Hace muchos siglos, antes de tomar el manto roído por los gusanos de la No Vida, Mordac era el Paladín del Duque de Mousillon. Consiguió la victoria en todos los torneos en los que participó y nunca rehusó un desafio. Sin embargo, todo aquel que le conoció alguna vez afirmaba que había algo inquietante en el caballero, y aunque siempre luchaba con una gran autodisciplina, parecía que intentaba contener una bestia salvaje en el interior de la armadura.
Un desgraciado día, el hijo del Duque, disfrazado como un caballero extranjero, desafió a Mordac a un combate singular. Como era habitual, Mordac aceptó, pero desgraciadamente durante la justa, el hijo del Duque fue mortalmente herido por la lanza del Paladín. Horrorizado por lo que había hecho, abandonó Mousillon, jurando no regresar hasta haber matado al monstruo más horrible. Fue durante esta búsqueda cuando Mordac encontró la muerte. Sus restos fueron recuperados por los campesinos que vivían en el lindero del bosque, y enterrados en una gran cripta de tierra.
Siglos más tarde, el gran nigromante Lascar Corazón Negro encontró la tumba, medio derruida y cubierta de vegetación, aunque lo único que quedaba del Paladín de Mousillon era un esqueleto cubierto por una armadura. Por medio de ritos blasfemos, Mordac se alzó de entre los muertos convertido en un Caballero No Muerto, cabalgando al frente de un regimiento de Caballería Esquelética.
Mordac el Podrido, como se le conoce actualmente, es famoso por dirigir a los Jinetes del Cementerio de Quenelles contra los enemigos de Corazón Negro. Muchos valientes soldados de Bretonia han sido aplastados bajo los cascos de su montura, o han sido aniquilados por su mortífera Espada Funeraria.
Fuente[]
- White Dwarf 24, pág 32.