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Tyrion por Paul Dainton

"Convertiré cada costa, cada bosque y cada montaña en un reducto. Nunca conquistarán nuestra isla."

Tyrion, Defensor de Ulthuan.

El Príncipe Tyrion es, según la mayoría de los Altos Elfos, el mayor guerrero vivo y general de Ulthuan, y posiblemente del mundo entero. Su hermano gemelo, Teclis, es justo lo contrario de Tyrion, sin embargo. Mientras que Tyrion es fuerte, alto, valiente y atractivo, Teclis es débil, pequeño, sarcástico y demacrado. Pero que nadie se deje engañar, ya que es uno de los magos más poderosos del mundo. Los gemelos jugaron un papel muy importante en la Gran Incursión del Caos (200 años antes de la Tormenta del Caos), especialmente en la batalla de las Llanuras de Finuval. Actualmente Tyrion es el campeón de la Reina Eterna y su consorte.

Origenes

Tyrion es descendiente de Morelion, hijo de Astarielle, una antigua Reina Eterna, y de Aenarion, el primer Rey Fénix. También es familiar lejano de Malekith, el Rey Brujo de los Elfos Oscuros (hijo de la segunda esposa de Aenarion, Morathi) y de Alarielle, la Reina Eterna actual, que es descendiente de Yvraine, hija de Aenarion y hermana gemela de Morelion.

Principe Tyrion

El Príncipe Tyrion.

Debido a sus prestigiosos antepasados, la familia de Tyrion era rica y poderosa pero se decía que portaba una maldición heredada desde el mismísimo Aenarion por haber empuñado el arma maldita de la Isla Marchita, la Espada de Khaine. Pero esta maldición parece que recae de una forma diferente dependiendo de las generaciones y los propios individuos. El ejemplo más evidente de esta maldición fue el nacimiento del mismo Tyrion, que naciendo junto a su hermano gemelo Teclis fue este último quien dio muestras de esta maldición, siendo débil y escuálido, mientras que Tyrion era fuerte y de aspecto mas imponente.

Durante su infancia los dos hermanos emprendieron caminos diferentes en sus estudios. Mientras que Teclis decidió convertirse en un poderoso mago, Tyrion se preparaba para ser un gran comandante y guerrero por igual, ejercitando mente y cuerpo en el estudio de la estrategia y en el manejo de todo tipo de armas (en especial en el de la espada). Cuando N'Kari se volvió loco en Ulthuan, se especuló que quería destruir el linaje de Aenarion. Fue derrotado en el Altar de Asuryan. En la batalla, Tyrion y Teclis lucharon y empezaron a ganarse su fama.

La Gran Incursión del Caos

En el año 138 de Finubar, el Navegante (2301 IC), los Elfos Oscuros, acompañados de aliados del Caos, invadieron Ulthuan. Los Altos Elfos no estaban preparados para una guerra tan grande, y los Elfos Oscuros quemaron y saquearon todo lo que encontraron hasta la corte de la Reina Eterna en Avelorn. Mientras las hordas enemigas se acercaban, Tyrion fue a por su reina, y abrió un camino para poder evacuar a su reina. Mientras abría su sangriento camino, fue herido con una espada envenenada de una elfa bruja. Finalmente consiguieron esconderse en los bosques de Avelorn, perseguidos por asesinos y, después de caer derrotados ante Tyrion, por el mismísimo N'Kari, un Guardián de los Secretos de Slaanesh para capturarlos. Pero la noticia que se expandió entre los altos elfos era que los dos habían desaparecido tras el ataque y se les daba por muertos.

Teclis, al escuchar esto, salió de la Torre Blanca con una espada forjada por si mismo a por su hermano. El Demonio por fin les encontró y, valerosamente, Tyrion se interpuso para defender a la Reina Eterna. De un golpe fue apartado y cuando el Demonio iba a matar a la Reina, fue desterrado por un hechizo de Teclis. Al ver a su hermano se acercó a él, y tras unos susurros, le apartó de la muerte.

La Ultima Batalla por la Liberación de Ulthuan

Cuando los elfos se enteraron de que la Reina Eterna

Tyrion Avatar

seguía viva, entre ellos renació la esperanza y recobraron fuerza para combatir a los Elfos Oscuros. A pesar de todo, Ulthuan estaba perdida... Únicamente la Torre de Hoeth y la ciudad capital de Lothern resistían al invasor a pesar de estar bajo asedio. El Rey Fénix estaba arrinconado en la capital comandando a sus fuerzas como podía, pero el resto de las fuerzas de la isla estaban a su suerte. Parecía que el fin estaba próximo.

En la Llanura Finubal, en algún lugar al norte de Lothern, las fuerzas de los Altos Elfos se reorganizaban como podian, y cuando los dos hermanos y la Reina Eterna llegaron al campamento, en el horizonte se divisó al ejército del Rey Brujo. Ambas fuerzas acamparon esa noche para la batalla del día siguiente. En los preparativos a la inminente batalla, Tyrion recibió presentes de muchos comandantes para prepararse, incluso de su propio padre, Arathion. Tyrion poseía ahora la Armadura de Dragón de Aenarion (la misma que antaño portase Aenarion), el mejor de los caballos de los elfos, Malhandir, y la espada rúnica Colmillo Solar. A partir de ese día los llevaría siempre a la batalla. Aun con semejantes objetos, el propio Tyrion sabía que sería una dura batalla.

A la mañana siguiente ambos ejércitos estaban preparados en la llanura. Las fuerzas de Malekith eran mucho mas numerosas en la llanura y tenia como aliados a guerreros humanos del Caos. De pronto, mientras los dos ejércitos permanecían en formación, se adelantó un individuo desde las filas de los elfos oscuros hasta la mitad del campo de batalla y retó a cualquier guerrero a un combate singular que tuviera el valor suficiente. Él era Urian Hojaenvenenada, el paladín personal del mismísimo Rey Brujo y el mejor de sus asesinos. El primero en responder a su llamada fue un capitán veterano y poderoso de una unidad de lanceros de Yvresse, y a Urian solo le bastó un único golpe para matarlo, sin darle tiempo siquiera a atacar. El siguiente fue Korhian Ironglaive, el que era en ese momento el capitán de los Leones Blancos, y se entrechocaron algunas veces las armas, pero no duró apenas unos segundos para ser decapitado por el elfo oscuro. La horda de la oscuridad gritaba de exaltación ante el resultado del combate, entonces, se produjo el silencio nuevamente... Tyrion había desmontado y se dispuso a combatir al asesino.

El combate entre ambos fue épico, los movimientos de ambos eran difíciles de seguir incluso para un elfo, eran como dos dioses peleando entre si. Ambos guerreros combatían en un silencio fúnebre. La duración empezaba a mermar la fuerza de ambos pero no lo suficiente como para decantar un vencedor en el duelo. En el aire se olía la magia, ya que el Rey Brujo lanzaba de forma muy disimulada hechizos para ayudar a Urian pero eran dispersados rápidamente (y con mucho esfuerzo) por Teclis. Súbitamente, Tyrion resbaló y cayo al suelo, y cuando Urian se abalanzó rápidamente con la espada en alto para matarlo, el alto elfo le clavó su espada en el corazón. Sin tiempo siquiera para celebrarlo, Malekith ordenó la carga del ejército y los altos elfos se sumaron ellos también a la carga. El primero en llegar al centro del campo de batalla fue Malhandir para recoger a Tyrion, quien de un rápido salto se montó y cargó contra las huestes de la oscuridad sin dudarlo.

La batalla había comenzado, cientos de miles de flechas volaban de un lado a otro del campo de batalla, miles de guerreros peleaban frenéticamente contra el bando contrario. En el centro del campo de batalla se encontraba Tyrion rodeado de cadáveres de sus oscuros rivales. Ciertamente, el guerrero valía por un ejercito entero, pero el peso de la superioridad numérica comenzó a decantar el resultado de la batalla en contra de los asur... Desde el comienzo de la batalla se estaba dando lugar un duelo mágico entre Teclis y el Rey Brujo y, este ultimo se vio obligado a salir del propio reino material para seguir con vida. Entonces Teclis, sin nadie que le hiciera frente, comenzó a lanzar poderosos hechizos a los elfos oscuros y sus aliados que los aniquilaban a docenas. Tyrion se abrió paso entre las tropas enemigas hasta llegar al estandarte personal del Malekith y lo lanzó al suelo para luego ser pisoteado por su montura. Entre los dos hermanos haciendo presión, la ausencia de su comandante y la baja moral de las tropas, el ejército de la oscuridad se batió en retirada, siendo perseguido hasta ser completamente aniquilado.

Después de la batalla, Tyrion lideró a la hueste hacia el Sur para liberar a la capital del asedio. Cuando sus fuerzas cogieron por la retaguardia a los atacantes y totalmente desprevenidos, los defensores liderados por el Rey Fénix en persona salieron a su encuentro y los elfos oscuros fueron derrotados con facilidad. En los 20 años posteriores, Ulthuan fue liberada tras una serie de batallas victoriosas, hasta echar a sus parientes oscuros una vez más del hogar de los asur. Los Altos Elfos habían ganado la guerra.

Post-Gran Incursión del Caos

Algunos bardos cantan que Tyrion es la resurrección de Aenarion. Desde su meteórica ascensión de fama, muchos han dicho que el destino de Tyrion es liderar a los Altos Elfos hacia un nuevo y glorioso futuro, y quizás un día, tomar la Corona del Fénix. Cuando Tyrion escucha estos rumores, no les hace caso, ya que su única preocupación es defender Ulthuan y a la Reina Eterna. También tiene una lealtad inquebrantable al Rey Fénix, Finubar, el Navegante.

Años después de la Gran Incursión, Tyrion se ha encargado de reforzar los ejércitos de Ulthuan. Todo lo que saben los enemigos es que cuando ataquen la isla hogar de los Altos Elfos, al primero que encontraran será a Tyrion. Él es el protector de la Reina Eterna y de todo Ulthuan.

En el año 2502 del Calendario Imperial Erik Hacharroja saquea Cothique con una enorme flota de incursores norses. Una flota de guerra élfica encabezada por Tyrion derrota a los Norses en una batalla naval de grandes proporciones y los aleja de la costa de Ulthuan.

Objetos Mágicos

  • Armadura de Dragón de Aenarion: Esta poderosa armadura fue forjada hace mucho tiempo en la Forja de Vaul para proteger a Aenarion, el primer Rey Fénix, en la gran guerra contra el Caos. Tras la muerte de Aenarion, su armadura estuvo perdida durante miles de años hasta que fue recuperada por Tethlis el Asesino.

El Fin de los Tiempos

Fin trans
El trasfondo de esta sección o artículo se basa en la campaña de El Fin de los Tiempos, que ha sustituido la línea argumental de La Tormenta del Caos.
Tyrion avatar de khaine

Tyrion fue una vez el héroe de todo Ulthuan - quizás el más grande desde los tiempos de Aenarion.

Durante siglos, Tyrion protegió los tronos gemelos de Ulthuan, derramando su propia sangre desinteresadamente por la Reina Eterna y el Rey Fénix. Los trovadores cantaban que incluso Malekith, el tirano Rey Brujo de Naggaroth, temía la ira de Tyrion - una reacia distinción concedida a pocos otros. Ciertamente, los elfos oscuros temían al príncipe. Finubar el Navegante a menudo decía que la presencia de Tyrion en el campo de batalla valía por diez mil lanzas, no por las habilidades de guerrero - aunque éstas eran lo suficientemente impresionantes - sino porque la visión de él cabalgando a la batalla sobre el noble corcel Malhandir daba esperanza a los que luchaban bajo el estandarte del Fénix, y robaba valor de los que estaban en contra de él.

Tantos y tan increíbles eran los cuentos de las obras de Tyrion que habría sido fácil tildarlas como exageraciones - tal vez pagadas por la misma moneda del príncipe. Sin embargo, pocos tenían la osadía de no creer en las obras de Tyrion, ya que todos lo conocían como un heredero de la legendaria sangre de Aenarion - el primero de los Reyes Fénix - y su reina Astarielle. En todos los años desde los tiempos de Aenarion, ninguno de sus herederos tuvo tal parecido como el que tenía Tyrion. De hecho, ver al joven príncipe vestido con la legendaria Armadura de Dragón de Aenarion era ver al viejo rey renacido.

El legado de Aenarion concedía a Tyrion una formidable fuerza física y de voluntad, así como un aspecto noble que se remontaba a los primeros días de Ulthuan. Sin embargo, la sangre del primer Rey Fénix también lleva una maldición, una que había tomado muchas formas a través de los milenios. Esta maldición dejó su huella en toda la estirpe de Aenarion, a menudo resultando en una aflicción de la mente o el cuerpo. Al principio, muchos creyeron que la maldición de Aenarion había pasado de largo sobre Tyrion. Sin embargo, pronto se hizo evidente para los aliados más cercanos de Tyrion que este no era el caso. Con cada año que pasaba, los estados de ánimo del príncipe se oscurecieron, su temperamento se hizo tan extremo que sólo el consejo de Teclis, y el de la Reina Eterna, Alarielle, podían calmar su ira.

El mal genio de Tyrion no hizo nada para reducir la estima en que se le tenía. Para muchos, su carácter directo era un cambio de los que habían sufrido demasiado tiempo las interminables medias verdades y argucias de la Corte del Fénix. El príncipe se preocupaba poco por el politiqueo, y por cada enemigo que esto le ganó en la corte, ganó muchos amigos en aquellas familias que durante demasiado tiempo se les había negado su estatus adecuado. Así fue que el patrocinio de Tyrion permitió el surgimiento de muchos grandes héroes que de otro modo habrían languidecido más allá de la impenetrable disputa de los nobles.

En el momento en que Tyrion elevó a la despreciada princesa Eldyra a ser su escudera, muchos ya hablaban de él como el sucesor lógico del Trono del Fénix. En muchos sentidos, parecía inevitable. Finubar estaba cada vez más distante con su pueblo, y Tyrion cargaba sobre sus hombros cada vez más la carga de mando de los ejércitos de Ulthuan. Por otra parte, era ahora de conocimiento común que Tyrion se había convertido en el consorte de la Reina Eterna, Alarielle, ya que llevaba el Corazón de Avelorn que era una muestra de su favor. Parecía natural que un niño nacido de su unión - y por lo tanto de la unión de las grandes líneas de sangre de Ulthuan - sólo podía ser un buen augurio para el futuro de los altos elfos. Lo que nadie sabía, porque Tyrion y Alarielle hicieron grandes esfuerzos para mantener el asunto en secreto, era que la anhelada unión había tenido lugar hacía mucho tiempo.

Por tradición, la primera hija nacida del Rey Fénix y la Reina Eterna durante su matrimonio de estado era la Niña Eterna, criada para ser la próxima Reina Eterna y así perpetuar el ciclo. De hecho Alarielle tuvo una hija durante su matrimonio con el Rey Fénix - pero era Tyrion, no Finubar, quien era el padre. La Reina Eterna llamó a la niña Aliathra, que significa "fortuna oculta" en un antiguo dialecto Avelorni, y la crió como la Niña Eterna a pesar de todo. De este modo se pusieron en marcha los acontecimientos que llevarían a la caída de Tyrion, y a la caída de todo Ulthuan.

De lo que nadie se dio cuenta - menos el propio Tyrion - era la verdadera naturaleza de la maldición de su línea de sangre. No era una plaga sobre la mente y el cuerpo, no exactamente, sino más bien una semilla que germinaba lentamente. Incluso antes de empuñar la legendaria Hacedora de Viudas de Khaine, Aenarion había cortejado sin saberlo, el favor del Destructor; no podría haber resistido contra las hordas demoníacas sin la bendición de Khaine. Y de igual manera dieron la bienvenida los más grandes Reyes Fénix a un fragmento de Khaine en su corazón, una parte del interior de un dios que pasarían de una generación a la siguiente.

Cada uno de los antepasados ​​de Tyrion había luchado con la maldición dentro de su sangre, y muchos habían sucumbido a su rabia. Durante décadas, la maldición había hervido en el corazón y el alma de Tyrion, llevando al príncipe a cometer actos destructivos. Sin embargo, Tyrion se resistió, aprovechando sin saberlo de la fuerza de voluntad que también era su derecho de nacimiento, y por lo tanto sus acciones se mantuvieron suyas. Sin embargo, el control del príncipe estaba lejos de ser completo, y caía cada vez más en estados de ánimo tan negros que incluso su hermano Teclis no podía soportar estar cerca de él.

El desastre golpeó al fin mientras los días oscuros se acercaban. La Niña Eterna Aliathra, en calidad de embajadora de los enanos del Fin del Mundo, fue capturada y finalmente sacrificada en un ritual diseñado para lograr el retorno de Nagash, el Gran Nigromante. Aunque a medio mundo de distancia, Tyrion sintió la muerte de su hija y abrazó la ira de Khaine. Si las circunstancias hubieran sido diferentes, incluso esto no hubiera sellado el destino de Tyrion, pero el destino estaba alineado en su contra.

Morathi había deseado durante mucho tiempo tener a Tyrion para sí, ya que veía mucho de su perdido amor Aenarion en su rostro. A medida que el príncipe llegaba al borde de la condenación, la Hechicera Bruja vino a él. Sus seducciones - y la revelación de que Teclis había sido cómplice en la muerte de Aliathra - lanzaron a Tyrion por el borde.

Cuando Tyrion puso sus manos sobre la Hacedora de Viudas de Khaine algunos días más tarde, ya no era el noble guerrero que había sido. Era más sombrío y oscuro de aspecto que nunca, sediento de sangre de una manera más apropiada para el Rey Brujo contra el que había luchado durante tanto tiempo. La Hacedora de Viudas, un arma forjada para matar a un dios, brillaba oscuramente en su mano, e incluso la brillante armadura de Aenarion parecía haber perdido su famoso brillo.

A partir de entonces, la sombra de Khaine cayó donde quiera que Tyrion caminase. Por donde pasaba, los de poca fuerza de voluntad se convirtieron en poco más que bestias, mientras que los fuertes crecieron en malicia y crueldad. Con cada enemigo muerto a manos de Tyrion, la sombra se extendió todavía más, atrayendo a miles más hasta la condena que le había reclamado.

Tyrion fue una vez fue el mayor defensor de Ulthuan. Ahora era el Avatar de Khaine, y el destructor de todo lo que alguna vez protegió.

ORIGINAL:

Tyrion was once Ulthuan’s foremost hero - perhaps its greatest since the days of Aenarion.

For centuries, Tyrion protected the twin thrones of Ulthuan, selflessly shedding his own blood for the Everqueen and Phoenix King. It was sung by minstrels that even Malekith, the tyrant Witch King of Naggaroth, feared Tyrion's wrath - a reluctant accolade granted to few others. Certainly, the dark elves feared the prince. Finubar the Seafarer often said that Tyrion’s presence upon the battlefield was worth ten thousand spears, not for his warrior’s skills - though these were impressive enough - but because the sight of him riding into battle upon the noble steed Malhandir gave hope to those who fought beneath the Phoenix Banner, and stole courage from those who stood against it.

So many and so incredible were the tales of Tyrion’s deeds that it would have been easy to discount them as exaggerations - perhaps paid for by the prince’s own coin. However, few had the temerity to disbelieve Tyrion’s deeds, for all knew him to be a blooded heir of fabled Aenarion - first of the Phoenix Kings - and his queen Astarielle. In all the years since Aenarion’s time, none of his heirs had so captured his likeness as had Tyrion. Indeed, to see the young prince clad in the fabled Dragon Armour of Aenarion was to see the king of old reborn.

Aenarion’s legacy granted Tyrion a formidable strength of body and will, as well as a noble aspect that harked back to the earliest days of Ulthuan. However, the blood of the first Phoenix King also carried a curse, one that had taken many forms across the millennia. This curse left its mark on all of Aenarion’s line, often resulting in an affliction of the mind or body. At first, many believed that the curse of Aenarion had passed over Tyrion. However, it soon became clear to Tyrion’s closest allies that this was not the case. With each passing year, the prince’s moods grew darker, his temper so extreme that only Teclis’ counsel, and that of the Everqueen, Alarielle, could soothe his anger.

Tyrion’s ill temper did nothing to reduce the regard in which he was held. For many, his direct nature was a welcome change to those who had too long endured the interminable half-truths and sophistry of the Phoenix Court. The prince cared little for politicking, and for every enemy this earned him at court, it gained him many friends in those families who had too long been denied their proper status. Thus did Tyrion's patronage allow the rise of many great heroes who would otherwise have languished beyond the impenetrable bickering of the nobles.

By the time Tyrion elevated the scorned princess Eldyra to be his squire, many already spoke of him as the logical successor to the Phoenix Throne. In many ways, it must have seemed inevitable. Finubar was becoming ever more distant from his people, and Tyrion increasingly shouldered the burden of commanding Ulthuan's armies. Furthermore, it was by now common knowledge that Tyrion had become the consort to the Everqueen, Alarielle, for he bore the Heart of Avelorn that was a token of her favour. It seemed natural that a child born of their union - and thus the union of Ulthuan’s greatest bloodlines - could only bode well for the high elves’ future. What no one knew, because Tyrion and Alarielle took great pains to keep the matter secret, was that the hoped-for union had taken place long ago.

By tradition, the first daughter born to the Phoenix King and Everqueen during their marriage of state was the Everchild, raised to be the next Everqueen and so perpetuate the cycle. Alarielle did indeed bear a daughter during her marriage to the Phoenix King - but it was Tyrion, not Finubar, who was the father. The Everqueen named the child Aliathra, meaning 'hidden fortune’ in an ancient Avelorni dialect, and raised her as the Everchild nonetheless. Thus were set in motion events that would lead to Tyrion’s downfall, and to the downfall of all Ulthuan.

What no one realised - least of all Tyrion himself - was the true nature of his bloodline’s curse. It was not a blight upon mind and body, not exactly, but rather a slowly germinating seed. Even before he drew the fabled Widowmaker of Khaine, Aenarion had unknowingly courted the Destroyer’s favour; he could not have stood against the daemonic hordes without Khaine’s blessing. And so did the greatest of Phoenix Kings welcome a fragment of Khaine into his heart, a portion of godly viscera that would pass from one generation to the next.

Each of Tyrion’s forebears had struggled with the curse within their blood, and many had succumbed to its rage. For decades, the curse had boiled in Tyrion’s heart and soul, goading the prince to destructive acts. Yet Tyrion resisted, unknowingly harnessing the willpower that was also his birthright, and thus his actions remained his own. Nevertheless, the prince’s control was far from complete, and he increasingly fell into moods so black even his brother Teclis could not bear to be around him.

Disaster struck at last as dark days loomed. The Everchild Aliathra, acting as ambassador to the dwarfs of the Worlds Edge, was captured and ultimately slain in a ritual designed to bring about the return of Nagash, the Great Necromancer. Though half a world away, Tyrion felt his daughter’s death and embraced Khaine's wrath. Had circumstances been different, even this might not have sealed Tyrion’s fate, but destiny was aligned against him.

Morathi had long desired to have Tyrion for her own, for she saw much of her lost love Aenarion in his countenance. As the prince stood upon the brink of damnation, the Hag Sorceress came to him. Her seductions - and her revelation that Teclis had been complicit in Aliathra,s death - pushed Tyrion over the edge.

When Tyrion laid hands on the Widowmaker of Khaine some days later, he was no longer the noble warrior he had been. He was grimmer and darker of aspect than ever before, bloodthirsty in a manner more fitting to the Witch King he had fought for so long. The Widowmaker, a weapon first forged to lay low a god, glinted darkly in his hand, and even the brilliant armour of Aenarion seemed to have lost its famous lustre.

Thereafter, the Shadow of Khaine fell wherever Tyrion walked. Where it passed, the weak-willed became little more than beasts, whilst the strong grew malicious and cruel. With each foe slain at Tyrion’s hands, the shadow spread ever further, drawing thousands more into the damnation that had claimed him.

Tyrion was once Ulthuan’s greatest defender. Now he is the Avatar of Khaine, and the destroyer of all he once protected.


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Encarnado de la Luz

Tyrion encarnado de la luz

El Príncipe Tyrion, el Dragón de Cothique, era el héroe más grande de su época. Sin embargo, un proverbio Ullhuani sostenía que las estrellas más brillantes son las que caen de más alto. Así se demostró con el noble príncipe; arrastrado a un oscuro camino por circunstancias fuera de su control. Tyrion se convertiría en la encarnación mortal de Khaine el Destructor.

Cuando Malekith condujo una hueste de guerra desde Naggaroth hasta Ulthuan. Tyrion dirigió un poderoso ejército para oponérsele. Pronto quedó claro que el Rey Brujo buscaba reclamar a la Hacedora de Viudas de Khaine, y Tyrion se apresuró a detenerlo. A pesar de todo, las circunstancias conspiraban contra el príncipe, corrompiendo sus honorables intenciones.

A pesar de que Tyrion luchó contra la retaguardia de Malekith en las llanuras de la Marca del Saqueador, sucumbió a la Maldición de Aenarion que acechaba en su sangre. Lo peor estaba por llegar cuando Morathi se le reveló al príncipe, llevándoselo como su esclavo.  Para cuando Tyrion llegó a la Isla Marchita, el manto de Khaine pesaba sobre sus hombros. Derrotó a Malekith, sólo para quedarse la Hacedora de Viudas para sí. Con este hecho, el antiguo defensor de Ulthuan se convirtió en el Avatar de Khaine.

La guerra que siguió elevó a Malekith como el verdadero Rey Fénix. Más sorprendente aún, a medida que los combates se desarrollaban, fue que los elfos se comportasen como una sola raza por primera vez en milenios para oponerse a la influencia de Khaine. Sin embargo, incluso cuando la esperanza empezó a extenderse, Tyrion descendió a una degradación y crueldad más allá de lo imaginable. A medida que el príncipe se perdía cada vez más en una locura asesina, también lo hacían todos lo que servían bajo él. A medida que el manto de Khaine se extendía por todas partes, más y más elfos de Ulthuan cayeron bajo su hechizo. Finalmente, a la cabeza de una horda frenética, Tyrion barrió a los enemigos ante él.

Los enemigos de Tyrion llegaron a estar tan desesperados que finalmente buscaron deshacer el Gran Vórtice en el corazón de Ulthuan. Sin embargo, Tyrion persiguió implacablemente a la hueste de Malekith. Al final, en una terrible batalla sobre la Isla de los Muertos, Tyrion y Morathi arruinaron el gran ritual para desatarlo que Teclis había preparado durante mucho tiempo. Fue durante ese enloquecido conflicto en el que Tyrion finalmente cayó, a merced de una flecha del arco de Alith Anar que golpeó su pecho y atravesó su corazón. En el momento de su muerte, Tyrion recobró el juicio, dándose cuenta de todo el horror que había cometido antes de que la oscuridad lo consumiera totalmente.

Lo siguiente que sintió Tyrion fue una ola ardiente de calor y luz, arrastrándole desde el vacío y devolviéndole a la tierra de los vivos. Aunque no podía saberlo en ese momento, el príncipe supo más tarde que su renacimiento era el resultado de los artificios de su hermano gemelo. La maldición de Aenarion fue purgada de su alma, reemplazada por la llama robada de un dios, la vitalidad del desgarrado Corazón de Avelorn y las increíbles energías del Hysh, el Viento de la Luz. Tyrion había muerto siendo un monstruo, pero renació como el Encarnado de la Luz, un ser cuya misma presencia era anatema para los siervos del Caos.

Cargando desde el Roble Eterno, la intervención de Tyrion llegó justo a tiempo de repeler a Be'lakor, el Primer Maldito, evitando que el príncipe demonio destruyera el venerable árbol y rasgara el Tejido de la realidad en dos. Este dramático renacimiento salvó el corazón de Athel Loren de la destrucción y fue el primero de los muchos hechos heroicos que Tyrion realizaría en esos oscuros tiempos. Con todo, el Tyrion reencarnado era una figura afligida, pues en sus manos había tanta sangre que ningún número de buenas obras limpiaría.

Batallas del Fin de los Tiempos

Batalla de la Marca del Segador

Tyrion defensor de ulthuan

Tyrion era ahora el regente de Ulthuan, y la responsabilidad pesaba sobre él. No sentía temor por la batalla que se avecinaba, sólo ira por lo que habían hecho a su tierra natal. Incluso si el ejército de Malus Darkblade fuera el doble de grande, Tyrion aún cargaría hasta su corazón, en busca de venganza por las pérdidas de Ulthuan.

Batalla de Withelan

Por ahora, muchos habían notado que un cambio se había producido en Tyrion, una oscuridad más profunda que cualquiera con la que hubieran luchado antes. Hubo muchos altos elfos que dieron la bienvenida a este cambio, en la creencia de que la crueldad era la moneda con la que comprarían la victoria. Muchos más fueron abrumados por la creciente sombra de Khaine que rodeaba al príncipe, sin darse cuenta de que su propia personalidad estaba empezando a cambiar con la presencia de la Hacedora de Viudas.

Batalla Final

Tyrion batalla final

Hace miles de años, Aenarion se abrió camino a través de la sombra de Khaine, y llegó a la Isla de los Muertos para luchar por su pueblo. A Tyrion le faltaba la fuerza de carácter de su antepasado, o tal vez la sombra de Khaine caía más pesadamente sobre él. El único objetivo del príncipe era impedir a Malekith obtener el poder necesario para poner fin a su guerra, y no le importaba quién sufriera a lo largo del camino. Tyrion era ahora casi irreconocible como el héroe que había sido una vez. Su cara estaba chupada y macilenta, sus ojos duros y crueles. El poder de Khaine se estaba comiendo a Tyrion de dentro hacia afuera, aunque pocos de sus aliados tenían el ingenio para verlo. Incluso Morathi ignoraba lo que estaba ocurriendo, cegada como estaba por su propio iluso amor.

Batalla de la Cacería de Sangre

Tyrion caceria de sangre

Tyrion se alegró de la oportunidad de la batalla. Desde su regreso de los muertos, había visto y oído mucho que desafiaba sus creencias, o daba la vuelta a todo lo que había conocido en los años anteriores. Ser aliado de Malekith, al mismo tiempo que no podía confiar ni en Alarielle ni en Teclis, era casi más de lo que podía soportar el príncipe.

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Imágenes

Relatos Relacionados

Fuentes

  • Ejércitos Warhammer: Altos Elfos (5ª Edición).
  • Ejércitos Warhammer: Altos Elfos (6ª Edición).
  • Ejércitos Warhammer: Altos Elfos (7ª Edición).
  • The End Times III - Khaine
  • The End Times V - Archaón
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