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Skavens Moulder Pozo Infernal

Al Norte, en los yermos desiertos conocidos como el Territorio Troll, se encuentran los infernales pozos de crianza del Clan Moulder. Esta infestada y sobrepoblada fortificación está construida y excavada en las paredes y el suelo de un crater en la falda nevada de una montaña que se encuentra en la ladera Norte de las Montañas del Fin del Mundo.

Pozos volcánicos en el fondo de la cárcava crean una grisácea columna de calor y fétidos vapores nocivos sobre ella, mezclando el aroma a sulfuro con el hedor a pellejos enmarañados y excrementos que el viento transporta a kilómetros de distancia. El hedor aquí es legendariamente nauseabundo, pero aún peor que el olor es la terrible cacofonía de aullidos, gritos, graznidos, rugidos, gruñidos y alaridos que se oye por encima de la congelada cárcava como procedente de las gimientes almas perdidas de miles de razas diferentes. Con buena razón a este lugar se le llama el Pozo Infernal.

El poder de la magia oscura es poderoso en este lugar, algo que no resulta sorprendente si se tiene en cuenta lo cerca que está de los Desiertos del Caos y la cantidad de polvo de piedra de disformidad que había en el aire.

Las calles y túneles de la madriguera del Clan Moulder hierven de skavens, pues posiblemente Pozo Infernal sea la segunda ciudad más poblada después de la propia Plagaskaven.

Descripción del Pozo Infernal

Rata Ogro Skaven Tiernen Trevallion The loathsome Ratmen and all their vile kin

Pozo Infernal se levanta sobre un antiguo cráter, fruto del impacto de un enorme meteorito de Piedra Bruja hace siglos. A medida que uno se va acercando, las murallas del monstruoso cráter se encumbran en lo alto, y líquenes de aspecto venenoso cubren la rugosa roca. A lo lejos, puede oírse bramidos de bestias y percibir la presencia de una vertiginosa cantidad de piedra de disformidad. En lo alto, el cielo destella con extraños colores al ascender las nubes químicas desde las chimeneas del interior del cráter y contaminar el aire que las rodeaba.

Tallada para que pareciera una monstruosa cabeza de rata con las fauces abiertas, está la entrada de la madriguera del Clan Moulder. Las negras rejas del rastrillo son los dientes, y las cabezas de inquisitivos guardias skavens miran desde las cuencas de sus ojos a aquellos que se acercan. En general, casi todos los tratos y transacciones que se llevan a cabo con el Clan Moulder se realizan en las cavernosas cámaras que hay dentro de las murallas del cráter. Es raro que dejen los visitantes puedan ir mas allá de sus murallas si no es como futuro experimento. Por supuesto, los invasores son aniquilados al intante.

Enormes torres que recuerdan a los colmillos de alguna bestia descomunal dominan el interior del cráter, y de su extremo superior, salían nubes de humo relumbraste: verde pálido, rubí, azul cobalto y toda clase de matices tóxicos. Las columnas de humo ascendían para sumarse a la gigantesca nube de contaminación que flotaba eternamente sobre el cráter y descendía a veces para crear una espesa niebla que lo ocultaba todo a la vista. Los débiles destellos sobrenaturales que desprenden indica que hay partículas de piedra de disformidad atrapadas en el humo, todo un derroche y a la vez una exhibición de la tremenda riqueza del clan.

Las ventanas de los edificios no suelen estar construidas en vidrio, sino con alguna sustancia translúcida y correosa, cuyo olor recuerda al de la carne. Resulta un inquietante recordatorio de que la materia prima en que se basaban la destreza y la fortuna del Clan Moulder es nada menos que la materia de la vida misma.

Por el cielo nocturno, vuelan siluetas que al principio pueden tomarse tomó por murciélagos mutantes de un tamaño inusitadamente grandes, pero algunos de ellos son en realidad skavens con membranas como las de un murciélago debajo de los brazos.

Entre las torres hay otros edificios construidos de un modo característicamente impropio de los skavens. Los edificios consisten en enormes tiendas de carne correosa en proceso de putrefacción, echadas sobre gigantescos esqueletos de huesos deformes. Presentan un aspecto raro, lo que que sugiere que se tratan de garrapatas o escarabajos gigantes, inmovilizados por alguna magia extraña. Estas son las barracas donde viven los esclavos y los soldados del clan.

Ahí y allá, entre las anchas calles, hay lagos de aguas contaminadas que despedían un resplandor verdoso; se decía que aún estaban contaminados por el aerolito de piedra de disformidad que había creado el gigantesco cráter. A lo lejos, pueden ver el destello de millares de luces, ventanas abiertas en la pared del cráter. La totalidad de la pared había sido excavada para crear un interminable laberinto de túneles y cuevas artificiales, con el fin de hacer madrigueras y laboratorios para el clan.

Los grandes y laberínticos pasillos del Pozo Infernal se extienden por nueve círculos en espiral, cada uno de ellos retorciéndose como un gran tracto intestinal, y atestado por una cantidad absurda de hombres rata y bestias mutantes que desafían cualquier descripción. Para perpetuar sus infames mestizajes contra natura, los miembros del Clan Moulder requieren un constante flujo de esclavos y criaturas capturadas, en cantidades aberrantes. Los grandes círculos del Pozo Infernal contienen multitud de impíos laboratorios, pozos de cría, factorías para destilar fluidos vitales o almacenar órganos, arenas de gladiadores y secaderos de pieles, todo lo cual permite al Clan Moulder seguir buscando nuevas y más estables formas de criar bestias de combate que poder vender o alquilar a los demás clanes.

La esencia del Caos inunda por completo el Pozo Infernal, distorsionando hasta la propia roca y pervirtiendo plantas y animales por igual hasta darles formas nuevas e inquietantes. Los Desiertos del Caos son completamente estériles en torno al Pozo infernal, excepto por los ocasionales Señores de las Bestias que recorren la región buscando criaturas peligrosas que capturar. Los Señores de las Bestias más valientes del Clan Moulder forman bandas para recorrer las tierras circundantes en busca de criaturas que capturar para sus experimentos diabólicos. Los monstruos del Caos y las bestias infectadas por el Caos procedentes de los Desiertos del Norte son los más peligrosos, pero también los más valiosos, dado que las criaturas monstruosas siempre ofrecen a los Maestros del Clan Moulder la mejor oportunidad de extraer órganos para mejorar las bestias de combate de los Skavens, o incluso para dar lugar a nuevas especies aún más mortíferas.

Skaven Maestro Moulder por Daarken

Las partidas de caza del Clan Moulder son capaces de seguir el rastro de una Mantícora, una Hidra o una Quimera durante días y días, esperando una oportunidad para atacar (o reuniendo el valor necesario para ello). Una vez las criaturas son capturadas, los Skavens las arrastran en jaulas de hierro hasta el Pozo Infernal, donde les espera un destino terrible. Los monstruos capturados son expuestos a los efectos de la piedra bruja hasta que empiezan a mostrar las mutaciones deseadas. A la criatura prisionera se le suelen implantar extremidades adicionales o cuchillas mediante el bálsamo de piedra bruja que suelen utilizar la mayoría de maestros del Clan Moulder. El fondo del Pozo Infernal está repleto de los restos de los experimentos fallidos del Clan, tales como monstruosidades pálidas y deformes que se arrastran torpemente por el suelo de la sima alimentándose de todo lo que caiga en sus garras.

El Clan Moulder siempre anda tras nuevas variedades de bestias de combate estables para venderlas o alquilarlas. Corren muchos rumores acerca de las monstruosidades que cruzan en las mazmorras, de las cuales la temible Rata Ogro es indudablemente la más infame. Por Kislev se han visto rondando a lobos parecidos a ratas, así como curiosas variedades de Trolls peludos y enormes criaturas excavatúneles que no se dejan ver casi nunca. Los Señores de las Bestias del Clan Moulder también son expertos en el adiestramiento de monstruos salvajes y malvados: doman a bestias feroces para que obedezcan órdenes y provocan a las criaturas pacíficas hasta que adquieren instintos asesinos.

El Señor de la Guerra Lord Verminkin, Señor del Clan Moulder, gobierna el Pozo Infernal.

Los Nueve círculos del Pozo Infernal

Ratogre

Lo más parecido que existe en los túneles laberínticos del Pozo Infernal a algún tipo de orden es la división del territorio en distintos niveles. Cada uno de estos círculos está presidido por uno de los maestros de la mutación del Clan Moulder, aunque en realidad estos cubiles son tan extensos que es imposible que se puedan llegar a supervisar realmente todos los laboratorios y rediles de cría. Como consecuencia, los investigadores cirujanos independientes crean mutantes cada vez más ambiciosos en cada nivel, logrando así que los pasadizos y los túneles de Pozo Infernal estén constantemente poblados de viles criaturas modificadas horriblemente.

La entrada principal del Pozo Infernal es descomunalmente grande, señal de las miles de vidas de esclavos que han debido sacrificarse en su construcción. Las puertas son construcciones gigantescas hechas de hierro y huesos humanos con grandes fragmentos de piedra bruja sin refinar incrustados y en cuyo intrincado metal tienen entretejidos cuerpos agonizantes de miles de hombres y mujeres junto a los cadáveres putrefactos de los que ya han exhalado su último aliento. En lo alto del portal hay inscritos salmos impíos que exaltan las victorias del Clan Moulder y que advierten a todo el que entra de que abandone cualquier tipo de esperanza. Y no sin razón, ya que casi todo el que entra ahí nunca jamás encuentra la salida o sale deformado e imposible de reconocer.

Por entre las puertas pasa un ancho río de lava de costra gris sobre el que se alza el guardián de las puertas en su gran embarcación de piedra. Este diabólico timonel tiene en lugar de ojos fragmentos de piedra bruja, que brillan intensamente con una luz flamígera de color verdoso. Todo el que desee concertar una audiencia con los maestros de la mutación debe parlamentar primero con el guardián de las puertas, que, según se dice, goza del favor de la mismísima Gran Rata Cornuda. Por las orillas del río de roca fundida pasan a diario cientos de Skavens de distintos clanes, cada uno de los cuales intenta tener una audiencia para contratar los servicios del Clan Moulder. Estos deben sufrir las constantes picaduras de las moscas y las avispas que se ven atraídas por la carroña que cuelga de las puertas, mientras que en torno a ellos las larvas infestan el suelo repleto de cadáveres.

Ratas Gigantes por Britt Martin

Más allá de las puertas se hallan los prisioneros del clan, la materia prima de los experimentos de los maestros de la mutación. Estos cautivos languidecen en jaulas apestosas con apenas el suficiente espacio para moverse, formando una especie de masa insana de carne apretada en inmensas filas de esclavos gimoteantes y llorosos. Todas las razas y credos están representados aquí, desde Enanos atados junto a Goblins, hasta altivos Elfos junto a Skavens derrotados, pasando por infantes embotellados junto a ancianos con grilletes. El Padre de las Alimañas, el líder supremo del Clan Moulder, se pasa la mayor parte del tiempo examinando a los nuevos especímenes e informándoles de las muchas y variadas atrocidades que les esperan en los pozos inferiores.

Cuando los maestros de la mutación necesitan estos prisioneros como conejillos de indias, unas despiadadas alimañas los conducen a los niveles inferiores. Allí se extienden los rediles de cría, grandes salones adoquinados llenos de paja manchada de sangre y plagados de cucarachas y pulgas. Estos salones los vigila a diario un maestro de la mutación deforme que se ha fusionado a sí mismo sobre los hombros de un enorme Minotauro de la Condenación y que guía a su brutal portador susurrándole instrucciones constantemente. Por el suelo yacen dispersas varias inmensas ratas reina que amamantan a una progenie tras otra de crías con sus dilatados e hinchados barrigones. Inenarrables cruces más allá de toda cordura son el pan de cada día en este lugar y es mejor no detenerse a pensar demasiado en dichas prácticas, como las que fomentan los sádicos Señores de las Bestias que controlan los rediles.

Throt el Inmundo por Daarken

Los niveles inferiores albergan los grandes salones de banquetes del Clan Moulder, en los que se celebran las victorias y se forjan los grandes planes de conquista. Una tormenta de lluvia contaminada por la piedra bruja azota sin cesar las zonas a cielo abierto de este nivel, que hacen estremecer de frío a todo el que pretenda atravesar su superficie desnivelada. Todo el que aquí languidece no tarda en ver cómo su cuerpo muta bajo los efectos de la piedra bruja. No es de extrañar, por tanto, que Throt el Inmundo, gran conocedor de los cuerpos destripados, posea su laboratorio justo encima de este nivel. Y aún más excepcional resulta el hecho de que tanto él como sus glotonas cohortes creen casi tantas criaturas como las que llegan a consumir para saciar el hambre.

Debajo de los salones de banquetes se encuentra la tesorería del clan, donde unas cámaras de grandes dimensiones albergan los refulgentes montones de piedra bruja ofrecidos como pago por sus servicios. Más grandes todavía son los enormes depósitos de metales preciosos que el clan tiene en su poder, cada uno de los cuales está coronado por un Skaven jorobado al que se le ha asignado la única misión, un tanto fútil, de llevar la cuenta de las riquezas del Clan Moulder. Estos escribas medio locos a los que tan solo ilumina la luz parpadeante de unas antorchas murmuran y maldicen al pesar cuidadosamente saca tras saca de oro. Y entre estos montones vagan las Ratas Lobo controladas por sus amos obsesivos, a las que se envía en rencorosas misiones para frustrar los esfuerzos de sus rivales por hurtar avalanchas de monedas de oro y piedras preciosas.

Ratas gigantes

El quinto círculo del pozo tal vez sea el más sobrecogedor de todos. En sus confines se ha tejido una extensa arena de gladiadores suspendida en las paredes de la sima a base de cientos de cadenas oxidadas. Cuando uno de los maestros de los niveles superiores perfecciona una creación especialmente sobresaliente, se la lleva hasta esta arena para que demuestre su valía en combate. Las Ratas Ogro mutantes luchan a brazo partido contra simbiontes con cuchillas en lugar de brazos para instruir a los Guerreros del Clan, y a los pocos invitados de los Videntes Grises se les concede el honor de presidir estos duelos. Los vencedores suelen ser conducidos a los cuarteles del Clan, donde se les encierra hasta que llegan tiempos de guerra, mientras que a los derrotados que logran sobrevivir se los sigue modificando o se venden a otros Clanes. Por otro lado, bastantes de estas bestias de guerra se precipitan al nivel inferior al ser empujadas de la arena en los feroces combates.

En el rico suelo de carne putrefacta del saliente que compone el sexto nivel acechan aquellos a los que el Clan ha destinado a sufrir un "castigo especial". Los caudillos que han defraudado a sus amos arrastran cadenas por entre la inmundicia orgánica y suele ser aquí donde acaban los que pierden el apoyo de las tribus del Norte. Estos pueden dar por seguro que sufrirán las modificaciones más horribles y absolutas que se puedan imaginar, como terminar sus vidas como muebles grotescos con vida para los miembros más dementes del Clan, como Izak Grottle. Sin embargo, no podrán escapar nunca, pues la única salida que conduce al exterior del sexto nivel está vigilada por una cosa cuya mirada es capaz de transformar en piedra a cualquier fugitivo. Griskit, el Señor de los Residuos, gobierna este lugar y siempre va acompañado de tres híbridos con cabeza de rata y cuerpo de hembra humana con alas de murciélago.

Los Niveles Inferiores

Rata Ogro por Mark Gibbons

Los últimos niveles del Pozo son los más peligrosos. Es allí donde unos cuarteles parecidos a madrigueras albergan a las criaturas más feroces y a los Señores de la Guerra del Clan; una variedad de asesinos tan sedientos de sangre como cualquiera de los seres que emergen de los Desiertos del Caos. Unos largos túneles recubiertos de cieno serpentean como conductos intestinales desde los cuarteles hasta el mundo exterior y, en tiempos de guerra, se desbloquean para dejar que las criaturas guerreras salgan trepando por ellos hasta la luz del duro Norte en la superficie. Son estos túneles los que recorrió una vez el infame Kaudillo Orco Grimgor Piel'ierro hasta que la masa de monstruos voraces que se encontró ahí abajo acabó por obligarlo a retroceder. Solamente Ghoritch, el Castellano del Pozo Infernal, posee la fuerza y el intelecto necesarios para mantener el orden en los cuarteles. Sin su mano de hierro, los ejércitos del Clan Moulder no serían más que una masa anárquica de bestias hambrientas.

El penúltimo nivel se va estrechando hacia abajo hasta formar un depósito para el inmenso tonelaje de repugnantes desperdicios que produce el clan a raíz de sus experimentos diarios. Es allí donde se encarcela a los que intentan engañar al Clan Moulder y donde se los fusiona con ungüentos de piedra bruja a las raíces retorcidas que se convulsionan y se retuercen en la base del Pozo Infernal. Por este nivel rondan Ratas Gigantes salvajes de colmillos afilados que cazan y destripan todo lo que encuentran. El maestro de la mutación que preside este reino apestoso y que tiene espinas en lugar de extremidades, Scarskrex, trata siempre de perfeccionar el proceso de hibridizar a los que le llaman la atención con su enorme colección de serpientes.

El círculo más profundo del Pozo Infernal alberga a aquellos híbridos desgraciados que han sobrevivido a todas las atrocidades violentas y humillantes que el Clan Moulder ha podido infligirles. Por él rondan aberraciones enloquecidas por la pena al percatarse de sus nuevas formas, y Quimerratas de muchas cabezas iluminan las profundidades de la sima arrojando llamaradas de fuego disforme. Unos mastodontes sin piel excavan la roca bajo sus pies con sus potentes garras creando nuevo territorio para el clan en la oscuridad. Entre esta amalgama de seres desproporcionados y grotescos se alzan dos gigantes gemelos por encima de los horrores encadenados entre los que viven. En tiempos de guerra, atan con grilletes a los monstruos que los rodean a unos enormes tornos que cuelgan de las paredes de la sima, los cuales, impulsados por inmensos molinos tirados por esclavos, los transportan a la superficie. Cuando la fortaleza del Clan Moulder se ve amenazada y sus huestes de guerra se reúnen para la batalla, el suelo tiembla al paso de las grandes bestias y el aire se llena del clamor de los Skavens y sus malignas creaciones, todos ansiosos por entrar en combate. Porque, al fin y al cabo, ¿qué mejor momento para hacerse con un nuevo lote de seres para los rediles?

Invasiones al Pozo Infernal

Archivo:Skaven en rata quebrantahuesos.jpg

Si los vapores tóxicos no hacen dar media vuelta a cualquier enemigo que se acerque hasta el Pozo Infernal, quizás lo haga la visión de los retorcidos y agonizantes experimentos fallidos de los Skavens. Estas bestias reptantes, y que aún siguen sufriendo mutaciones residuales, han sido expulsadas al yermo rocoso para pasar allí sus últimos y miserables días, aullando de agonía y atacando a cualquier cosa que se cruce en su camino.

A pesar de tales defensas, el Pozo Infernal es atacado regularmente. Cada pocas generaciones, aparece algún fanfarrón campeón de las tribus bárbaras que está seguro de poder conquistar la fortaleza. Los Guerreros del Caos son muy poderosos cuando se los mira uno por uno, pero estos asaltos contra el Pozo Infernal, y contra la aplastante cantidad de hombres rata que defienden sus salas, pasillos y respiraderos, son simplemente una locura. Ni siquiera los más afortunados podrán esperar nada mejor que una muerte despiadada.

El único asalto de este tipo que ha conseguido cierto éxito ocurrió durante la Gran Guerra contra el Caos. Varias tribus de Guerreros del Caos y manadas de Hombres Bestia se aliaron en un intento de arrasar la capital del Clan Moulder. Los ejércitos del Caos lograron abrir brecha y asolaron los primeros tres círculos de túneles en un sangriento frenesí. Los Señores de las Bestias Skavens lograron frenar a los sirvientes de los Dioses Oscuros a base de lanzar contra ellos innumerables hordas de Ratas Gigantes para ralentizar su avance. Finalmente, los invasores fueron rodeados y eliminados por Throt el Inmundo al mando de un ejército entero de Ratas Ogro rabiosas (algunas de ellas especialmente mejoradas mediante mutaciones) que limpiaron por completo todos los túneles y madrigueras.

La Tormenta del Caos

Rata Ogro de Ryan Barger

Durante los años previos a la Tormenta del Caos, el Pozo Infernal sufrió dos invasiones casi consecutivas: la primera de ellas fue realizada por el ejército de pieles verdes comandadas por Grimgor Piel'ierro, quien en su búsqueda de un desafío a su altura se dirigió cada vez más hacia el norte hasta llegar a la guarida del Clan Moulder. Grimgor no veía ninguna ventaja especial en la captura de una fortaleza tan repulsiva y maloliente (incluso para un Orco) como aquella, sino que simplemente se contentaba con luchar contra las monstruosidades mutadas y horrores indescriptibles que Throt el Inmundo y el resto de Señores de la Mutación lanzaban contra ellos. Sin embargo, tras haber aniquilado a muchas de las mejores y más grandes criaturas, Grimgor y sus Machotez tuvieron que enfrentarse contra Guerreros del Clan y a lastimosos esclavos Skavens por lo que acabó por perder el interés de continuar la guerra y continuó con su travesía hacia el Norte.

Meses más tarde, mientras aún se recuperaban de los estragos realizados por los Orcos y Goblins, Pozo Infernal fue nuevamente invadida por numerosas tribus de Bárbaros del Caos, que llegaron muy cerca de donde Throt el Inmundo tenía sus laboratorios. Como el Maestro Mutador detestaba que le interrumpieran su trabajo, comandó la defensa Skaven y lanzó contra los invasores las bestias mutantes más fieras y peligrosas que había logrado crear, expulsándolos definitivamente. Una noche, dos emisarios de Archaón llegaron a Pozo Infernal pidiendo una audiencia con Throt. En ella, el Clan Moulder y los ejércitos del Señor del Fin de los Tiempos firmaron una alianza: a cambio de su ayuda en la invasión del Imperio, Archaón entregaba a Throt el Inmundo centenares de bestias capturadas procedentes de las regiones más al norte de los Desiertos del Caos, así como también numerosos esclavos procedentes de tribus que le habían fallado o habían desafiado su poder. Con la firma de este acuerdo, los ataques al Pozo Infernal cesaron, al menos hasta que los ejércitos de Archaón fueron derrotados y la invasión del Caos fue detenida por los defensores de Middenheim.

Fuentes

  • Ejércitos Warhammer: Skaven (5ª Edición).
  • Ejércitos Warhammer: Skaven (7ª Edición).
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