Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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El Templo de Clio la Escribana es un edificio sorprendentemente grande y ornamentado para tratarse del templo de una deidad menor. Esto se debe principalmente a las desorbitadas tarifas (o “donativos”) que exigen los clérigos a cambio de sus servicios como escribanos de primera, ilustradores y documentalistas para los ricos y poderosos. El templo también recibe generosas contribuciones periódicas de los templos de Verena que lo patrocinan.

Descripción[]

Situado en el corazón de Carroburgo, el templo de Clio la Escribana consiste en un único edificio de planta rectangular con una inmensa puerta delantera. Las paredes están decoradas con bellísimos grabados, frescos y mosaicos que representan a Clio, Verena y sus diligentes adoradores en pleno trabajo. La biblioteca del templo es impresionante y está llena de obras originales sobre Filosofía, Historia y Teología, además de copias de otros volúmenes famosos redactados por los escribas profesionales del templo.

Además del contingente habitual de sirvientes, cuidadores y demás personal, el templo de Clio es el hogar de varias docenas de escribas, ilustradores y otros artistas profesionales que pasan los días inclinados sobre sus escritorios en la luminosa sala de escritura que domina el centro del edificio. Los miembros del culto ofrecen sus servicios a todo el que los necesite, y han establecido una tarifa graduable para quienes no pueden permitirse sus salarios (por ejemplo, los plebeyos que necesitan rellenar documentos legales). Para los ricos, sin embargo, el templo no sólo cumple con su obligación con gran premura y meticulosidad, sino que además les obsequia con ilustraciones y caligrafías tan hermosas como asombrosas; incluso los documentos más ordinarios se consideran obras de arte.

El templo exige un pago acorde; un volumen ilustrado de cierta extensión puede costar perfectamente varios centenares de coronas de oro. Los demás cultos suelen enviar sus preciadas obras a Carroburgo para que el templo de Clio transcriba sus pergaminos y tomos, y así poder archivarlos y ponerlos a buen recaudo.

El templo bulle de actividad durante todo el día, pero cierra durante una hora por las mañanas para que los miembros del culto puedan realizar vigorosos ejercicios en el patio que hay justo enfrente del edificio. Los recién llegados a la ciudad suelen sorprenderse al ver a estos sacerdotes ataviados con túnicas desfilando hacia el patio para comenzar una serie de estiramientos y calistenias mientras el maestro del templo mide el tiempo entonando una pausada y melódica oración.

Fuente[]

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