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Martin von Stirland

Martin von Kristallbach fue el Conde Elector de la provincia de Stirland durante las Guerras de los Condes Vampiro, siendo quien dio muerte a Mannfred von Carstein.

Descripción[]

Martín de Stirland fue un guerrero decente, pero si se le recuerda se debe principalmente a que fue un líder magnífico y un genio táctico. Comprendía el desatino básico de la guerra: que no existía idea más estúpida que aquella que afirmaba que un hombre tenía derecho a matar a otro por el simple hecho de que vivía al otro lado de un río y sus gobernantes tenían una rencilla. Los hombres no tenían ninguna rencilla entre sí, y sin embargo, se suponía que debían ser los que murieran. Hablaba bien de Kristallbach el hecho de que estuviera decidido a rescatar a sus hombres cuando estaban prisioneros en el ejercito enemigo. Ciertamente, que valorase a sus hombres de armas tanto como otro gobernante valora a su propia familia era algo que lo hacía distinguir frente a otros comandantes de origen noble.

La comprensión que Martin tenía de la estrategia era instintiva y a menudo osada, pero era un líder natural, y sus hombres creían en lo que Martin les pedía que hicieran, y admiraban el hecho de que le vieran en el campo de batalla, no escondido tras la línea de mando. No era un comandante de buenos tiempos que buscara la protección del pabellón de mando. Luchaba junto con los soldados e inspiraba con su valor a quienes lo rodeaban. Aunque otros lo maldecían por su temeraria estupidez, fueron pocos los que estuvieron dispuestos a comandar la lucha cuando los No Muertos atacaron.

Martin se movía con la seguridad de un guerrero y la autoridad de alguien habituado a que lo respetaran. Los rigores de la guerra habían hecho que el cabello y la barba le crecieran hasta un punto casi salvaje, confiriéndole un aspecto aterrador. Su intimidante figura se veía reforzada con la presencia de tres mastines de guerra que solían correr a su lado. La visión de los tres animales trotando cómodamente tras él bastaba para colmar de terror incluso el corazón del alma más valiente.

A pesar de toda su fortaleza, Martin tenía también una debilidad, y una de las más humanas, el perdón. Von Kristallbach tuvo bajo su mando a algunos comandantes incompetentes, nobles arrogantes que, debido a su alcurnia, ignoraban los consejos y advertencias de estrategas más versados que ellos por sus orígenes más humildes, y preferían guiarse por su propia opinión, lo que ocasionó alguna que otra derrota desastrosa a los ejercito de Stirland. Aunque estos individuos acababan deshonrados y humillados como resultado, Martin a veces decidía darles una oportunidad de redimirse. «Ningún hombre merece menos», solía decir el conde.

Historia[]

Tras la derrota y muerte de Konrad en la batalla del Páramo Siniestro del año 2121, Mannfred von Carstein se convirtió en el señor de Sylvania y el líder indiscutible del clan Von Carstein. En lugar de continuar con la guerra, durante la siguiente década no hizo nada, dejando que los diferentes pretendientes al trono Imperial creyesen que Sylvania ya no suponía una amenaza y les dio tiempo para que se sumieran de nuevo en luchas internas, algo que por supuesto hicieron, mientras él restauraba y reforzaba los ejércitos de Sylvania, a la espera del momento adecuado para atacar.

Martin de Stirland entró en conflicto con los Ottilianos de Talabecland, llevando la guerra hasta las fronteras de los dos estados. En el año 2132, sus fuerzas sufrieron una escandalosa derrota, debido a la incompetencia de unos de sus comandantes, Dietrich Jaeger, que ordenó una carga de caballería contra los cañones del ejercito enemigo sin analizar debidamente la estrategia ni estudiar las posiciones, desoyendo los consejos de aquellos más duchos que él. Como resultado de los trescientos sesenta y cinco que habían cargado, regresaron menos de sesenta.

Al día siguiente de esa debacle, las fuerzas de Martin lograron captura a Jakob Schram, un noble raquítico pero bien relacionado, un pariente lejano de la propia Ottilia. Von Kristallbach consintió en intercambiar las vidas de todos los soldados que habían terminado prisioneros tras la irracional carga por la de ese único bufón aristócrata. Por su parte, Jaeger fue humillado por su incompetencia.

Desafortunadamente fue durante estos momentos, durante el invierno del año 2.132, cuando los ejércitos No Muertos de Mannfred von Carstein atravesaron la frontera de Sylvania, dando comienzo a la tercera de las Guerras de los Condes Vampiro, también conocida como la Guerra Invernal.

Pillados totalmente desprevenidos, el ejercito de Martin y el de los Ottilianos tuvieron que replegarse precipitadamente. Hubo intentos por detener el avance de la legión de condenados de Mannfred, pero entre el duro clima invernal y la falta de tiempo para reorganizarse, hizo que estas intentos fracasaran, y el Conde Vampiro y su ejército continuaron su avance sin oposición hacia Altdorf. Todo parecía perdido, pero en las murallas de Altdorf surgió la figura del Gran Teogonista Kurt III con el Liber Mortis en sus manos, y recitó el Gran Hechizo de Desunión que hizo que Mannfred perdiera a casi todos sus soldados No Muertos, obligándolo a retirarse.

A raíz de esto, comenzó una especie de juego del gato y el ratón entre las fuerzas de Mannfred y los ejércitos Imperiales, aunque no estaba muy claro quién de ellos era el gato. El flujo y reflujo de la matanza no cesaba. Dejando de lado sus diferencias, Martin, conde de Stirland, unió sus fuerzas con los ejércitos Ottilianos los del Gran Teogonista Kurt III, Huestes enviadas desde varias fortalezas enanas, y varias más. A pesar de las enormes bajas, diezmaron las filas de los no muertos en más de una ocasión, hasta que finalmente lograron expulsar a Mannfred de vuelta a Sylvania, quien decidió presentar una última batalla en Hel Fenn.

Von Carstein, Manfred- Hell Fenn Martin of Stirland

El Conde Martin enfrentándose a Mannfred von Carstein.

El ejército de Mannfred era enorme, pues gracias a su poder nigromántico había logrado levantar a una legión entera de zombis de las embarradas profundidades de Hel Fenn. Sin embargo, no contó con la determinación de sus enemigos y la brillantez estratégica de Martin. Fortaleció las filas imperiales contra el enemigo a pesar del número abrumador al que se enfrentaban, mantuvo a su ejército en formación y llenó a sus hombres de orgullo y coraje; una hazaña impresionante dado que sus hombres se enfrentarían a los cadáveres sin vida de antiguos camaradas. Su bien planificado y perfectamente ejecutado envolvimiento de Mannfred fue el contraataque perfecto a los martillazos de la horda de no-muertos.

Al ver que la victoria estaba fuera de su alcance, Mannfred von Carstein trató de huir pero Martin lo persiguió y lo capturó en el mismo borde de los pantanos. Aunque el Conde Elector sufrió graves heridas en su combate contra el Vampiro, finalmente logró hacerse con la victoria. Un tajo de su Colmillo Rúnico fue asestado con tan decisiva fuerza que Mannfred von Carstein fue lanzado de espaldas al lago, muerto de verdad antes de que las salobres aguas se tragaran su cadáver. Con el cráneo cortado en dos, el último de los Condes Vampiro dejó de existir. En el momento de la muerte de Mannfred, los restos de su ejército se habían desmoronado, convertidos en polvo.

A raíz de la batalla, se erigieron estatuas de Martín en todo el Imperio. El Conde de Stirland reclamó todas las tierras de Sylvania como parte de sus dominios ya que había matado al Conde Vampiro. Puesto que nadie deseaba realmente esa tierra maldita, nadie discutió su derecho. Con todo, a pesar de los esfuerzos de Martin, Sylvania sigue abandonada: sigue siendo un lugar asqueroso donde los muertos todavía se levantan de su sueño eterno y bestias indescriptibles deambulan a voluntad por los bosques oscuros.

La brillantez táctica y estratégica del Conde Martin de Stirland ganó el día en Hel Fenn, en 2145, y proporcionó a los estudiosos de la guerra un ejemplo perfecto de la maniobra de envolvimiento para estudiar. Esta batalla se enseña en todas las escuelas militares a los oficiales jóvenes, y es el sueño de cualquier digno general ser capaz de llevar a cabo esta táctica clásica en el campo de batalla con la mismo bravura, coraje y habilidad que Martin hizo ese fatídico día en Sylvania.

Contradicciones[]

Fuentes[]

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