El Templo de Asuryan es el principal santuario del rey de los dioses élficos. Aquí es donde se coronan a los Reyes Fenix, que deben atravesar la llama sagrada y ser juzgado por el propio dios.
El templo tiene una gran importancia religiosa y espiritual para los Altos Elfos, por lo que son frecuentes las peregrinaciones al mismo, de echo se espera que todos los nobles altos elfos emprendan este viaje al menos una vez en su vida. Es tal su importancia que uno de los edictos más antiguos de los elfos prohíbe le derramamiento de sangre dentro de sus muros. Por ello, está estrictamente prohibido que las armas puedan cruzar el umbral del Templo de Asuryan.
El Templo[]
El Templo está situado en el centro de la Isla de la Llama, justo en el punto más alto. Aquellos con visión bruja pueden percibir los enormes flujos de energía mágica que lo rodean. Todo aquel lugar era un nexo de enorme poder, de un tipo muy específico y sagrado. El Templo de Asuryan no sólo está situado sobre una falla geológica en la corteza de la Tierra, sino sobre una falla de la superficie del universo.
El propio templo es una gigantesca estructura blanca con forma de gran pirámide escalonada que se elevaba sobre un patio de mármol en medio de un prado abierto. Resulta difícil determinar la verdadera escala de la construcción, pues parece formar parte de los acantilados, una montaña que había sido parcialmente esculpida por los constructores de tiempos remotos. Ciertamente, este zigurat no presenta las pautas de la arquitectura élfica típica sino que recuerda mas a la de las antiguas ciudades de los Slann. Algunos creen que fueron ellos los primeros que contactaron con Asuryan y les enseñaron su culto a los elfos.
Antaño, las murallas que rodeaban al templo resplandecían con los rayos del sol, bañando los alrededores con una luz majestuosa. Hoy en día, las piedras que la conforman son muy antiguas, mostrando desgastes por los elementos, y están recubiertas de un musgo de color ocre. Tras atravesar una pequeña poterna para entrar en el recinto que rodea el grandioso zigurat, se erige una gran cantidad de estructuras de piedra más pequeñas que parecen montar guardia para proteger la propia pirámide escalonada del templo. Igualmente, cerca del templo, hay filas de columnas talladas con la figura de Asuryan representando múltiples facetas: padre cariñoso, águila descendiendo en picado, fénix renaciendo de sus cenizas, etc...
Cerca de allí se encuentran los Picos Llameantes, grandes pilares de alabastro que parecen vigilar el Templo de Asuryan. Arden constantemente con llamas mágicas ya que Aqshy, el Viento de Fuego, sopla entre esas rocas y se ve atraído inexorablemente hacia la Isla de los Muertos. Aquí es donde moran los Fénix de Ulthuan, criaturas de increibles capacidades mágicas y uno de los símbolo de Asuryan
La Llama de Asuryan[]
El santuario se erige sobre la llama eterna del Fénix, el fuego sagrado del rey de los dioses que se encuentra en la cámara central del templo. De varios metros de altura, el fuego brota de la nada y se mantiene suspendido en el aire en el centro de la cámara, sin necesidad de alimentarlo para mantenerlo vivo. Las llamas, que cambian constantemente de color, arden sin desprender calor en un silencio absoluto, pues tampoco crepitan ni emiten sonido alguno. Las baldosas de mármol del suelo que hay alrededor de la hoguera central exhiben runas de oro incrustadas que resplandecen con la luz no solo de la llama, si no también de los braseros que cuelgan en los muros blancos. Estos braseros tienen forma de fénix con la alas plegadas, en cuyo interior arden más fuego mágico, inundando el templo con un resplandor dorado.
Cuando un elfo es elegido como nuevo Rey Fénix, debe bañarse en estas llamas. Para salvaguardar su vida, un coro de sacerdotes de Asuryan tejen plegarias en torno al candidato, mientras otros prenden incienso y realizan ofrendas a la divinidad. Cuando está todo listo, el futuro rey se introduce en las llamas, que adquieren un fulgurante color blanco que ciega a los asistentes a la ceremonia. Tras pasar a través de ese infierno, emerge milagrosamente intacto para luego ser vestido con ropas ceremoniales y la gran capa de plumas de la monarquía.
Es prácticamente un suicidio tratar de entrar en las llamas sin los rituales pertinente para autoproclamarse Rey Fénix. Solo dos personas lo han echo, con resultados muy divergentes. El primero fue Aenarion, el primer Rey Fénix, cuando el Caos invadió por vez primera el mundo. Se dirigió para pedir ayuda a Asuryan para hacer frente a la invasión, pero a pesar de realizar varias ofrendas no recibió respuesta alguna, así que se ofreció a sí mismo en sacrificio definitivo. Con plegarias en sus labios, Aenarion se lanzó a las llamas blancas sagradas. Aunque los fuegos místicos quemaron su cuerpo y cauterizaron su alma, Aenarion se negó a morir. Milagrosamente, sus heridas sanaron y emergió de entre las llamas ileso, transformado por el fuego purificador. El espíritu de Asuryan había entrado en él. Había una luz sobre su cuerpo que todos los presentes pudieron ver. Todos se dieron cuenta de que se había transformado en el recipiente de un poder trascendental.
La segunda persona fue Malekith, el hijo de Aenarion y la hechicera Morathi, quien ambicionaba el trono del Fénix. Varias décadas más tarde, mientras la isla se tambalea al borde de una guerra civil urdió un plan junto con su madre para hacerse con la corona del Fénix. Malekith convocó al Consejo en el Templo de Asuryan para decidir cómo evitar el conflicto. Con los príncipes y nobles de los diez reinos reunidos, Malekith acusó al Rey Fénix de ser miembro de los Cultos al Placer que tantos disturbios estaban causando, y declaró que se había envenenado para no ser juzgado. Muchos no se creyeron las declaraciones y le acusaron de conspiración. En ese momento, varios de los seguidores de Malekith asaltaron el templo y asesinaron a varios miembros del consejo mientras el príncipe de Nagarythe se introducía en la Llama Sagrada. Malekith quería demostrar que era digno sucesor de su padre, pero los dioses le castigaron por la oscuridad y la corrupción de su alma. Las llamas le abrasaron y fue expulsado del fuego, con apenas un hálito de vida.
La Cámara de los Días[]
El templo es el hogar de la Guardia del Fénix, los silenciosos centinelas de Asuryan, bendecidos y condenados a ser conocedores del futuro del Ulthuan y no poder contar a nadie el destino que les depara. Ellos han sido testigos de lo que se guarda en la Cámara de los Días, una sala oculta en cuyas paredes hay escritas palabras de fuego sobre la roca.
Es uno de los lugares más sagrados de Ulthuan, y en ella se relata la historia de todos los Reyes Fénix pasados, presentes y futuros. Predice las muertes de cada uno de ellos y quiénes les sucederán. Todo aquel que ose detener su vista sobre estas piedras y lea las palabras escritas conocerá su destino y el de toda la raza élfica, pero estará obligado a hacer un voto de silencio que nunca podrá romper, e ingresará en la filas de la Guardia del Fénix.
En ocasiones un Elfo decide o tiene la necesidad de visitar la Cámara de los Días. Un guerrero silencioso lo conduce al interior de la pirámide, a lo largo de altos e iluminados pasillos de mármol rojo y tallas doradas de los muchos aspectos del Dios Creador. Finalmente, el silencioso guía lo lleva hasta una enorme cámara en la cima de la pirámide, con paredes doradas e iluminadas por mil antorchas, que es un templo en sí mismo. Una estatua enmascarada de Asuryan se encuentra entronizada en un trono de cristal en el otro extremo de un largo pasillo, con un amplio portal tallado en las piernas de la estatua, lo suficientemente alto como para que pasara un gigante.
Una hueste de guerreros armados se alinea en un camino enlosado de mármol hacia el portal, de puertas doradas. Retorcidas runas se alinean en los paneles artesonados, y el visitante puede comprobar muchas ideas contradictorias representadas allí. Puede ver a Urithair junto a Harathoi, a Elthrai junto a Quyl-Isha, pero entre todos los conceptos rúnicos el principal es Saroir, el símbolo que representa la eternidad y el infinito, la llama del amor que quema todo lo que toca. En este momento el visitante tiene la noción profética de que las runas que está viendo son diferentes a las runas que podría ver otro suplicante.
Cuando las puertas doradas se abren de par en par, una luz cálida surge desde el interior de la cámara, más brillante que el sol. Si se atreve a dar el paso y cruzar el umbral, el elfo se verá envuelto en la luz dorada, sintiendo el calor de una llama cercana. Cuando se entra en la cámara, las grandes puertas se cierran detrás de él con un suave roce de metal. La luz se atenúa a un nivel en el que puede ver, y mirar a su alrededor al vasto espacio en el que se encuentra. La Cámara de los Días es enorme más allá de lo imaginable, posiblemente mucho mas grande de lo que debería contener la parte superior de la pirámide.
Un vasto círculo de mármol negro llena el centro de la cámara, y una imponente llama del blanco más puro arde en su corazón. Las paredes de la cámara se estrechan hacia el interior y están cubiertas de arriba abajo con escritura rúnica. Millares de vidas, tal vez incluso muchas más, estaban escritas en las paredes de la Cámara de los Días, un registro viviente de todos los Reyes Fénix que habían vivido y los que vivirían. Los muros cuentan la historia de Ulthuan tal como se conocía, y la historia de Ulthuan que aún no está escrito. Esto es historia y leyenda combinadas, una historia de días que no tenía principio ni final.
Incluso mientras el visitante entiende lo que está narrado aquí, siente que la llama en el corazón de la cámara arde de manera más brillante. Un coro de canciones surge el fuego y el elfo cierra los ojos mientras los muertos y los nonatos le hablan con una sola voz, los ecos de todos los Reyes Fénix del pasado y las voces de los que aún no habían sido coronados.
Los reyes le hablan de sus reinados, y el visitante vive sus vidas en un santiamén. Aprende de sus amores, de sus alegrías, de sus penas y de sus grandes hazañas. Vive la historia de toda una tierra y su gente en un momento brillante y resplandeciente. Finalmente el visitante comprende esas palabras, y con ese entendimiento, se hace completo.
El visitante ve todo lo que había sido y todo lo que le deparaba el futuro; las maravillas aún por suceder, la gloria resurgente de los asur y la última gran batalla por el destino del mundo. El visitante llegará a formar parte de muchas de esas hazañas, aunque nunca podrá hablar a nadie de ello. Tras esto, las puertas de la Cámara de los Días se abren y la Guardia del Fénix espera la salida de un nuevo y silencioso guerrero elegido.
El principal deber de estos monjes guerreros es proteger el santuario de la isla y a todos aquellos que realizan una peregrinación a este lugar sagrado, sin embargo, su principal función es para con el Rey Fenix. Cuando un nuevo candidato a Rey Fénix es elegido, la Guardia del Fénix le escolta hasta el Templo de Asuryan, donde se lleva a cabo su renacimiento ritual como nuevo Rey Fénix, y al igual que atienden al rey en su viaje hasta la Isla de la Llama, cuando un Rey Fénix muere, la Guardia del Fénix aparece de repente y sin previo aviso para hacerse cargo del cuerpo del rey y transportarlo en un Barco Blanco funerario a la Isla de los Muertos paro que descanse con los antiguos gobernantes de Ulthuan.
Santuario de las profundidades[]
Hay una sala especial en las profundidades del templo a donde son llevados los descendientes del linaje de Aenarion. Esto se hace para determinar como les afecta la maldición de su ascendiente después de que este alzara la Espada de Khaine para hacer frente a los Demonios del Caos durante la primera gran incursión.
Tras asearse en una sala especial que contiene piscina alimentada por un burbujeante manantial caliente y vestirse con sencillos ropajes, el descendiente de Aenarion es conducido por un sacerdote al interior del templo. Poco a poco, los pasadizos que descendían en pendiente dan paso a los muros de una caverna, muy por debajo de la superficie. Alumbrado por antorchas, recorre un camino cuyos muros tienen tallados gloriosas escenas de la vida de Aenarion, como cuando atravesó la Llama Sagrada o derrotaba a hordas de monstruos del Caos.
Finalmente, el sacerdote lo conduce al interior de una gran cueva situada muy por debajo del zigurat, iluminada por llamas que se alzan rugiendo del interior de un gran pozo, con enormes estatuas ocupando nichos poblados de sombras. A cada lado de la boca volcánica hay un gran altar, parecido a los dos extremos de un puente que se hubiera hundido.
Una vez allí, el descendiente de Aenarion es estudiado con detenimiento por un trío de sacerdotes de Asuryan, para asegurarse que no esté afectado por la maldición de la Espada de Khaine, o al menos, que su corrupción no sea demasiado grave y peligrosa para Ulthuan. Si falla la prueba será ejecutado para evitar males mayores, pero si pasa la prueba, los sacerdotes lanzarán cripticas proferías y visiones del futuro del descendiente del primer Rey Fénix.
Fuentes[]
- Ejércitos Warhammer: Altos Elfos (6ª Edición), págs. 11, 52.
- Ejércitos Warhammer: Altos Elfos (7ª Edición), págs. 16, 19, 54.
- Ejércitos Warhammer: Altos Elfos (8ª Edición), págs. 11, 50, 52-53.
- Trilogía de La Secesión: Malekith, por Gav Thorpe.
- Cap. 1: El legado infringido.
- Cap. 23: La convocatoria del Consejo.
- Cap. 25: La ira de Asuryan.
- Trilogía Tyrion y Teclis: La Sangre de Aenarion, por William King.
- Capítulo 25.
- Capítulo 26.
- Novela: Sons of Ellyrion, por Graham McNeill.
- Epílogo.