Las Piedras de Sangre, también conocidas como Heliotropos, son rocas oscuras veteadas de rojo, que tienen el tamaño aproximado de un puño cerrado, y resultan ligeramente cálidas al tacto. A menudo las venas se retuercen para formar la runa del cráneo sobre la superficie. No son piedras ordinarias, sino más bien fragmentos de las contaminadas tierras del Reino de Khorne, teñidas constantemente con la sangre de los demonios que guerrean allí, de modo que palpitan y laten con el fluido.
Descripción[]
A diferencia de muchos objetos mágicos, los heliotropos no son únicos, sino que los concede Khorne como recompensa a sus Campeones más favorecidos y permite a su dueño poder invocar la ayuda de sus esbirros demoníacos. Muchos paladines de Khorne se han alzado con la victoria en un campo de batalla gracias a estas terroríficas piedras. Rara vez se encuentran en las manos de un campeón derrotado o culto, aunque se han visto fragmentos destrozados de esta roca sobre los altares negros de los Rompealmas. Aquellos guerreros y caballeros que han luchado contra estos seres afirman haber visto las Piedras de Sangre ser empleadas en rituales impíos antes de la batalla. Su uso forja una conexión entre los reinos, para que los seguidores oscuros de Khorne puedan recurrir a sus demonios para ayudarlos.
Cuando se enfrenta a un adversario, el usuario puede convocar al Dios de la Sangre y apretar esta piedra en su mano hasta pulverizarla, desatando así las potentes energías de su interior, aunque esto no garantiza siempre que la piedra funciones como a su usuario le gustaría. En ocasiones la piedra simplemente se fragmenta sin que ocurra nada destacable. Lo peor que puede pasar es que, cuando el heliotropo se rompe y se convierte en polvo, lanza un aullido inhumano de alegría blasfema, y drena toda la sangre del usuario. Una vez completado, el polvo se desvanece inmediatamente en el Reino del Caos mientras la carcasa drenada de usuario muerto se derrumba.
En general, esto último no es muy frecuente. Cuando se usa una Piedra de Sangre, Khorne responde a la llamada y envía uno o varios demonios para que lo ayude. Sea cual sea el demonio invocado (que pueden ser Mastines de Khorne, Desangradores o un Juggernaut), el invocador deberá ejercer su voluntad contra el demonio para poder controlarlo. Si no lo logra, corre el riesgo de ser la primera víctima de los demonios. Tras realizar su sangrienta labor, regresará al Reino del Caos. Con un poco de suerte, Khorne posará su mirada sobre el invocador y le otorga su favor, permitiéndole controlar a sus invocaciones sin problema alguno. Sin embargo, dada que la magnanimidad de los Poderes Oscuros es siempre inconstante, está igualmente dispuesto a reclamar a cualquier suplicante para que le rinda cuentas.
Fuentes[]
- Warhammer Fantasy JdR: Realms of Chaos - Slaves to Darkness (3ª Edición).
- Warhammer Fantasy JdR: Tomo de Corrupción (2ª Ed. Rol), pág. 181.
- Black Library: Liber Chaotica.