Algunos místicos o adivinos se vuelven muy buenos en hacer predicciones y convencer a sus audiencias de que pueden ponerse en contacto con el inframundo. Si tienen la suficiente suerte para evadir a los Cazadores de Brujas o las retribuciones de los sacerdotes durante mucho tiempo, estos místicos pueden ser reconocidos por tener una visión especial de los eventos futuros y son conocidos como Videntes. Salvo por los videntes que provienen de una vida de servicio a Morr, la mayoría de las autoridades religiosas del Imperio tienen una visión tenue de los videntes, afirmando que son charlatanes o, peor aún, que reciben sus visiones de demonios. Por lo tanto suelen operar al margen de las iglesias corrientes. Se les puede encontrar en la plaza del mercado de cualquier población, proclamando sus últimas revelaciones a quien se acerque a escucharles.
Por su parte, los partidarios de los videntes afirman que los cultos religiosos son fraudes, que persiguen celosamente a aquellos que tienen una relación genuina con lo divino. Sin embargo, estas personas deben ser muy cuidadosas con sus opiniones para que no ardan en la hoguera. Como resultado de la oposición que enfrentan, muchos videntes operan en secreto. Algunos videntes se asocian con la gente Strigani, cuya actitud hacia aparente la vieja fe o prácticas antiguas es más laxa que la del ciudadano promedio del Imperio. Otros pueden encontrar empleo en la corte de un noble, o un señor del crimen no convencional. Existen rumores descabellados de videntes talentosos que han sido encerrados en los pasillos del Colegio Celestial, aunque los astromantes se apresuran a descartar esas historias.
Unos pocos videntes son lo suficientemente convincentes en proclamar sus visiones que logran reunir un grupo de seguidores devotos, que piden reformas en la línea de sus profecías. Sin embargo, tales figuras revolucionarias son raras, y ninguna ha sido tan poderosa como para amenazar la posición de las autoridades establecidas, que pronto sofocan tales amenazas.
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