Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Verena
  • Sede: Ninguna
  • Líder del culto: Nadie, aunque tanto el sumo sacerdote Manfred Archibald como la suma sacerdotisa Marieke van der Perssen son figuras de autoridad notables en el culto
  • Principales órdenes: Los Portabalanzas, los Custodios del Saber, la Orden de los Misterios
  • Principales festividades: Bendición del Año
  • Libros sagrados: Todos los libros se consideran sagrados para el culto de Verena.
  • Símbolos sagrados: La lechuza, que representa la sabiduría, es el símbolo principal de Verena. A veces se usan también unas balanzas que representan la justicia, así como una espada apuntando hacia abajo.

Verena es la diosa de la sabiduría. la razón y la justicia, y es especial­mente popular entre Los sabios y eruditos. Su aspecto de diosa de la justicia se relaciona con la equidad, más que con La letra de la ley.

Se opone a La tiranía y La opresión tanto como al crimen, suele representarse a Verena como una mujer alta y de belleza clásica, de porte serio y digno, y se dice que a veces puede adoptar La forma de un búho o La de un vene­rable sabio humano de cualquier sexo.

Símbolo

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El símbolo de Verena es el búho, tradicional representación de La sabi­duría. Sus seguidores suelen Llevar medallo­nes con el diseño de un búho o la cabeza del mismo, diseño que aparece también en las ropas de sus Iniciados y Clérigos. Las túnicas de sus seguidores son blancas, la ausencia de color indicando La neutralidad y ausencia de prejuicios características de su religión.

También se utiliza una balanza como símbolo de Verena en su aspecto de diosa de La justicia, combinándose a veces con el búho. Otro símbolo es una espada con La punta hacia abajo, representando el arma que utiliza para impartir justicia en su as­pecto más marcial.

Área de culto

Verena es adorada por todo el Viejo Mundo, especialmente en las poblaciones universitarias de Altdorf y Nuln. donde hay grandes templos en su ho­nor. Tiene templos más pequeños en la ma­yoría de las ciudades y pueblos de cualquier tamaño, generalmente en los distritos admi­nistrativos, y todas las academias y centros de aprendizaje tienen una capilla o santua­rio consagrados a Verena. También es nor­mal encontrar santuarios privados en los hogares de magistrados, administradores, diplomáticos y académicos, incluyendo a muchos magos.

Credo

Judgement of verena Lukasz Jaskolski

Aunque el Imperio y el resto del Viejo Mundo enfrentan a la guerra, la enfermedad y otras calamidades con una inquietante regularidad, son las normas establecidas por la ley y el orden de la sociedad lo que permite al Imperio y a las demás naciones no sólo sobrevivir, sino prosperar. De hecho, la violencia y la guerra atañe a los adoradores de Ulric (y, en menor medida, a los de Sigmar), pero son las doctrinas filosóficas de la justicia a las que se adhieren los sacerdotes de Verena las que impiden que el Imperio derive en una tiranía absoluta. En los panteones divinos, algunos mitos ubican a Verena como esposa de Morr. Aunque en primera instancia parezcan una insólita pareja, en realidad les une un tema común: el juicio. Simplemente representan aspectos distintos del mismo concepto: mientras que Morr juzga a los muertos, los vivos son responsabilidad de Verena. Se cree que la diosa es además la madre de Shallya, y en algunas regiones del Viejo Mundo también de Myrmidia. Es una deidad seria y estoica, pero benévola con quien le ruega ser liberado del despotismo.

Verena no sólo vela por el equilibrio y las decisiones justas; también se la considera una sabia maestra, pues se dice que fue ella quien sacó a la humanidad de su barbarismo haciéndole entrega del don de la escritura. Es por este regalo que también se ve como diosa del aprendizaje, la razón y el discurso.

A pesar de su benevolencia y amabilidad, Verena tiene un lado definitivamente marcial en su aspecto de Diosa de la Justicia. Algunos teólogos opinan que no siempre fue así; pero cuando el Caos fue liberado al mundo y Ulric trató de reunir a los dioses contra su amenaza, Verena fue la única que se tomó en serio su advertencia. Empuñó la espada de Morr y cabalgó a la batalla tras Ulric; su valentía avergonzó a los demás dioses hasta tal punto que también ellos marcharon a la guerra. Sus sacerdotes afirman que comprende mejor que nadie la importancia de la sabiduría y el aprendizaje, así como de la necesidad de defenderlos de la ignorancia y la destrucción, por la fuerza de las armas si fuera necesario.

El Culto

Aunque está predispuesto a la orden, la ley y la justicia, apenas existe una jerarquía formal en su culto. En su lugar, opera en pequeñas células, dispersas por todos los núcleos de la civilización, aunque predominan en los distritos proclives a intereses eruditos, donde dirigen o financian universidades para promover el aprendizaje y la educación. Los cultos de Verena ejercen una gran influencia en el Imperio; sus miembros sirven como consejeros en las cortes de la nobleza, y en algunos lugares (como Nuln) actúan como figuras judiciales, trabajando infatigablemente para asegurarse de que se cumple la ley.

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Cada célula concreta del culto de Verena tiene sus propias motivaciones, pero todas ellas comparten un objetivo común: la preservación del conocimiento. Se dedican a acumular información en sus extensas bibliotecas, donde pueden devolver parte de este conocimiento a las comunidades a las que apoyan. Dado el compromiso del culto con la defensa del conocimiento, los vereneanos temen especialmente las incursiones del Caos. Cada guerra trae consigo la destrucción, aniquilando reservas de sabiduría y privando a las generaciones venideras de los conocimientos acumulados por la humanidad. Por ello, cuando la amenaza de un conflicto armado se cierne sobre ellos, los vereneanos no dudan en ayudar a defender el Imperio, trasladándose a los frentes de batalla para retirar los pergaminos y tomos y llevarlos a un lugar seguro, aunque para ello tengan que pasar por encima de los heridos.

Como resultado directo de esta obsesión por el conocimiento, el culto de Verena suele verse en el centro de frecuentes controversias, mucho más que los demás cultos. Algunos de los miembros más radicales del clero del culto sostienen que todo escrito, sea cual sea su contenido, merece ser protegido. Estas ideas enfrentan al culto con los cazadores de brujas, y más concretamente con el culto de Sigmar, el cual considera que el único destino permisible de estos textos heréticos es el fuego purificador. Este tema es motivo de agrias discusiones dentro del culto, aunque se trata de un desacuerdo que los vereneanos están dispuestos a dejar a un lado con tal de proteger los intereses generales del culto.

Para empeorar la situación, el culto vereneano suscita frecuentes polémicas entre las demás religiones, ya que algunas de las interpretaciones más radicales de sus escrituras parecen herejías a ojos de los demás cultos. Esto provoca conflictos a menudo, aunque también puede dar pie a insólitas alianzas. El culto está dispuesto a anteponer sus creencias sobre la tradición y la amistad, sean cuales sean las consecuencias a corto plazo; del mismo modo, sus miembros deben ser imparciales y no cometer la injusticia de favorecer a sus amigos y aliados por encima de sus enemigos. Debido a ello, las personas ajenas al culto suelen ver a sus miembros como individuos veleidosos y de poca confianza.

Las relaciones entre el culto de Verena y el de Sigmar son más tensas, pues ambos luchan por el control del sistema legal del Imperio y están enfrentados en lo relativo a la censura de literatura de dudoso origen. La parte del culto de Verena que opera en Altdorf ha aprovechado los recientes conflictos internos del culto de Sigmar para afianzar su posición, ya que los líderes de la ciudad se han mostrado más receptivos a sus costumbres menos doctrir1ales.

Individualmente, los vereneanos exhiben las características de su deidad mucho más completamente que los demás sacerdotes (exceptuando, claro está, a los de Ranald). Casi todos ellos son sabios y han estudiado mucho, hasta el punto de que son convocados para discutir una gran variedad de materias. Jamás dudan a la hora de dar consejos o participar en un debate, lo que les ha granjeado fama de arrogantes. Con todo, los miembros del culto de Verena son diplomáticos y, en contra de la creencia popular, casi nunca emiten juicios precipitados, pues prefieren sopesar todas las perspectivas de un argumento antes de formarse una opinión. A menudo son objeto de burla debido a su naturaleza sumamente considerada; suele decirse de ellos que son gente lenta e indecisa. Esto puede meter en problemas a los vereneanos, pues ponderan una y otra vez todo argumento que se le presente, incapaces de reaccionar hasta haber evaluado todos los aspectos de una situación.

Los miembros del culto de Verena estiman la justicia por encima de todos los demás valores. Ningún vereneano dejaría pasar un crimen sin castigo, ni permitiría que un criminal saliera impune de sus fechorías. Unos pocos incluso llevan este celo más allá de la mera administración de justicia: estos fanáticos actúan como juez, jurado y verdugo, imponiendo castigos a cualquiera que se cruce en su camino. No obstante, por lo general los vereneanos prefieren dejar a los acusados en manos de las autoridades locales, para así poder procesarlos adecuadamente. En los lugares en los que las autoridades locales están corruptas o no son imparciales, los vereneanos han llegado a organizar sus propios juzgados clandestinos para supervisar ellos mismos los juicios.

Misioneros Vereneanos

Como parte de la obligación del culto de extender los conceptos de aprendizaje y justicia, hay sacerdotes vereneanos que se dedican a viajar por todo el Viejo Mundo como misioneros. Estos individuos viajan a territorios gobernados por tiranos (Kislev, Bretonia y los Reinos Fronterizos, por ejemplo), en los que las ideas de justicia y aprendizaje sean ignoradas o suprimidas a favor del despotismo. Dicha iniciativa no suele agradar a muchos de estos soberanos, que incluso llegan a perseguir activamente a los sacerdotes de Verena, sean misioneros o no. Hace poco fueron ejecutados tres misioneros en Brionne, acusados de colaborar con anarquistas y disidentes peligrosos. Sus verdugos no fueron los nobles, sino los propios campesinos, quienes no deseaban que unos sacerdotes demagogos llamasen la atención de la nobleza. Pero este tipo de acusaciones no son nuevas; más de un tirano ha sido depuesto por disturbios instigados por la retórica vereneana, y muchos prefieren tomar medidas preventivas y arriesgarse a incurrir en la cólera del culto de Verena antes que en la de su pueblo.

Creencias

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El culto de Verena considera que los principales fundamentos de la civilización son los conceptos de aprendizaje y justicia. En su opinión, la humanidad sólo puede medrar acogiendo la sabiduría, la verdad y la justicia, pero también creen que el hombre debe aprenderlas por sí mismo en vez de serle impuestas.

Los vereneanos predican la importancia del conocimiento y el aprendizaje, y consideran que todo conocimiento es similar, por insignificante que pueda parecer, o por muy peligroso que sea para otros. Creen en la verdad como concepto y como ideal, pero admiten que es subjetiva e incognoscible.

También defienden la santidad de la justicia. No dan por cierta la ley escrita, pues ello sugiere que las palabras e ideales de un hombre son mejores que las de otro; creen en el espíritu de la ley. La justicia es ciega, y del mismo modo los vereneanos han de estar por encima de los prejuicios y la amistad, juzgando cada caso únicamente en base a los hechos y a las evidencias. A ojos del culto de Verena la justicia debe verse para poder hacerse, y para muchos el proceso es más importante que el resultado. Los vereneanos se oponen a la tiranía y la opresión, así como a la injusticia. Para un miembro del culto de Verena, los peores crímenes son permitir voluntariamente que se cometa una injusticia o dejar que se pierdan conocimientos sin hacer nada por evitarlo.

Algunos vereneanos creen en el concepto de la iluminación mediante la búsqueda del conocimiento y la verdad, aunque ésta no es una creencia generalizada.

Iniciación

Como ocurre en los demás cultos del Viejo Mundo, el camino para convertirse en un siervo de Verena no es fácil. De hecho, requiere mucha paciencia y estudio, pues en el culto no hay sitio para los zoquetes. Desde el momento en que un candidato acude a un templo para ser partícipe del saber acumulado, se ve envuelto en un riguroso programa de conferencias, investigación y aprendizaje. A partir de ese momento, toda su existencia se consagra a la obtención de sabiduría.

Los candidatos más inteligentes pasan una temporada estudiando en una universidad antes de solicitar el acceso al culto de Verena, pues de este modo aceleran el proceso de admisión. Muchos estudian en la Universidad de Nuln, pero hay quienes acuden a otras instituciones más vanguardistas, como las que hay en Altdorf. Quienes se forman como eruditos y abogados suelen coronar el éxito en sus carreras cuando se unen al culto de Verena.

Cuando el sumo sacerdote decide que los iniciados han recibido suficiente formación, deben comparecer ante un tribunal compuesto por los sacerdotes más sabios. El tribunal les formula preguntas sobre diversos tópicos, desde conocimientos generales a materias más especializadas, para evaluar su sabiduría. También debaten con ellos y escuchan su discurso para valorar su oratoria y sus dotes de razonamiento. Los candidatos que satisfacen al tribunal son ordenados sacerdotes.

Miembros del Culto

Los miembros del culto de Verena son un grupo ecléctico, compuesto por una inmensa variedad de académicos, eruditos, abogados y sacerdotes, todos ellos consagrados a la veneración del aprendizaje y la justicia. La indumentaria de los clérigos vereneanos presenta infinidad de estilos distintos, desde agujereadas túnicas de arpillera hasta togas de intelectual, pasando por chaquetas y pantalones confeccionados con materiales caros. El atuendo habitual de los sacerdotes vereneanos consiste en túnicas holgadas de erudito y togas de tejidos blancos, que representan la luz del conocimiento y la razón. Todos los miembros del culto muestran su devoción colgándose amuletos con forma de lechuzas, balanzas o espadas. Los jueces y sumos sacerdotes vereneanos suelen vestir túnicas más pesadas y algo más ornamentadas que sus coetáneos para reflejar su posición; también es frecuente que vistan pelucas empolvadas. La mayoría portan espadas, sobre todo en eventos formales, para simbolizar la espada de la justicia. Los sacerdotes casi nunca utilizan estas armas, salvo para enfatizar sus argumentos durante un debate, pero para los miem bros más militantes del culto distan mucho de ser meros adornos.

Los miembros más devotos del culto gustan de decorar sus ropas con fragmentos de saber, copiando extractos de pergaminos y libros en tiras de vitela que luego fijan a sus túnicas, escribiendo citas en sus armaduras o incluso tatuándose frases en la piel.

Estructura

Miembros culto Verena

El culto de Verena está organizado de una forma peculiar, muy libre, casi dependiendo de las circunstancias. Carece de autoridad central, líder absoluto o jerarquía establecida. En vez de eso, el culto se organiza en ámbitos locales, y el clero de cada ciudad (o incluso de cada templo) se encarga de sus propios asuntos como si fuera un culto en miniatura. La lógica que subyace a este sistema de organización (o, más bien, carencia del mismo) sólo resulta comprensible teniendo en cuenta que Verena defiende la sabiduría sobre la burocracia y la justicia sobre la tiranía. Pese a la discrepancia de ciertos individuos arrogantes y autocráticos, la perspectiva general del culto es que sería injusto o imprudente que un templo o sumo sacerdote impusiera arbitrariamente sus opiniones a los demás. En la práctica, realmente es una cuestión de que todo un culto lleno de intelectuales testarudos y a menudo arrogantes casi nunca se ponen de acuerdo en nada, lo que reduce las actividades del culto a continuas discusiones y trifulcas.

Cada templo está compuesto por iniciados y sacerdotes, todos ellos controlados por un único sumo sacerdote. Éste gestiona el funcionamiento cotidiano del templo, supervisa los ritos sagrados y controla la biblioteca del templo. El sumo sacerdote es elegido de entre los sacerdotes del templo, quienes deciden por consenso quién es el más sabio y culto de todos. El sumo sacerdote conserva su cargo mientras siga contando con el consenso de los demás sacerdotes; si su actuación es puesta en duda demasiadas veces, o si toma decisiones estúpidas, no tardará en perder respeto y autoridad y acabará siendo destituido.

El culto de Verena está dividido en varios colegios vagamente filosóficos e ideológicos (no más organizados que el propio culto) que comparten doctrinas similares. Estos colegios no son en modo alguno excluyentes, por lo que muchos sacerdotes son miembros de varios de ellos, e incluso los hay que no pertenecen a ninguno. Los dos colegios principales son los Portabalanzas y los Custodios del Saber.

Los Portabalanzas se centran en el aspecto de Verena como juez y árbitro. Creen que la justicia es más importante que el aprendizaje, y ejercen de mediadores. En ocasiones reciben la ayuda de la Orden de la Espada y la Balanza para desempeñar sus funciones.

Los Custodios del Saber veneran el aspecto de Verena como guardián de conocimientos. Creen que el aprendizaje es más importante que la justicia, y normalmente trabajan como bibliotecarios y eruditos. Los Custodios del Saber están estrechamente vinculados a la Orden de los Misterios y a los menos numerosos Caballeros del Pergamino.

Además de estos colegios intelectuales, el culto tiene varias órdenes formales, siendo las más importantes la Orden de los Misterios y la Orden de la Luz Eterna. Ambas comenzaron siendo facciones vereneanas que crecieron más allá de sus templos fundadores o asimilaron otros de ideologías similares. A todos los efectos, estas órdenes reciben el mismo trato que cualquier otro templo de Verena, por lo que tienen un único sumo sacerdote que supervisa a varios sacerdotes menores e iniciados.

La Orden de los Misterios

La Orden de los Misterios es una de las pocas organizaciones formales del culto de Verena. Su cometido es la recuperación de saberes perdidos y olvidados, así corno el descubrimiento de información censurada. Algunas veces su búsqueda les sumerge en polvorientas bibliotecas, y otras les conduce a ruinas lejanas o tumbas embrujadas. Los peligros que entrañan estas búsquedas hace que la orden se alíe a menudo con hechiceros luminosos y grupos de aventureros. La mayoría de los clérigos vereneanos que parte en busca de aventuras son miembros de esta orden, o cuando menos están a su servicio.

La orden edita un diario de publicación irregular llamado “Los volúmenes misteriosos”, en el que describe sus expediciones y hallazgos. Aunque su propósito es contribuir a transmitir el conocimiento entre los vereneanos y demás eruditos interesados, a menudo lo utilizan aventureros en busca de peligros y riquezas, ya que los miembros de esta orden son conocidos por ignorar todo tesoro que encuentran para llevarse únicamente los volúmenes que consideran más valiosos.

La orden reconoce que no publica todos sus hallazgos, pues no todos los conocimientos que obtiene son apropiados para el público. Sin embargo, siguiendo los preceptos de Verena, siempre se guardan en sus bibliotecas para ponerlos a disposición de eruditos diligentes y de confianza.

El sumo sacerdote de la orden es Manfred Archibald, que también es el sumo sacerdote del templo de Verena de Altdorf.

La Orden de la Luz Eterna

Esta orden es la más conocida de todas las órdenes de caballería de Verena, y no precisamente por sus legendarias hazañas, sino más bien por su infame reputación. Los caballeros de esta orden proceden principalmente de las clases nobles y se han consagrado a la búsqueda de la justicia, aunque muy a menudo esta justicia es la percibida por un noble, que dista mucho de la del campesinado. Con todo, la orden está ahí para defender al pueblo cuando nadie más está dispuesto a hacerlo.

Pero no son estos actos los que hacen que la Orden de la Luz Eterna sobresalga de las demás órdenes de caballería. No, es la maldición que sufre toda la orden lo que la ha hecho excepcionalmente conocida en todo el Imperio. Sus caballos se encabritan y desbocan, sus armas se rompen y su armadura se oxida prematuramente, y todo ello siempre en los momentos más inoportunos

Artículo: Caballeros de la Luz Eterna.

Facciones

Podría decirse que cada templo de Verena es una facción diferente dentro del culto. Debido a que todos los templos se encuentran bajo su propia jurisdicción, la forma en que se rinde culto a la diosa y las distintas interpretaciones que se dan a sus preceptos son muy diferentes en cada parte del Imperio; incluso varía entre los templos de una misma ciudad. Si se tratase de cualquier otra religión ya se habrían producido innumerables cismas, pero los vereneanos aceptan tales diferencias (incluso disfrutan con ellas).

Pero el culto también tiene miembros y órdenes fanáticos a quienes los seguidores mayoritarios prefieren ignorar. Estos extremistas son menos tolerantes con ideas que no son las suyas y tratan de imponer activamente sus puntos de vista a los demás, sean vereneanos o no. El culto acepta este tipo de fanatismo, por no decir que incluso lo fomenta, pero siempre con un espíritu de comprensión.

Los fanáticos vereneanos causan problemas a las autoridades locales mientras viajan por los caminos del Imperio disfrazados de jueces itinerantes. Estos clérigos azuzan al populacho, espoleándolos para que arrastren ante ellos a quienes creen que les han agraviado; posteriormente, los fanáticos presiden un tribunal improvisado y administran su propia y particular interpretación de la justicia. Los vereneanos más moderados hacen lo posible por atar corto a estos sacerdotes, pues ven sus actos como una perversión del sistema judicial.

Uno de tales grupos es el de los Pergamineros. Estos fanáticos creen fervientemente que el conocimiento es poder, y lo ansían más que cualquier otra cosa. Para obtenerlo, hacen acopio de tantos pergaminos, tomos y libros como pueden, empleando cualquier medio necesario, llegando incluso a robar los libros que no pueden comprar. Los Pergamineros no son nada altruistas, y protegen celosamente sus colecciones de miradas ajenas. Por este motivo son tratados con desdén por la mayoría de los vereneanos, quienes creen que el conocimiento debería estar al alcance de todos. Sin embargo, algunos de ellos clavan sus ojos en los abundantes conocimientos atesorados por los Pergamineros con algo más que envidia en la mirada.

Hay varias facciones menores de Verena que adoran otros aspectos de la deidad. La facción de Clio es popular entre historiadores y exploradores, quienes la veneran como Escrutadora del Pasado. Verena también tiene un aspecto masculino, Renbaeth, que personifica al Abogado Perfecto, buscador infatigable de la verdad. Scripsisti es la diosa de los calígrafos y la escritura, y últimamente ha desempeñado un papel más antagónico despotricando sobre la difusión de la imprenta.

Órdenes Menores

Además de estos colegios y facciones, el culto de Verena también posee algunas órdenes, aunque todas ellas (salvo la Orden de los Misterios) están consideradas como órdenes menores.

La más importante de ellas es la de los templarios de Verena. La diosa sólo es partidaria de usar armas como último recurso, cuando la retórica y la sabiduría han fallado, pero en sus preceptos se incluye la necesidad de esgrimir la espada de la justicia cuando sea necesario. Además de la Orden de la Luz Eterna, existen otras dos órdenes templarias: la Orden de la Espada y la Balanza, y los Caballeros del Pergamino.

La Orden de la Espada y la Balanza

Los miembros de esta orden (la mayor de todas las órdenes marciales de Verena) se ven a sí mismos como agentes de la ley. El deber más habitual de esta orden es proteger los templos y dignatarios de Verena. Sus miembros suelen emplearse para custodiar prisioneros antes de un juicio, o para proporcionar seguridad adicional en un tribunal durante procesos especialmente delicados.

Pero los miembros de esta orden no son sólo meros guardias, y pueden ser llamados para empuñar activamente la espada de la justicia. En este papel ayudan a cumplir las sentencias de los sacerdotes vereneanos, haciendo justicia a golpe de espada o luchando contra los agentes de la tiranía. En tiempos de guerra o cruzadas, marchan junto a las demás órdenes de caballería.

Los Caballeros del Pergamino

Esta orden de caballería es mucho menos común que la Orden de la Espada y la Balanza, y está estrechamente vinculada a los Custodios del Saber. La obligación de estos caballeros consiste en salvaguardar todo conocimiento, y para ello sirven como guardias en bibliotecas, universidades y templos vereneanos. Cuando se conoce la existencia de un polémico tomo o grimorio prohibido, los caballeros siempre están ahí para impedir que los fanáticos o los cazadores de brujas los aprehendan.

También suelen ser enviados a lugares peligrosos en busca de conocimientos perdidos, como por ejemplo a una región en plena guerra. A menudo son requeridos por miembros de la Orden de los Misterios para servirles de guardaespaldas en sus expediciones y protegerles de todo peligro.

Un caballero del Pergamino es fácilmente reconocible: hasta el último centímetro de su armadura está recubierto de ondeantes pergaminos y vitelas, o bien exhibe citas textuales pintadas sobre sus armas y armadura.

Templos

Por lo general, los templos de Verena son grandes edificios de piedra con pórticos columnados e interiores espaciosos y bien iluminados y el símbolo del búho en relieve sobre la puert. Normalmente constan de una sala principal rodeada por numerosos ventanales pequeños y es­trechos a gran altura en los muros. Esta cámara se decora con grandes estatuas de la diosa sentada en un trono y rodeada por sus símbolos sagrados: un libro abierto en su regazo, un búho sobre el hombro y una pluma y un tintero en un brazo del trono. Más allá de la sala principal hay muchas habitaciones más pequeñas, entre ellas las cámaras de los sa­cerdotes y los archivos y bibliotecas por las que son famosos los templos de Verena. Cada templo dispone al menos de una sala de reuniones, donde tienen lugar encuentros, juicios y negociaciones bajo los auspicios de la diosa.

Todo el mundo es libre de usar las instalaciones del templo. Cualquiera puede acceder a sus bibliotecas, aunque sólo los miembros del culto pueden pedir libros prestados. Los sacerdotes de Verena siempre se muestran dispuestos a ayudar a los visitantes en sus investigaciones, y responden a cualquiera de sus preguntas.

Los encuentros y negociaciones tienen lugar en las salas de reuniones del templo, bajo la atenta mirada de Verena; a menudo se recurre a los sacerdotes para que moderen debates o negocien en lugar de uno de los interesados. Todo lo que ocurre en el interior de un templo de Verena se trata con la mayor de las Confidencias. En los pueblos y aldeas más pequeñas, donde no hay tribunales de justicia, un templo de Verena hace las veces de juzgado local, y sus sacerdotes presiden todos los juicios celebrados en él.

Los santuarios suelen ser versiones más pequeñas de los templos, con un techo sostenido por columnas bajo el cual se cobija una pequeña estatua de la diosa.

Los templos de Verena no tie­nen una jerarquía rígida, pero están en cons­tante contacto unos con otros, intercambiando noticias e información.

Los sacerdotes y sacerdotisas de Verena son apreciados como mediadores y mensajeros a causa de su reputación de fiabilidad y neu­tralidad, y con frecuencia actúan como ser­vicio diplomático no oficial en las disputas entre gobernantes y naciones; aunque rara­mente se hace público su papel, han sido esenciales para evitar varias guerras.

Los sacerdotes estarán encantados de asistir a estas reuniones, y todo lo dicho y escrito en estas salas se mantiene en la más estricta reserva. Los santuarios de Verena tienden a ser versiones más pequeñas de los templos, consistiendo en un tejado apoyado sobre elegantes columnas, cubriendo una pequeña estatua de la diosa. A veces las columnas están conectadas por una pared, cuyo interior muestra bajorrelieves de estantes llenos de libros y pergaminos.

Sectas Fanáticas

Verena cuenta con varias sectas fanaticas en su clero. Las dos que se describen a continuación son los principales ejemplos de cómo se manifiesta el fanatismo en su culto.

Los Defensores de la Verdad

Los Defensores de la Verdad son los fanáticos de Verena. Abogan apasionadamente por la libertad de expresión, el derecho a la posesión de libros de cualquier materia y la libertad académica para investigar cualquier campo. Los cazadores de brujas creen que son sectarios del Caos en potencia, los gremios los consideran una seria amenaza y la mayoría de los señores nobles los ven como alborotadores peligrosos.

El culto de Verena no condena demasiado severamente a los Defensores. La mayoría de los sacerdotes están de acuerdo con sus principios, pero creen que a veces llegan demasiado lejos. Como resultado, muchos vereneanos se sienten inclinados a proteger a un Defensor contra el arresto perentorio, pues puede causarles muchos problemas.

El propósito principal de los Defensores es evitar la destrucción del conocimiento, sea del tipo que sea. Intentan salvar al menos una copia de todo libro que vaya a arrojarse a las llamas, y lo llevan a un templo vereneano en el que esté a salvo. Todo objeto del que haya una única copia es sumamente vulnerable, por lo que los Defensores menos activos pasan gran parte del tiempo haciendo copias de los tomos que han logrado salvar para distribuirlas a otros templos. En algunos casos los textos prohibidos ejercen un terrible efecto sobre la mente del transcriptor, y la secta se encuentra con un mutante desquiciado en sus filas.

Algunos Defensores creen también que los acusados de herejía y demás crímenes intelectuales deben ser rescatados. Estos individuos organizan arriesgadas incursiones para salvar a los reos de la hoguera o sacarlos de prisión. A veces descubren que acaban de salvar a un mutante, un nigromante o un demonólogo, y entonces se ven obligados a matar al criminal, pero es un riesgo que están dispuestos a correr. Unos pocos Defensores opinan que hay que adoptar una actitud más activa contra quienes limitan la libertad de pensamiento; algunos de estos fanáticos matan a todos los cazadores de brujas que logran encontrar. El culto condena todas estas actividades, tanto por injustas como porque les causan una gran cantidad de problemas.

Los Escolásticos

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Los Escolásticos creen que son sumamente indignos de los dones del aprendizaje y la civilización otorgados por Verena, y se esfuerzan por hacerse dignos de ellos. Para ello intentan memorizar grandes cantidades de información y recordada perfectamente. El típico Escolástico podría proponerse memorizar un capítulo de un libro de leyes al día, para luego intentar escribirlo de memoria al día siguiente. Por cada fallo que cometa al transcribirlo, se castiga a sí mismo con

un latigazo.

Aunque existen individuos que operan individualmente, normalmente se reúnen en grupos para facilitar el aprendizaje que va más allá de la simple memorización de textos. Uno de los miembros propone textos y un examen para los demás, y luego azota a quienes cometen errores; la severidad del castigo depende de la gravedad de dichos errores. En muchos de estos grupos, el individuo que hiciera mejor el examen asume el papel de examinador para el siguiente ciclo.

Algunos fanáticos creen que la situación artificial del aula no basta como prueba. Prefieren estudiar todo lo que se sepa sobre localizaciones peligrosas para luego enfrentarse a dichos riesgos valiéndose de los conocimientos que han adquirido. Estos individuos suelen colaborar con la Orden de los Misterios, aunque no siempre; todo Escolástico desea sufrir si fracasa en su estudio, por lo que elegirá un lugar peligroso sin tener en cuenta los posibles conocimientos olvidados que pueda contener. La mayoría de estos sujetos mueren horriblemente al poco de emprender su primera expedición. Pero algunos tienen suerte y logran superar las adversidades (o al menos huir de ellas) gracias a lo que han aprendido. Normalmente estos fanáticos vuelven a intentarlo de nuevo, comportándose de modo similar a matatrolls (aunque ahí acaba el parecido).

Los maestros de escuela suelen admirar a los Escolásticos y los señalan como ideales a emular mientras golpean a sus estudiantes. Algunos Escolásticos tienen por costumbre visitar estas escuelas y poner a prueba a los maestros delante de sus alumnos, golpeándoles cada vez que se equivocan. Afirman que ésta es la verdadera forma de honrar a Verena; la verdad es que sus visitas son muy populares entre el alumnado.

Amigos y enemigos

El culto de Verena en general se muestra amistosa con la mayoría de las demás religiones importantes del Viejo Mun­do, especialmente con los cultos de Morr, Shallya y Myrmidia (esposo e hijas de Verena) pero se opone a los extremismos y prejuicios de cualquier clase, lo cual le ha llevado a tener numerosas fricciones con el culto a Sigmar. Por lo general se tolera al culto de Ranald el Protector, aunque los demás aspectos de este dios no son aprobados.

Días Sagrados

La principal festividad de Verena es el primer día del año, en el que sus seguidores rezan por que el nuevo año sea bendecido por su sabiduría y razón, y esté libre de prejuicios e ig­norancia. Hay otras festividades menores al comienzo de cada mes y cada semana.

Preceptos

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    Contra la amenaza del Caos, los Vereneanos no dudan en emplear la espada

    Los seguidores de Verena deben decir siempre La verdad en cualquier circunstancia, y no dejarse influenciar por el miedo o el favor.
  • Salvaguarda el conocimiento, pues es la piedra angular de la civilización.
  • Todo conocimiento es igual de importante.
  • Tienen el deber de transmitir cualquier nuevo conocimiento al templo más cercano, aunque no pueden divulgar la información que se les revele en confianza.
  • Un Clérigo de Verena, nunca puede negarse a arbitrar en una disputa o actuar como intermediario si se le pide que lo haga. Haz de mediador en disputas cada vez que te sea posible.
  • No permitas que te conviertan en un instrumento de la injusticia o la herejía.
  • Para los seguidores de Verena el combate debe ser tu último recurso, solo se debe recurrir a él cuando sea extrictamente necesario tenido éxito, pero nunca temais empuñar la espada de la justicia. Se les permite llevar armadura y usar espada si es necesario. No se ha sabido que los seguidores de Verena tomen las armas desde las Incursiones del Caos hace dos siglos.

Expresiones Vereneanas

Su única oportunidad es que Verena se quede ciega - Expresión popular; significa que el acusado no las tiene consigo.

El negocio familiar - juicio y ejecución.

Besar la lechuza - prestar juramento a Verena, tras lo que suele basarse el símbolo sagrado de un sacerdote. También se utiliza como maldición (¡Bésame la lechuza!).

Fuentes

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