguido, aunque carece de la nostálgica languidez de la antigua nobleza de Oudgeldwijk. Los vecinos de Goudberg, ricos o inmensamente ricos, pueden permitirse residir lejos de sus negocios, dejando a sus batallones de lacayos el trabajo de verdad.

La elegancia está a la orden del día en Goudberg, y sus edificios lo reflejan. Aunque pequeños para la aristocracia del Viejo Mundo, las mansiones de los poderosos tienen una decoración exuberante, del estilo que estaba de moda cuando se construyeron. Las columnas estriadas tileanas y las estatuas de la Victoria Alada de Nuln se compaginan con gárgolas y falsas almenas de la época de la Guerra de la Independencia. Los interiores son suntuosos y más de un noble rural del Imperio se ha sentido como un paleto al contemplados. Todo el mundo en Goudberg tiene criados, aunque sean uno o dos para limpiar y cocinar. Las mansiones de los Diez están llenas a rebosar de sirvientes con librea, muchos procedentes de los guetos de Catai, Nipón, Ind y Kislev que están bajo la jurisdicción de Goudberg.

Las tiendas de Goudberg suelen ser de artículos de lujo, servicios y obras de arte. El dramaturgo Willibmrd Mengererg dirige el muy estimado Teatro Aardbol, famoso en parte por representar comedias en las que se caricaturiza a la flor y nata de Marienburgo, a pesar de que recibe subsidios de las autoridades. En una casa donada por Jan van de Kuypers está la mejor Academia privada de la ciudad, donde el prestigioso erudito Timotheus Rogeveen instruye a los hijos de la élite. En Goudberg, en vez de pintores callejeros, prostitutas y cortabolsas hay escultores, cortesanas y orgullosos allanadores.

De día, los siervos y funcionarios invaden las calles y canales de la circunscripción, afanándose de un lado a otro para cumplir los encargos de sus amos. Los comerciantes hacen entregas u ofrecen servicios, mientras que los mercaderes más modestos y los corredores ultiman tratos durante el almuerzo en locales elegantes. A los mendigos se les expulsa sin miramientos.

De noche, el bullicio se atenúa cuando los goudbergueses empiezan a hacer sus visitas de cortesía. Los pequeños grupos circulan por los canales en botes con linternas, de una mansión a otra, en una vorágine de cenas oficiales y fiestas menos formales. Los hijos jóvenes de los ricachones se desparraman por las calles en pandillas, con su porte gallardo y sus capas y estoques, de una taberna a otra.

Como es de esperar, los Sombreros Negros tienen abundantes recursos y son muy celosos a la hora de proteger las propiedades de los residentes. Como los infantes de marina privados de las Grandes Familias de Goudberg guardan las casas de sus amos, la Guardia puede concentrar sus esfuerzos en otras partes de la circunscripción, aunque acuden a toda prisa cuando el Director van den Nijmenks los llama. Por ende, la Liga de Caballeros Emprendedores restringe sus actividades en el distrito: las recompensas son tentadoras, pero es muy arriesgado. Por otra parte, según algunos cínicos, la Liga no actúa allí porque no tendría sentido robar a los suyos.

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Kruiersmuur[]

"Son gente seria y trabajadora. No es que sea un sitio con muy buena fama, a fin de cuentas está junto a ese cauce maldito - ya sabes, el Canal Muerto - pero los vecinos van a lo suyo, hasta los bretis. Una pena que ese manicomio esté ahí."

Habitante comprensivo de la Parte Este.

"De acuerdo que la casa necesita unas reparaciones, mijn heer, pero el distrito tiene mucho carácter. Si, es verdad que ha habido problemas en los últimos años y que los precios han bajado, pero precisamente por eso es una buena inversión."

Agente de ventas de Guilderveld.

"¡¡EXTRANJEROS, IROS A VUESTRO PAÍS!!"

Pintada en Kruiersmuur.
Mapa Kruiersmuur

Hay unos cuantos barrios obreros en Marienburgo, lugares donde la gente normal tiene trabajo y gana a lo suficiente para vivir con algunas comodidades y cierta seguridad. En Noordmuur, Ostmuur, Rijkspoort, Handelaarmarkt y Schattinwaard está la clase media de Marienburgo, y Kruiersmuur (”Muralla del Portero") es la zona más antigua de este tipo, habitada sobre todo por artesanos y tenderos. Como la mayoría de los edificios de la ciudad, los de este distrito son altos y estrechos, normalmente de dos o tres plantas encima del piso bajo, ocupado por una tienda. Los propietarios viven en el piso que está encima del negocio y alquilan los demás.

El tiempo y el progreso no han tratado bien a Kruiersmuur. La parte sur de Marienburgo lleva cierto tiempo en decadencia... cada vez más, el comercio se ha desplazado a los distritos al norte del Rijksweg, y la gente se está marchando allí. Aunque todavía hay flores en las ventanas y los vecinos van a las iglesias del barrio todos los Festags, Kruiersmuur está perdiendo su vitalidad. La pintura se descascarilla en los aleros y contraventanas y las paredes tienen pintadas. Aunque sus habitantes son marienburgueses típicos (amistosos, ingeniosos, siempre afanándose por un florín), saben que, aunque las cosas puedan mejorar en el futuro, por el momento van a peor.

Kruiersmuur

Algo que tiene preocupado al vecindario es el cambio que están experimentando los propios habitantes de la circunscripción: conforme la gente se marcha, cada vez llegan más "forasteros” y la zona cada vez se parece menos al resto de Marienburgo. No menos de cuatro guetos extranjeros quedan bajo la jurisdicción del consejo de la circunscripción.

Los remanos y los miraglianeses siempre están enfrentados, y muchas noches tiene que intervenir la Guardia para disolver sus trifulcas. El sudeste ha empezado a ser denominado “Pequeña Bretonia" o ”Barrio del Ajo” por las preferencias culinarias y el aliento de los vecinos, y en el extremo de la circunscripción están los Halflings del Kleinmoot, los preferidos de los vecinos de Kruiersmuur, tanto por su sentido común como porque hacen de barrera entre ellos y el distrito moribundo del Doodkanaal.

Esta inmigración ha alimentado los resentimientos de los que se consideran los ”verdaderos" márienburgueses, por lo que el distrito es un excelente caldo de cultivo de voluntarios para grupos como los Caballeros de la Pureza.

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Paleisbuurt[]

"En realidad no es mal sitio para vivir. Los ricos prefieren Goudberg o Guilderveld, asi que la mayoría de sus habitantes son burócratas o abogados... y esos extranjeros remilgados que meten las narices en nuestros negocios."

Tabernero de la zona.

"Si quieres admirar la arquitectura, lo mejor es el Distrito del Palacio, pero si lo que te interesa es el gobierno, ve a la Cámara."

Funcionario.

"No se pueden dar dos pasos en Paleisbuurt sin que alguien intente comprarte o venderte información confidencial."

Empleado del Stadsraad.
Mapa Paleisbuurt

El Distrito del Palacio es el centro de gobierno oficial de Marienburgo y paradigma del éxito de la ciudad. Las sucesivas generaciones de gobernantes (Barones y Directores) han derrochado fortunas allí, así que muchos de los edificios oficiales son joyas arquitectónicas diseñadas por los mejores arquitectos del continente, que alumnos de países tan remotos como Arabia vienen a estudiar. También están allí los famosos Jardines del Tivolo, un parque conservado por un pequeño ejército de funcionarios del Staadtholder.

Durante el día, Paleisbuurt está tomada por el personal del gobierno o los que hacen negocios con ellos, así que todo tipo de marienburgueses pasan por allí a todas horas. Muchos, si no la mayoría, se dirigen al Alto Tribunal: los abogados para intervenir en sus casos, los acusados para defender su inocencia y las familias para preocuparse. Otros solicitan audiencia ante los funcionarios del Stadsraad o ante el propio Staadtholder. En Marienburgo es una tradición que los gobernantes sean accesibles a los ciudadanos. De noche, el distrito es mucho más tranquilo. La mayoría de los residentes son burócratas y abogados que después de una jornada ajetreada pasan la velada en casa o visitan a sus amigos. Los alquileres de viviendas en zonas que no estén junto a los canales principales tienen un precio bastante razonable. Pero detrás de ese barniz de placidez se ocultan sutiles intrigas, pues en los despachos y embajadas de Paleisbuurt se guardan secretos que atraen a los espías como las piedras de disformidad a los Skavens.

Paleisbuurt también alberga el exotismo de la Calle de las Embajadas, donde están los representantes de todas las Potencias de dentro y fuera del Viejo Mundo, que protegen los intereses de sus países en la Ciudad. Ávidas por enterarse de los planes del Directorio y de las otras naciones, las embajadas suelen estar dispuestas a lo que sea para obtener la información que requieren. Espías, agentes y traficantes de información de todos los bandos y facciones operan en Paleisbuurt, algunos de ellos sirviendo a varios amos al mismo tiempo.

Como se puede suponer, la Guardia tiene una gran presencia en el distrito. El cuartel general es un gran edificio que está cerca del Alto Tribunal. La dotación de Sombreros Negros es responsable de custodiar a los prisioneros confinados en las celdas de debajo del tribunal y de la seguridad de los edificios oficiales. El presupuesto que tienen asignado es cuantioso y dispone de un gran arsenal de armas de fuego para casos de disturbios, y hasta de los servicios de varios hechiceros, tanto para la investigación como para la acción.

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Winkelmarkt[]

Winkelmarkt es uno de las circunscripciones más grandes de Marienburgo y es el hogar de la clase media baja de la ciudad. Gran parte de su negocio implica el comercio de la construcción de barcos, pero también hay un próspero comercio alimenticio - el distrito es conocido por sus deliciosas salchichas. Atrapado entre la terrible miseria del Doodkanaal al sur y los decadentes puertos del Suiddock, Winkelmarkt se desliza inexorablemente hacia la pobreza mientras la circunscripción se desintegra y los tipos de más éxito huyen a los confines del norte de la ciudad. Los lugareños hacen todo lo posible por mantener sus hogares pero los signos de decadencia están en todas partes - madera podrida, guijarros que faltan y los crecientes montones de basura llenando los callejones.

Normalmente Winkelmarkt está más concurrido que cualquier otro lugar en Marienburgo. Fuera de las principales vías, las calles suelen ser tan estrechas que ni siquiera las diligencias pueden conducirse. A menudo los edificios comparten paredes laterales, y muchos están construidos en lo alto de edificios más antiguos, de manera que la mayoría de estructuras tienen un aspecto casi ruinoso, combándose unos contra otros y apoyándose en incómodos ángulos.

Durante la incursión del Caos y los meses posteriores, Winkelmarkt se ha abarrotado de gente. Cada albergue, casa de huéspedes y posada se llenó hasta reventar con gente desesperada por encontrar aquí una nueva vida. Solo vinieron para encontrar, mientras su dinero se le iba de las manos, la acogida del Doodkanaal y los inadaptados e indigentes que vivían aquí. La circunscripción se hundió y cayó en la desesperación mientras los caseros echaban a los que no podían pagar el precio del alojamiento.

Doodkanaal[]

La circunscripción Doodkanaal, o Canal de la Muerte, es la zona más decadente de Marienburgo, aunque una vez fue un distrito próspero donde el comercio fluía libremente. Lentamente, mientras cambiaban los canales y vías fluviales del resto de la ciudad, las corrientes de aguas a través del cantón se volvieron lentas. El canal se obstruyó de desechos y barcazas impidiendo viajar de esa manera. En Marienburgo, donde no hay comercio, no hay dinero. El distrito cayó en el abandono ya que los mercaderes se trasladaron más cerca de las rutas activas de comercio. Aquellos que pudieron permitirse trasladarse lo hicieron, dejando atrás a los pobres y desesperados. El Distrito del Canal Muerto se convirtió en un centro de crimen y maldad, un refugio para los que deseaban ocultarse de las zonas más civilizadas de la ciudad. Actualmente los Sombreros Negros temen entrar al distrito y los gremios gobernantes lo ignoran en su bulliciosa ciudad. Aunque aparentemente no tiene ley, aún existe una especie de civilización dentro de las tiendas y tabernas, ya que la gente intenta abrirse paso para salir de las peores circunstancias.

Maniobrar a través del Canal Muerto es terrible y mortal. El distrito es poco más que un laberinto de estrellas calles y callejones, serpenteando a través de un revoltijo de tiendas decadentes y casas destartaladas. El hedor de las aguas residuales impregna fuertemente al aire y cada respiración sugiere su rancio sabor. Mientras las personas que pasan esta parte de la ciudad, están obligados a observar las sucias caras de los ciudadanos desesperados y hambrientos, rozándoles al extender sus manos esperando caridad. Pero por cada campesino miserable, también ven un número igual de brutos y matones en busca de problemas.

El Canal Muerto no tolera a los forasteros y los personajes deben tener la impresión de que este no es un lugar para estar mucho tiempo.

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Otras Localizaziones[]

Uniformes y Heráldica[]

Aunque Marienburgo no es estrictamente parte del Imperio, sus ricos ejércitos, suntuosamente vestidos y muy bien equipados, son similares a los de sus vecinos imperiales, aunque principalmente los forman mercenarios que llegan de todos los lugares del mundo conocido. Ejércitos similares recorren el Imperio en tiempos de luchas internas. Los Colores de Marienburgo son el rojo, el azul y el amarillo, con los que decoran los suntuosos uniformes que suelen vestir sus tropas. Como heráldica suelen emplear temas marinos y en sus estandartes suelen llevar el símbolo de la ciudad una sirena con una espada y una bolsa de dinero.

Imágenes[]

Curiosidades[]

  • Marienburgo se basa en gran medida en el Ámsterdam renacentista del siglo XVII del mundo real. Esto se puede apreciar en la cultura, el idioma y la geografía muy similares entre sí, resultando casi en un calco en algunos casos.

Fuentes[]

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