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Miragliano es una ciudad-estado situada en el norte de Tilea, cerca de las Marismas Enfermizas, fétidas y llenas de enfermedades, siendo el principal bastión contra los Skavens en la península.

Descripción[]

Debido a su posición, Miragliano ha sido varias veces víctima de las plagas durante siglos. La Viruela Roja de 1.812 (C.I.) fue la peor, acabando con tres cuartas partes de la población. Se culpó a una infestación de ratas, y desde entonces la ciudad tiene cazadores de ratas profesionales entre sus tropas mercenarias. Además de exterminar ratas, los cazadores de ratas libran escaramuzas contra los Acechantes Nocturnos Skavens. Nadie sabe de dónde vienen exactamente los Skavens, excepto que hay muchos en el interior y en los alrededores de las Marismas Enfermizas. Se ofrece una recompensa por su captura, ya sea vivos o muertos.

Las defensas de Miragliano son fuertes y sacan partido de la naturaleza pantanosa de los alrededores. El foso es muy ancho y las murallas están especialmente diseñadas para darle la máxima ventaja a la artillería. Todo ello se debe al genio de Leonardo, antes de que entrara al servicio del Emperador.

Los Príncipes de Miragliano siempre han sido mecenas de las ciencias tanto como de las artes, si no más. Al estar tan cerca de los pasos de montaña, y en siglos anteriores bajo la amenaza de Bretonia y el Imperio, los Príncipes se han ocupado especialmente del arte de la guerra y las defensas. No es de extrañar que no sólo Leonardo de Miragliano, sino también Borgio el Sitiador, comenzaran sus carreras en esta ciudad.

Las defensas de Miragliano incluyen numerosas torres altas que se construyeron para dar una amplia visión de la llanura circundante. Por desgracia, debido a la naturaleza inestable del terreno, la mayoría de ellas están inclinadas en extraños ángulos. Sin embargo, gracias a los excepcionales conocimientos de ingeniería de los arquitectos (Leonardo entre ellos), estas torres no se caen. De hecho, Miragliano ha impuesto una moda en la arquitectura que se ha copiado en otras ciudades; especialmente en Luccini, donde los Príncipes son famosos por su gran sentido del humor. Hoy en día, todas las ciudades se vanaglorian de su propia torre inclinada, o aspiran a tener una. ¡Esto sólo podía pasar en Tilea! Borgio comentó una vez que los hombres que ejecutaba tenían mucho mejor aspecto colgando de una torre inclinada. ¡Desde luego, si alguien podía saberlo, era él! A menudo, ejecutaba a sus oponentes por docenas al mismo tiempo. Se dice que, durante su mandato, ¡las torres se inclinaron unos cuantos centímetros más debido al peso!

Tierras circundantes[]

En el lado de tierra de Miragliano, los vastos pantanos se extienden hasta muchas leguas de distancia. Se trata de lagos someros, poblados por altos juncos e interrumpidos por islotes de terreno más estable. Las chalanas y gabarras son allí los medios de transporte. Los comerciantes emprendedores recogían el agua dulce de los pantanos para vendérsela a los sedientos habitantes de la ciudad.

Allende las muchas leguas de pantanos, hay colinas y prados de suave pendiente, enormes campos de cultivo de grano y hortalizas, huertos de árboles frutales, laberínticos viñedos y grandes extensiones de pasturas para vacas y ovejas. Esto constituye la fuente de alimento de Miragliano, protegida por fortines con guarniciones de soldados del propio príncipe Borgio.

Pero poco después de dejar atrás el último fuerte, las tierras de cultivo desparecen para dar paso a un paisaje más desolado. Está salpicado por aislados asentamientos humanos, pero en su mayor parte está compuesto por grandes extensiones de tierras vírgenes deshabitadas. Las infrecuentes extensiones de terreno allanado y cubierto de hierba muestran dónde había habido granjas en el pasado o, más raramente, dónde luchaba todavía algún intrépido campesino para arrancarle sustento a la tierra. Un polvoriento sendero pardo que serpentea entre los árboles y las rocas pasaba por cada una de estas granjas desiertas o habitadas, como una reliquia de los tiempos en que habían reinado la paz y la seguridad en las colinas de Tilea.

Las onduladas colinas protegen profundas depresiones umbrías, lugares a los que el sol no puede llegar. Riachuelos y arroyos serpentean por los profundos valles que mediaban entre las colinas, y fomentan el crecimiento de los bosques en cada uno de ellos. Hacia el norte de las colinas sembradas de rocas y sus boscosos valles, se extiende una gran planicie de terreno arenoso salpicado de grupos descuidados y confusos de árboles de finos y raquíticos tronco, a veces formados por unas pocas docenas, y otras, por unos pocos centenares que componían un bosque irregular. Los matorrales avanzan hacia los pocos caminos y senderos, y amenazando con cubrirlos completamente.

Esta región sin gobierno es hogar sólo de unos pocos y endurecidos tramperos, leñadores, cazadores y guardabosques, que se ganaban miserablemente la vida en las tierras salvajes. Manadas de hombres bestia merodean por estos lugares; pequeñas tribus de orcos y goblins, que llevaan allí una vida miserable y precaria, asaltaban las más débiles caravanas de comerciantes que se atreven a transitar por los mal conservados caminos. Bandas de depredadores humanos acechan junto a los monstruos: forajidos y desertores de las numerosas compañías de mercenarios contratados por los príncipes comerciantes. Sabio era el viajero que no confiaba en nadie que encontrara en esas tierras salvajes.

Al oeste de la ciudad de Miragliano se extiende las peligrosas Marismas Enfermizas, una amplia extensión de siniestras ciénagas y marismas, donde se halla la capital del imperio de los inmundos hombres rata. Los ejércitos de Miragliano están siempre preparados para hacer frente a los ataques de los Skaven al igual que lo hacen contra los ejércitos de las ciudades estado rivales.

La Ciudad[]

A diferencia de la mayoría de urbes imperiales, Miragliano no es una caótica conejera. La ciudad estaba formada por distritos identificables, tan separados e independientes unos de otros como naciones individuales. Desde la Viruela Roja, grandes partes de la vieja y sórdida ciudad han sido reconstruidas por los Príncipes de Miragliano. La ciudad no fue originalmente una colonia élfica; por lo que, durante siglos, creció de una forma caótica.

Gradualmente, los Príncipes impusieron un plan ordenado en la ciudad que fue inicialmente concebido por el Gran Leonardo de Miragliano, quien recibió la orden para esta tarea del Príncipe Cósimo. Bajo su dirección, el príncipe Cosimo había destruido una gran parte de la antigua ciudad para reemplazarla por una metrópolis bien ordenada y fácil de recorrer, aunque hizo falta varios siglos para llevar a cabo el plan a buen término. Cada Príncipe y muchas de las familias de mercaderes han procurado embellecer la ciudad con palacios, plazas y bellos puentes y esculturas.

Las zonas interiores de la población, más difíciles de alcanzar por los atacantes, se convirtieron en hogar de los adinerados príncipes comerciantes y de aquellos que se habían ganado su favor. Son también los distritos de los templos artísticamente enriquecidos, que constituyen escaparates donde se exhibe la riqueza y la piedad de la urbe. Las secciones exteriores fueron dedicadas a barracas para mercenarios, tabernas y burdeles que los servían, y a los trabajadores y marineros que se afanaban para llenar los cofres de los príncipes. En torno a toda la ciudad se alzan gruesas murallas que la protegían de invasiones, y numerosas torres se encumbraban inclinadas sobre sus cimientos para proteger las murallas.

Pero no fue solo las elaboradas mejoras urbanas y de planificación orquestadas la genialidad de Leonardo de Miragliano lo que evitaba que los distritos se superpoblaran más allá de sus límites, como había sucedido en las ciudades del Imperio. También estaba el hecho de que la ciudad está constituida por numerosas islas pequeñas separadas por canales, y gruesas murallas con puertas vigiladas conservan los inviolables límites entre comerciantes y sirvientes.

Al estar Miragliano dividida por numerosos canales anchos y muchos otros estrechos, la población los utiliza como calles, por lo que siempre hay un denso tráfico de adornadas barcazas yendo y viniendo a través de la ciudad, bajo sus numerosos puentes. Sin embargo, estos canales pueden llegar a ser pestilentes y hacer que la ciudad sea vulnerable a las plagas. Además de esto, los canales pueden, por supuesto, convertirse en fáciles vías de acceso para los agentes Skaven. En previsión de ello, se crearon las puertas de los canales, cada una de las cuales está bloqueada por un enorme rastrillo de hierro y guardada por cazadores de ratas.

La Strada del Cento Peccati.[]

La Strada del Cento Peccati es una calle llena de tabernas, burdeles, locales dedicados a la raíz de bruja, fosas de lucha y otro lugares de diversión aún menos decorosos prosperaban. Se decía que ni el más austero sacerdote de Morr podía atravesar aquella calle sin descubrir algo que le hiciera olvidar sus votos sacerdotales.

Esta calle de placeres ilegales es la más peligrosa de toda la ciudad. El asesinato es más frecuente que las enfermedades venéreas y el alcoholismo, y no pasa una sola noche sin que a la mañana siguiente se recoga un carro de cadáveres destinados a los pozos de cal viva del exterior de la ciudad. Se murmura que muchos más morían sin que se encontraran sus cuerpos, bien asesinados durante ritos oscuros, o bien secuestrados para ser llevados a las moradas de los nigromantes. También se rumorea que algunas de las tabernas y burdeles, y en especial los locales dedicados a la raíz de bruja, drogan a sus clientes, y que las desafortunadas víctimas despertaban en las bodegas secretas de alguna barca que navegaba hacia los mercados de esclavos de la lejana Arabia, un destino quizá peor que la muerte.

Se trataba de un distrito sin ley, al que ni siquiera la guardia se atreve a aventurarse durante las horas nocturnas.

Lugares de Interés[]

Otras Localizaciones[]

Fuentes[]

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