Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Vangheist Dreeadfleet por John Blanche

Los marineros que han navegado a través del Gran Charco, conocen la historia de Vangheist y su tripulación tránsfuga, ya que se trata de una historia de codicia y traición. Atraído por la promesa inmortalidad, Vangheist mató a sangre fría a su maestro hechicero para no compartir con él lo que buscaba. Y Vangheist consiguió la inmortalidad al término de su viaje, aunque no como esperaba. Cuando el barco regresó al plano mortal, tanto la tripulación como la nave se habían corrompido, convirtiéndose en una nave fantasma. Pasó a denominarse el Espectro Sombrío, condenado a propagar la miseria de su maldición eterna a todos los que la miraban.

El barco No Muerto, con sus velas hechas jirones y el casco al descubierto, parece la carcasa de un animal putrefacto. En el casco pueden apreciarse las filas de sus antiguos cañones, pero lo que identifica al Espectro Sombrío es su aspecto antinatural, ya que parece flotar sobre las olas gracias a las almas torturadas de su tripulación y el mar retrocede ante su mero roce.

Historia[]

Por todos los tugurios de Sartosa corre el rumor de que una de las naves que componen la Flota del Terror está tripulada únicamente por almas en pena, los espíritus de marineros amotinados cuyo acto de traición ha sido "recompensado" con el tormento eterno. El capitán de este galeón maldito es Vangheist, el architraidor por excelencia, un hombre cuyo nombre es sinónimo de los más odiados renegados que jamás hayan surcado los mares.

La historia de Vangheist tiene más de un siglo de antigüedad, y aún así hasta el último de los capitanes que surcan el Gran Océano se la saben de memoria. Según se cuenta, el Capitán Vangheist y los lobos de mar del barco de guerra Rompetormentas fueron en cierta ocasión contratados por el archimago Albrechtus von Zeich, un adelantado practicante de la Magia de Luz, y un entregado enemigo de los poderes del Caos. Albrechtus pidió a todos los tripulantes del Rompetormentas que hicieran un juramento solemne sobre las sagradas aguas de Manann, a cambio de un cofre lleno del oro más puro. El juramento consistiría en mantenerse leales a las órdenes del hechicero sin importar qué tipo de tentaciones sufrieran. Vangheist y los suyos aceptaron encantados, pues el oro de Von Zeich era abundante, y resplandecía con todos los colores de una puesta de sol.

Vangheist skeleton crew

Menos de dos semanas después de haber sido contratada, la tripulación del Rompetormentas empezó a arrepentirse de haber aceptado tan rápido. El archimago había ordenado navegar hacia el norte, y aunque los cañones del Rompetormentas eran capaces de hacer frente incluso a los asaltantes más determinados, el Mar del Caos albergaba cosas mucho peores que los meros hombres.

Los primeros altercados fueron despachados con facilidad: escorpiones marinos a los que Von Zeich ponía en fuga disparando dardos de luz ardiente desde la punta de sus dedos, y barcos piratas rivales que eran incendiados por completo en cuanto alzaban su bandera negra. Sin embargo, a medida que Vangheist y sus hombres seguían hacia el norte, incluso los cielos se volvieron hostiles, llenos de brillantes y psicodélicos colores que a su paso parecían formar todo tipo de burlonas caras y cráneos demoníacos.

Aún y así, Von Zeich se seguía negando a revelar su verdadero objetivo. Finalmente, la curiosidad se apoderó de Vangheist, y mientras el capitán entretenía al archimago con un festín para celebrar la reciente victoria sobre un banco de Arpías Marinas, su primer oficial, Einrich el Podrido, forzó la puerta del camarote de Von Zeich. Una vez allí, buscó hasta encontrar un antiguo tomo encuadernado con piel, un libro que hablaba de una titánica serpiente de mar hecha de llamas vivientes, y del secreto de la vida eterna que guardaba en lo más profundo de su guarida.

Impelidos por la posibilidad de alcanzar la inmortalidad, los marineros de la nave pusieron rumbo hacia el norte a toda vela. Al poco tiempo, divisaron por fin a su presa: mientras la tripulación contemplaba hechizada el vórtice de cambiantes colores que se manifestaba sobre sus cabezas, surgió de pronto de las resplandecientes aguas un gran tentáculo de llamas, acabado en ocho espantosas cabezas que chillaba y escupían nubes de ácido negro por sus bocas.

Von Zeich se subió de inmediato a la cesta del vigía, y desde allí hizo frente al monstruo con una descarga iras otra de rayos de pura Magia de Luz. Mientras tanto, en las cubiertas inferiores la tripulación del Rompetormentas se afanaba en saturar con cañonazos a la antinatural bestia. Aunque muchos marineros ardieron en aquel combate hasta quedar reducidos a cenizas, la sierpe fue finalmente derrotada y enviada de vuelta al Reino del Caos del que había emergido. Von Zeich estaba más que satisfecho pese a las numerosas heridas que había sufrido, y ordenó a Vangheist volver a puerto, pues con la derrota de la criatura su gesta se había visto completada.

Pero Vangheist se negó a obedecerle. Alzando su pistola, disparó al archimago en pleno pecho y lo arrojó de una patada por la borda, hacia las aguas infestadas de tiburones. Vangheist estaba decidido a descubrir el secreto de la inmortalidad, y no le importaban lo más mínimo las consecuencias. A tal efecto, dirigió las velas del Rompetormentas aún más al norte, sin darse cuenta de que navegaba hacia su perdición.

Siguieron los estridentes y ondulantes rayos que descendían de los cielos, y que continuaron creciendo en el horizonte hasta que los colores del mar y del cielo se fundieron en uno, y Morrslieb, la luna del Caos, engordó hasta cubrir todo el horizonte. Así, el Rompetormentas traspasó el velo hasta el reino de terror que había más allá, para no volver jamás. Al menos, no del mismo modo en que se había ido... Vangheist y su hombres buscaban la vida eterna, pero se encontraron justamente con lo contrario, pues tras un tiempo el Reino del Caos los expulsó de vuelta a la realidad convertidos en almas en pena. Si hubieran regresado como mortales podrían haber contado increíbles historias sobre estrellas que cobraban vida y conciencia propia, sobre descomunales demonios que habitaban en las profundidades abisales y sobre muchas otras cosas alucinantes que contemplaron mientras navegaban por aquellos mares dominados por la mismísima Morrslieb. Sin embargo, cuando el Rompetormentas volvió al Gran Océano, tanto la nave como su tripulación se habían podrido y descompuesto por completo, y todo lo que quedaba de ellos era un barco fantasma condenado a surcar eternamente los cielos.

La nave de Vangheist se convirtió así en el Espectro Sombrío, y su único propósito pasó a ser extender por el mundo la miseria de su eterna maldición.

Fuentes[]

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